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Nido de Pesadillas

Nuestro hogar

El terror tiene muchas formas, pero las más inquietantes son, precisamente, las que carecen de una definición, las que surgen de la psique, las que esconden la cálida y tranquilizadora sonrisa de una mujer. “Nido de Pesadillas” recorre trece posibilidades donde el mundo femenino descubre sus miedos y horrores desde una mirada en absoluto victimizada, siendo muchas veces sus protagonistas las causantes de los trágicos cambios que las humillan. Narraciones cortas destinadas a un público paciente, a ese que le gusta ver a las ideas de los cuentos que admira creciendo en su interior, para revelar oscuras ramificaciones pasado el tiempo. Un mundo de descontrol, el miedo a la maternidad, la vida en soledad, la indefensión sexual, la pérdida de la identidad… temores muy profundos que son retratados con maestría y buen gusto, sin escatimar elementos sobrenaturales, siempre velados, cuando es necesario.

Lisa Tuttle es una de las autoras de ciencia ficción y fantasía vivas más importante del planeta. Tras la reciente muerte de Tanith Lee, ahora se disputa ese honor junto a Ursula K. Le Guin (probablemente superior literariamente, pero no tan intensa ni polifacética). Ambas, especialmente la autora que hoy nos ocupa, no son muy conocidas en España, al menos no todo lo que se merecen, pues su trabajo ha sido habitualmente eclipsado por el de los varones de su profesión. Sin embargo, Lisa Tuttle acumula los mismos premios y prestigio de cualquier compañero de profesión más reconocido. Habiéndose caracterizado siempre por su afiliación a movimientos feministas, quizás sea ese fuerte activismo causa de cierto estigma, pues nadie quiere fantasía politizada ni sesgada.
Es esta lucha por la igualdad (esa sin ambages, realista y “realmente” igualitaria) la que se ve reflejada en su primera antología, “Nido de Pesadillas”, por fin editada en castellano de forma íntegra. Estos cuentos, escritos para revistas y otras publicaciones en la primera mitad de los ochentas, avalan los premios que su autora ha recibido hasta la fecha: John W. Campbell (en 1974 como talento emergente), BSFA Award (en 1989 por una novela corta) y un premio Nébula en 1982, el cual fue polémicamente rechazado incluso sin saber del fallo a su favor, ante la oposición de la escritora por la forma en que se realizaban las nominaciones. La única autora que jamás ha rechazado un premio de estas características, lo que deja muy a las claras los fuertes principios que se gasta.

Aunque es generalmente conocida por su faceta como escritora de ciencia ficción, su primera novela fue una de este género escrita junto a George R. R. Martin (“Windhaven”, 1981), sus relatos de horror se consideran como la cúspide del terror atmosférico, o sugerido, de la era moderna. Así lo demuestra también que fueran publicados y reeditados en las más prestigiosas antologías de la década. De esos trabajos nace “Nido de Pesadillas”, cuyos mejores cuentos ya habíamos podido disfrutar en las diferentes colecciones que Martínez Roca publicó durante los 90, donde siempre encontrábamos un relato de Tuttle para subir con creces el nivel general de la recopilación. Por eso, es toda una celebración la edición de “Nido de Pesadillas”, porque se hace finalmente justicia al talento de una autora con las ideas en su sitio, y además abre la vía a nuevas publicaciones del mismo tipo (¿nadie quiere saber nada del trabajo de Hugh B. Cave, Payne Brennan, Lin Carter o Karl Edward Wagner?). No obstante, me gustaría saber, editorialmente hablando, que lío se ha producido con otra futura antología de Tuttle en castellano, está a cargo de “La Biblioteca del Laberinto”; y es que “Recuerdos del Cuerpo”, como se llamará la antología, aun sin saber si contiene o no algún relato incluido en “Nido de Pesadillas”, ha creado de nuevo incertidumbre por los métodos editoriales en este país: a mi juicio poco serios y bastante envidiosos.

