Eliminado

Blaire (Shelley Hennig), Mitch (Mosses Storm), Jess (Renee Oldstead), Adam (Will Peltz), Ken (Jacob Wysocki) y Val (Courtney Halverson) son un grupo de adolescentes que, un año después del suicidio de una amiga común, Laura Barns, comienza a ser asediado por un ente sobrenatural que reclaman algún tipo de justicia o venganza…

Así planteada, Eliminado no ofrecería ningún elemento de interés: otra suerte de slasher con asesino sobrenatural clamando justicia en el aniversario de su muerte. Si a ello se une que, formalmente, pudiera parecer un found footage, digamos que sólo entran ganas de salir corriendo y alejarse lo más posible de ella. Pero, ¡no tan rápido! Resulta que toda la película es una conversación, a tiempo real, entre los cinco amigos vía Skype. Personalmente, esto despierta mi interés: ¿cómo se adapta una historia de terror tan clásica (y tan tópica) a un entorno absolutamente alejado de cualquier escenario aterrador, por ejemplo? Entendámonos: los found footage, pese al elemento tecnológico, pueden suceder en espacios absolutamente aterradores y primigenios. Y, cuando sucede como en la saga Paranormal Activity, se circunscriben a una casa, suelen centrarse en las horas nocturnas, otro clásico. *Quien escribe, además, no ha visto Open Windows, por lo que la curiosidad sobre cómo se desenvuelve en unos parámetros tan constreñidos esta historia me pudo.

Y el resultado es que la pantalla de un ordenador y la interfaz de Skype resultan ser un entorno muy versátil o, al menos, lo suficiente como para contar a través de ellos una película de terror.

Eliminado tiene clarísimo que su público es adolescente, y se centra de lleno en su mundo. Nada más comenzar, vemos un vídeo de Live Leaks en el que aparece Laura Barns suicidándose. Un link de la misma web nos lleva a YouTube, donde se aloja el vídeo que motiva tal acto: una borrachera en una fiesta que se volvió viral en su instituto. Mundo adolescente y entorno virtual. A continuación, asistimos a una conversación entre Blaire, cuya pantalla es la que vemos durante toda la película, y su novio Mitch, un momento íntimo interrumpido por sus amigos, que les involucran en una llamada a cinco en Skype, aunque luego se une una chica más, Val. Y, desde el comienzo, hay un séptimo personaje, un anónimo al que nadie ha invitado a la llamada y que no consiguen expulsar. El anónimo no habla, y parece un simple fallo del programa… hasta que empieza a actuar. Usando Facebook, Gmail o el mismo Skype, el personaje anónimo comienza a tensar las cuerdas entre ellos, asegurando ser (spoiler)… sí, la chica muerta, Laura Barns.

Una cosa que hemos de agradecerle a Eliminado es, precisamente, que no se ande con rodeos. Tarda poco en arrancar y es ágil. Si no lo fuera, teniendo lugar en un entorno tan estático, sería difícil soportar su visionado. El riesgo tiene su recompensa, y la película se ve bien, pero también sus inconvenientes a la hora de traducir los elementos típicos del género a este mundo virtual. Por ejemplo: la consabida y necesaria máscara del asesino aquí es el icono de quien no tiene puesta una foto de perfil en Skype. Su función es la misma: ocultar el rostro verdadero de quien actúa (o habla o escribe). Sin embargo, las máscaras son elegidas por los asesinos. Suelen significar algo, aunque sea de un modo inconsciente, aunque sea sólo una elección estética; el icono de alguien sin perfil es el mismo para todo el mundo. Es una imagen que no dice nada, carente de cualquier tipo de personalidad; le falta iconicidad. Por otro lado, no tenemos tabla ouija ni medium para traducir lo que nos dicen los espíritus del más allá. Sólo hay un cuadro de diálogo, y letras. Y, si se quiere ser mínimamente fiel a la realidad en la que se busca situarse, los adolescentes no escriben con corrección en esos medios. ¿Cómo casan, entonces, líneas de diálogos pretendidamente aterradoras con frases con “k”, “xq” o emoticonos? Pues en general no funcionan mal, pero da la sensación de que hay algo que no acaba de encajar del todo.

Otros recursos propios de una conversación por internet funcionan bastante mejor, y me refiero a cosas tan elementales y cotidianas como cuando se espera una respuesta y la interfaz del programa muestra un icono e indica “Laura Barns está escribiendo”, que genera suspense sobre qué frase aparecerá en pantalla; o cómo se van apagando las pantallas de los que van muriendo, en sustitución al anticuado anuario en el que el asesino de turno iba tachando las fotos de los asesinados; o, aunque después de más de una década de found footage ya es un poco un tópico, las interrupciones y píxeles de las imágenes de la web cam, y el temor a lo que aparecerá en pantalla cuando vuelva a verse.

Sin embargo, hay algo con lo que Unfriended cuenta y que perjudica, sin embargo, a un sector del público: el backup de un adolescente, y lo que implican las relaciones a través de redes sociales. Aquí, juega un papel bastante importante la experiencia de cada uno en el mundo digital. Estoy seguro de que, cuando casi toda tu vida está colgada en la red, es un momento angustioso, como sucede en esta película, que un programa no responda cuando quieres cambiar la configuración de privacidad de una publicación, aceptar o anular solicitudes de amistad o eliminar vídeos comprometidos. En serio, estoy convencido de que es así, pero yo no lo he experimentado: no suelo compartir muchos datos de mi vida personal en Facebook, por ejemplo, y la eclosión de las apps para ligar me cogió ya con pareja, así que tampoco he chateado con muchas personas desconocidas en mi vida. Quiero decir: puede ser que exista, por mucho que uno esté acostumbrado a ello, un cierto recelo cuando la persona con quien se está conversando no muestra su rostro o no quiere decir de verdad quién es. Antes, hablábamos de que era un problema que la máscara online del asesino, o sea, este icono neutro que asigna Skype a quien no tiene perfil, no significara nada. Bien, probablemente, no lo signifique para alguien como un servidor, pero sí para un habitual de las apps de contactos o de ligar a través de Facebook u otras redes: es la imagen de quien dice ser una persona, pero que puede que no lo sea. Y, en última instancia, para quien escribe, el mundo digital todavía no es un mundo tan real como el mundo real. Pero eso no es así para todo el mundo. Quizás sea un salto generacional, pero es más fácil que mientras más adolescente seas, más importante sea para ti todo esto porque mayor parte de tu vida y existencia tenga que ver con las redes sociales. Este importante matiz, unido a la previsibilidad en líneas generales de la historia, restan puntos a Eliminado y la alejan de muchos aficionados del cine de terror… acercándola a un público potencial aún mayor: los adolescentes. Y os digo una cosa: si yo tuviera 16 años, Unfriended me habría flipado. En cualquier caso, estamos ante una propuesta acertada y bastante más decente que otras que apuntaban a su mismo target, como “Ouija”, de Stiles White.