The Drownsman

Madyson (Michelle Mylet) sufre un desmayo en un pequeño embarcadero, y cae al agua. En esos segundos en los que pierde la consciencia, se ve a sí misma en un extraño sótano, en una cubeta de agua, y un hombre, de espaldas a ella, la llama por su nombre… Se trata de Sebastian Donner, un asesino de mujeres a quien cuya última víctima consiguió ahogar y escapar del sótano en que la tenía encerrada, aunque la policía nunca encontró su cadáver. Ahora, Madyson deberá superar su miedo irracional al agua y enfrentarse a este asesino sobrenatural, The Drownsman.

La sinopsis es bastante reveladora sobre ante qué tipo de película estamos. Cumple con todos los estereotipos: personajes con una fobia a quien nadie cree, y que han de superar para acabar definitivamente con un ente sobrenatural. Es el mismo esquema que, por ejemplo, Boogeyman (2005, Stephen Kay), o Darkness Falls (2003, Jonathan Liebesman), donde los protagonistas tenían miedo a los armarios y a la oscuridad, respectivamente. Aquí, Madyson (la atractiva protagonista de Antisocial; no en vano, Chad Archibal y Cody Calahan, director y guionista, son los responsables de ésta) tiene miedo a las bañeras. ¿Un poco ridículo? Sí, lo es. De hecho, en el primer tercio de la película, Hannah (Caroline Palmer), Kobie (Gemma Bird Matheson) y Kathryn (Clare Bastable), las mejores amigas de Mady, la reúnen en una casa para que supere este miedo irracional… obligándola a meterse en la bañera. La película intenta generar suspense en momentos como este, pero es complicado, la verdad.

The Drownsman, por tanto, se ciñe a rajatabla a este tipo de productos. Ofrece el típico momento en que el protagonista es tachado de loco por todo su entorno, una pseudo explicación científica al porqué de sus visiones que puede ser la debilidad que ha abierto la puerta a lo sobrenatural, un momento de búsqueda de información en internet… y una carencia de lógica bastante alarmante. Es decir, seguramente os planteásteis durante el visionado de las dos cintas arriba mencionadas, Boogeyman y Darkness Falls, por qué a nadie le resultaba extraño la de muertes que había en el pueblo de la segunda, o cómo en un mundo como el nuestro, lleno de armarios, pretendía sobrevivir el protagonista de la primera. Aquí, tenemos a un grupo de chicas intentando evitar el agua, puesto que es el canal que utiliza Drownsman para desplazarse. Y, conforme la película avanza y va estableciendo sus leyes, descubrimos que le vale desde una bañera a un charco o la mínima cantidad que se derrame de un vaso. Es decir: Mady y sus amigas no tendrían absolutamente nada que hacer en contra de este ser, por no hablar de cómo solventar el tema de su higiene personal. Ya si encima te preguntas el por qué Drownsman empieza a asediarlas en este momento y no hace dos años, o dentro de quince, el castillo de naipes no resiste ni un segundo.

Pero todavía hay esperanzas, ¿verdad? Puede que el villano valga la pena, y que los crímenes sean espeluznantes y… NO. Los crímenes dejan bastante que desear porque son todos por ahogamiento. A quien escribe, esto no le supondría un problema si hubiera un buen clima y se sufriera lo suficiente antes de la muerte de turno, pero todo va bastante rápido y acelerado, prefiriendo el ritmo al clima. Y el villano… Drownsman es una pena, porque realmente estamos hablando de alguien que sí tiene potencial para el terror: sólo habla para decir el nombre de sus víctimas, y su rostro y físico en general son bastante amenazadores. Probablemente, este espíritu acuático se merecía una historia mejor trabada para ocupar un lugar en el Olimpo de asesinos icónicos…

…lo que nos lleva a por qué Pesadilla en Elm Street (1984, Wes Craven) está ahí y sigue siendo la referencia en este tipo de productos. A pesar de su confuso tramo final, tiene unas leyes claras que respeta en todo momento. Aquí, como hemos mencionado, Drownsman aparece en cualquier agua, y parece poder abrir grifos a su antojo para manifestarse, aunque nunca nos lo dejarán claro. Fred Krueger no ataca a todos los chicos del mundo durante las primeras entregas de la saga, algo que se antoja inabarcable hasta para el psicópata más activo, sino a los hijos de los padres que le asesinaron. Drownsman tiene un motivo para ir a por Mady, pero no a por sus amigas. En última instancia, Pesadilla en Elm Street crea un buen clima y tiene asesinatos potentes; lo más escalofriante de The Drownsman es la cara de su asesino, y la explotan hasta la saciedad.

En definitiva, The Drownsman es un producto de consumo rápido, sin ninguna trascendencia ni ninguna importancia. Está a la altura de Ouija (2014, Stiles White), es infantil, que no adolescente, plana, y está gritando a los cuatro vientos todo su metraje “¡quiero ser un superéxito entre los jóvenes!”. Ouija lo logró; The Drownsman tendrá que conformarse, por ahora, con el mercado doméstico.