En cuanto al estilo de la autora, me gustaría disentir con el prólogo de la presente obra (escrito por Jesús Palacios y que, por el resto, resulta muy adecuado): se nos quiere vender a Tuttle como la mezcla perfecta entre horror cósmico y horror mórbido (aquel antropocéntrico y basado en los miedos del hombre). No podría ser más desacertada semejante afirmación. Tuttle está en las antípodas de Lovecraft, tanto como lo está del violento gore donde se prodigaba el género durante los años a los que pertenecen los cuentos de “Nido de Pesadillas”; ella desgrana el horror de forma morosa, como el genio de Providence, pero no le interesan las lecturas metafísicas o nihilistas, simplemente expone una fobia personal y traslada a sus protagonistas, todas mujeres, al epicentro del tornado que genera dicha fobia. Por ejemplo, sabiendo un poco de lo que Tuttle detesta las convenciones de aficionados a la literatura, la segunda lectura que se puede hacer del magistral “Volando a Bizancio” se muestra reveladora. No obstante me gustaría volver a hacer hincapié sobre dos puntos:
Primero: Aunque los cuentos nacen de la esencia femenina de nuestra especie, no suponen un canto en contra del patriarcado ni pretenden el activismo del lector. De hecho, evitan cualquier tipo de conclusión moral, resultando lo suficientemente duros y fríos como para crear un doble impacto.
Segundo: El que la antología se aleje del “horror cósmico”, tan de moda actualmente, sólo supone un soplo de aire fresco, irónico cuando son cuentos de más de 30 años de antigüedad, y un necesario revulsivo. Un servidor, sin ir más lejos, anda demasiado centrado en un enfoque del terror nihilista y demasiado parametrizado, un entorno que se pulveriza con la intensa capacidad de desasosiego que logra con simpleza, sin una prosa recargada, la buena de Tuttle.

Con respecto a los cuentos no hay mucho más que analizar. Sólo recomendarlos, porque cada uno de ellos es una joya a su manera y tiene mucho que aportar tanto a hombres como a mujeres. Es imposible resistirse a nombrar “Nido de Bichos”, “La extraña”, “El Nido”, “La otra madre” o, el mejor, “Volando a Bizancio”. Obritas que consiguen recrear una atmósfera de pesadilla atemporal sin renegar a la modernidad de la época cuando se concibieron. Me encanta que los personajes sean fácilmente entendibles, no hay oscuridad impostada y cada una de las mujeres que conocemos es reconocible en algún punto de nuestras vidas. Aunque se impone la primera persona, Tuttle es capaz de contar una historia igual de bien indistintamente de la perspectiva. De hecho, quizás en eso radique lo mejor de “Nido de Pesadillas”: ese amor por la pureza de la historia, por el tuétano de narración que se ha perdido actualmente. Envidio la capacidad de síntesis de la autora norteamericana, a la que nunca le sobran palabras con el único objeto de rellenar párrafos. Supongo que se trata de una antología que no tiene un lugar claro en la actualidad, pero para los viejos rockeros del horror, como MASP y uno mismo, “Nido de Pesadillas” supone uno de los más impactantes estrenos del años. Sobre todo, este libro es “distinto”, “auténtico”… una aventura oscura.

En cuanto a la edición es donde tendría más pegas. De hecho, es lo que ha bajado considerablemente la nota final. De elegante portada, una de las mejores ilustraciones que he disfrutado actualmente, las malas noticias vienen cuando descubrimos su precio: 20 Euros. Un robo por muy especial que sea el tomo. Me da igual que las editoriales anden fastidiadas y sometidas bajo el designio de la distribución y las bajas ventas, culpa de un país de palurdos (lo siento, todos sabemos cómo funciona la venta de libros y, como autor, eso duele), ¡no se pueden usar estos precios abusivos! Supongo que se alzarán las voces que comenten lo caro que es conseguir derechos, la traducción, la imprenta, etc, etc… conozco el mundo editorial y lo que faltan son huevos. No sólo por sacar material arriesgado, en este caso la Editorial Nevsky si puede presumir de ello, sino por sacarlo con miedo. Es mera opinión personal, pero para publicar este libro a 20€ creo que merecía la pena sacarlo como una edición limitada (¡qué diablos, las tiradas habituales ya son ediciones limitadas!) en tapa dura, sobrecubierta y demás, por 30€ – 35€ (quizás aumentar el número de relatos). La cuestión: el editor tiene que comprender que el libro físico debe aportar algo, satisfacer ese espíritu coleccionista que todos llevamos dentro. Porque la rústica a precio de oro no va a ser la que saque al sector de la profunda crisis que vive.
Adicionalmente, pero no menos importante: la traducción, deficiente y con puntuales faltas ortográficas y errores que afean aun más una edición supuestamente “profesional”. Con todo, quiero felicitar a Nevsky, porque tal y como está el mercado, jamás pensé que vería esta colección en mi idioma.

