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Messiah of Evil

Un fin del mundo con estilo lovecraftiano

Messiah of Evil

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

Arletty va a buscar a su padre, un pintor que se aisló en un extraño pueblo costero en su intento de contactar con las musas. Una vez llega al pueblo, va descubriendo en los diarios de su padre una tenebrosa verdad sobre “el extraño”, heraldo del apocalipsis cuya congregación se esconde en Point Dune esperando desde hace 100 años el advenimiento de su señor, el cuál será preludiado por la Luna de Sangre.

“Messiah of Evil” (conocida también como “Dead People”, título demasiado explícito) es, probablemente, una de las películas más lovecraftianas que he visto nunca. Supera, en esa sensación de indefensión ante los abismos de nuestra propia intrascendencia, incluso a obras cinematográficas basadas directamente en la obra del maestro de Providence, pues la cinta que hoy nos ocupa no espolia de ningún relato aparecido en Weird Tales, un punto a su favor a pesar de la poca profundidad argumental que luce. De hecho, para la época en que nació, 1973, creo que “Messiah of Evil” puede presumir de estar anticipada a su tiempo, si no fuese por un deje psicodélico que ha sufrido con el paso de las décadas (la banda sonora resulta demasiado cacofónica para mi gusto, pero supongo que Rafael Llopis tendría una justificación para esto).
Es decir, viéndola con un poco de perspectiva se une a la corriente de transformación que el cine de horror sufrió a principios de los setenta, el cual, al igual que pasase con la literatura gótica durante el arranque del siglo XX, perdía su inocencia en pro de unos ideas más adultas y sórdidas. Y, aunque esta cinta esté en el lado opuesto de “La Matanza de Texas”, configura una revolución estética y conceptual, junto al debut de Hooper, que ya perfilaron tímidamente otras producciones de los sesenta (“Peeping Tom”, “Blood Feast”, etc). Circunstancia que, desde la perspectiva del slasher, recorrimos someramente en la reseña de “La Torre del Diablo”, y a la que debemos añadir la importancia del origen de estas cintas: cine independiente. Sí, amigos, resulta estremecedor ver como más de treinta años después se han perdido las ganas de exploración de nuevos horizontes por parte de los nuevos cineastas independientes.

Sin embargo, esta pequeña joya estuvo mucho tiempo enterrada por razones como su bajo presupuesto y pésima distribución, sus interpretaciones dudosas y una narración confusa que ayuda a sumergirnos en la pesadilla, supongo que intención inicial de sus autores, Willard Huyck y Gloria Katz, pero que termina por emborronar una historia que pedía algo más de estilo para ser representada en pantalla. Por suerte, la red de redes, la compartición, sirve para arrojar luz sobre obras que de otro modo permanecerían en el olvido (sobre todo en España).
Siguiendo con la película de marras, “Messiah of Evil” se denota brusca a la hora de meternos en harina, nos golpea con secuencias apenas entendibles y decisiones de los personajes que directamente dinamitan la fuerte racionalidad de los cuentos de Lovecraft (lógicamente ignoro conscientemente sus aventuras “Dunsianas”). Y ya que volvemos a nombrar al famoso escritor, las referencias no son baladís, el arranque de la película – tras un prólogo muy interesante y que nos recuerda al mejor fantaterror europeo – nos descubre el trágico final de nuestra protagonista, una etérea, bella y alienada Marianna Hill, que narra en primera persona su descenso a la locura y el fin del mundo (¿he oído “En la boca del miedo”?). Y lo hace en un tono que inmediatamente recuerda a “El Caso de Charles Dexter Ward” o “La Sombra sobre Innsmouth”. La joven protagonista emprende un viaje a un remoto pueblo costero donde su padre ha ido a buscar inspiración para sus pinturas, pero sus últimas cartas la han llenado de inquietud en relación a veladas insinuaciones y una terrible insistencia por no ir a visitarle. Por supuesto, avanzada la trama descubriremos la ominosa influencia de una entidad que viene del mar para doblegar a la maldita humanidad. Sí, bien teñido de un sesgo satánico, pero por algo digo que su año de creación le pasa cierta factura.

A partir de este punto sabemos lo que vamos a encontrar, desde luego pierde en sorpresa cuando uno la ve por en 2015, pero no me cuesta imaginar los palos que recibió durante su estreno en 1973: una cinta donde escasean diálogos, la amenaza y el horror sólo se insinúan, nunca terminamos de saber qué es lo que está pasando… y por si fuera poco, con una clara influencia de “La Noche de los Muertos Vivientes”, porque, y agárrense, “Messiah of Evil” podría considerarse una película de zombies. Dejo en vuestras manos averiguar el giro caníbal del que presume la película.

Técnicamente no estamos ante ninguna maravilla, se degusta por el factor artístico que sabe imprimirle su director, apoyado en una fotografía seca pero de vivos colores. Qué por cierto: ¿sabéis que este señor terminó dirigiendo esa obra maestra de la cutrez que encandiló a muchos jóvenes (entre ellos un servidor) y cuyo nombre era “Howard, el pato”? Resulta alucinante que Huyck pasase de los arrebatos artísticos de una cinta como “Meesiah of Evil” para hundirse en los absurdos de un pato fumador de puros. Anécdotas aparte, si de algo disfrutaréis las personas sensibles es de una ambientación de pesadilla muy lograda. Cómo decía, la inconexa linealidad (plagada de voces en off) termina por conferir a esta obrita maestra de una magia imposible de reproducir hoy en día. Destacaba en el prólogo, pero realmente parece en todo momento que estemos ante una cinta europea. Sensación incrementada por la presencia de un deleitante bohemio (Michael Greer, cuyo papel más relevante fue el de drag en “Los ojos de la cárcel”) que se pasea por el pueblo con dos “groupies” pasadas de rosca (entre las que se cuenta la burbujeante Joy Bang, la quintaesencia del morbo setentero). Se le supone un coleccionista de lo extraño, un vividor millonario que a mí me ha parecido un trasunto hippie de Lovecraft, y qué cada cual analice esto como prefiera.

Resumiendo, no quiero darle más vueltas a la cinta. Sería injusto, por sus aciertos (muchos) y por sus fallos (poquitos). Se trata de una aventura que necesita de un par de visionados tranquilos para emitir un juicio honesto, uno que invita a pasar la maldición (como de si la misma “luna de sangre” se tratase) entre buenos amigos: probadla vosotros y luego hablamos, ¡os costará creer que estáis en California y no en Maine!
“Messiah of Evil” es una propuesta obligada para los amantes del cine sensorial y el horror cósmico, es cierto que hay que superar un ritmo lento y una ambigüedad frustrante, pero dentro se esconde uno de los pequeños secretos del séptimo arte… ¡actuaciones psicotrópicas a aparte!

Lo mejor: Una ambientación de pesadilla.

Lo peor: Algunos tramos están narrados de forma demasiado confusa para ser premeditada, además las actuaciones flojean.


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