Bite

No es de extrañar que uno de los mejores ejemplos de body horror del año proceda de Canadá, pues no está de más recordar que uno de los cineastas que más han discernido en tanto en cuanto a la destrucción del cuerpo humano en el celuloide, es el canadiense David Cronenberg. En esta ocasión es un compatriota suyo, Chad Archibald, el encargado de presentarnos esta nueva descomposición fílmica, uno de los platos fuertes de esta temporada.

Bite es el quinto largometraje como director de Archibald, realizador de las recientes The Drownsman, aquel slasher sin nada de sangre pero con mucho agua, y Ejecta, ciencia ficción low cost que cuenta con el guion de Tony Burgess, con quien el realizador canadiense ya ha formado equipo en varias ocasiones, pues en su currículum consta el haber ejercido como productor de Septic Man (Jesse Thomas Cook, 2013) y Hellmouth (John Geddes, 2014), ambas escritas por Burgess. Podemos establecer que Chad Archibald es uno de los nombres que más suenan en cuanto al fantástico que se realiza en Canadá, no únicamente por los ejemplos citados, sino porque también es guionista y productor de Antisocial (Cody Calahan, 2013) y su inminente secuela, Antisocial 2 (Cody Calahan, 2015), además de tener un par de proyectos más de terror ya anunciados. Un tipo polivalente que ha conseguido con este Bite lograr morder el éxito en cuanto a cine de género se refiere, pues con ésta ha conseguido firmar su producción más sugerente, alejándose del slasher light que supuso su Hombre Ahogado de The Drownsman, y regalándonos una divertida (a la par que asquerosa) colección de babas, supuraciones y huevos (miles de huevos) que convierten la transformación de Casey en una metamorfosis digna de La Mosca de Cronenberg, salvando las distancias, claro está.

Evidentemente, Archibald no es Cronenberg, y por ende no tenemos ante nosotros la metamorfosis fílmica por excelencia del nuevo siglo, ni mucho menos. Pero el espectador más exigente y aventajado en el género podrá ver en Bite un muy buen ejemplo de body horror contemporáneo, que bien podría definirse como una mezcla perfecta entre uno de los episodios del primer Masters of Horror, Sick Girl aka Metamorfosis (Lucky McKee, 2006) y Thanatomorphose (Éric Falardeau, 2012), donde la soledad, la enfermedad y el miedo se entrelazan para implosionar dentro de un espacio reducido como principal espacio del terror. Y este espacio vuelve a ser el pequeño apartamento de la protagonista, un hogar pervertido por la locura y redecorado para convertirlo en acojedor para lo que Casey está gestando en su interior: su propio nido. Si en Sick Girl era un parásito el que se apoderaba de Angela Bettis, convirtiéndola en una depredadora sexual y psicópata, y en Thanatomorphose Kayden Rose sucumbía de forma apática ante la destrucción de su propio cuerpo, aquí seremos testigos de la mutación tanto física como mental de Elma Begovic (la Casey protagonista), cuya interpretación acaba resultando más creíble como mujer insecto que como novia con estrés pre-boda.

Lo bueno de Bite es que no llega a tomarse en serio a sí misma, planteando la historia desde la vertiente más gamberra, toda una película digna para ver en sesión de medianoche, con un bodycount bastante gratuito cuyos protagonistas no nos interesan en absoluto, y en la que solo importa el exceso de supuraciones. Aunque también cabe decir que, aunque no podemos catalogarla como cinta gore, sí que puede definirse como desgradable. A la vista está la maravillosa campaña promocional llevada a cabo por la productora del film que, con motivo de su premiere mundial en el pasado Fantasia International Film Festival, repartieron bolsas oficiales para vomitar durante la proyección, no fuese que a alguien se le revolvieran las palomitas ante tanta regurgitación de huevos.

Mientras que el marketing quiere convertirla en la película más desagradable del año, quien esto escribe no le otorgaría tal honor, pero sí que la sitúa ya entre lo más destacable del género de este 2015, un opresor a la par que divertido body horror perfecto para ver entre colegas o en una de esas sesiones nocturnas festivaleras. Abstenerse entomofóbicos e hipocondríacos.