Resumiendo, una obra maestra del horror moderno, una obra maestra del horror psicológico, una obra maestra del horror femenino… intentad ahorrar un poco y, si sois de la vieja escuela, ni lo dudéis: “Nido de Pesadillas” es una experiencia enriquecedora como lector y persona, no te la pierdas.

PUNTUACIÓN: 3.5/5
Diversión: 4
Terror: 4
Gore: 2
Originalidad: 4

EDICIÓN:
Páginas: 278
Formato: Rústica con solapas. Interior papel ahuesado (70gr.).
Fecha de publicación en castellano: 2015, Ed. Nevsky
Precio: 20€

Lo mejor: Su capacidad para aterrar recurriendo a la exploración de la psique femenina, sin debilidad y con una exploración seria del miedo.

Lo peor: Un precio desproporcionado, además teniendo en cuenta la traducción un poco deficiente (comparación con originales "Flying to Byzantium", "The Horse Lord" y "Sun City").


Vuestros comentarios

1. 26 jul 2015, 01:57 | MASP

Las verdades ofenden, pero ello no las priva de su naturaleza palmaria. El mundo editorial de este país se diferencia de la Mafia en que ésta última está organizada. Llevo años reivindicando esta postura. No se puede poner una edición rústica a ese precio. Ni incluso cuando te vienen con eso de “rústica con solapas”. Y no hablemos ya del precio de las ediciones de bolsillo en papel chusquero y línea de pegamento infantil para unir el lomo con las portadas de cartón prensado.

Es un abuso y una irresponsabilidad que denota la avaricia supina de las editoriales perjudicando a quienes menos culpa tienen que son el autor y los lectores, es decir los extremos más desamparados de la ecuación a expensas de las maquinaciones mercantilistas de una piara de usureros intermediarios.

En este país se lee mucho. No me sirve el argumento de las descargas ni de los ebooks. Tengo uno y sigo comprando (de hecho más que antes) libros en formato físico y soy capaz de quedarme un fin de semana sin salir por pillar esa edición en tapa dura, ilustrada y limitada a un precio “excesivo” si creo que la ocasión lo merece (mi estuche de dos tomos de Nausicaa a 100 pavos lo atestiguan entre otros muchos). Pero hay cosas que no se entienden. Pagar 15 pavos por una edición de bolsillo y 20 por una “normal” es el colmo del latrocinio. Cuando se percaten de que a un precio más contenido muchos compraríamos más, ya será demasiado tarde. Como con la música, es mejor quejarse y no cambiar el modelo de negocio que evolucionar. Pues prepárense para su extinción, porque al final lo están clamando a gritos.

Eso por no hablar de la “cobardía” en publicar a autores “desconocidos” (Eric Van Lustbader) o recuperar obras tiempo ha descatalogadas (“El Señor del Tiempo”) y seguir tirando de “refritos” que aseguren las ventas de “moda” (¿cuántas ediciones tiene “Canción de Hielo y Fuego”, por el amor de Dios?). Aunque hay honrosas excepciones que confirman la regla como Barsoom, Quaterni o La Biblioteca Del Laberinto.

En fin, mejor lo dejo. Sobre la autora, para un servidor es una compra segura, pues es muy complicado lograr ese equilibrio ideológico sin dejarse llevar por radicalismos de género (a ver si te enteras Jean M. Auel).

Y corriendo a las librerías a por “El Muñeco” de Daphne Du Maurier no vaya a descatalogarse y me toque leerlo en epub como con “Los Pájaros y Otras Historias” porque nadie quiera reeditarlo.

Jesús, qué país! Y Rato bañándose en su yate de lujo con la meretriz de turno.

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