Harbinger Down

Harbinger Down es una sci-fi de bajo presupuesto que toma muchas ideas prestadas de La Cosa, esa gran película y mito ochentero creado por el maestro John Carpenter. Es una película de la productora Studio Adi, conocida también como Amalgated Dynamics Inc, de la que son propietarios Alec Gillis y Tom Wooddruff Jr. Un dato, a priori, intrascendente, pero que cobra relevancia al hacer memoria para comprobar que tanto Gillis como Wooddruff Jr nos suenan de algo (al menos a los aficionados más curtidos al género terrorífico). Lo cierto es que ambos son alumnos aventajados del gran Stan Winston, es decir, son creadores de efectos especiales que en esta ocasión se han pasado a la dirección, siendo Gillis el que aparece acreditado como director y ambos en la creación de los FX.

Ambos, siempre trabajando conjuntamente, han creado los efectos especiales de películas como Starship Troopers, Alien 3, Temblores e incluso han ganado un Oscar por su trabajo en La muerte os sienta tan bien. Por lo tanto estamos ante un tándem de prestigiosos creadores de F/X conocidos en el mundillo por sus enormes trabajos en películas de renombre. Con Harbinger Down han hecho “un Tom Savini, es decir, se han pasado a la dirección como lo hizo éste último en su día; y como lo de estar justo detrás de las cámaras dirigiendo el cotarro no se les da demasiado bien… la han jodido guapamente. Como se suele decir, “zapatero a tus zapatos”. Harbinger Down es un desastre lo mires por donde lo mires. Han contratado a Lance Henricksen por ser amigo y conocido, pero esto no lo salvaba nadie. La película, que como dije al principio pretende ser un homenaje a La Cosa, fracasa estrepitosamente en el intento. De hecho se queda a años luz en dicho intento, ya que nos encontramos ante una película terriblemente mala, con una dirección irregular, actuaciones deficientes y “dotada” de un guión romo, aburrido y mal estructurado. No se salva absolutamente nada de la quema, ¡ni siquiera los efectos especiales! ¿Cómo es posible que los que podríamos considerar unos genios de los FX, hagan aquí unos efectos tan indignos, chapuceros y mega cutres? Seguramente el escaso presupuesto les ha obligado a ello; pero si careces money supongo que lo mejor será que no hagas el pardillo con una birria del calibre de Harbinger Down (jugándote, de paso, el prestigio). Ahorra, o ajústate al presupuesto, que hay gente por ahí haciendo películas chulas con cuatro duros o el monedero del abuelo. Decir que de Studio Adi es la inminente Deadpool, esa película protagonizada por *Ryan Reynolds que, de entrada, tiene tan buena pinta… A ver si al final será un cagarro del quince —esperemos que, en ese sentido, Harbinger Down no sea un mal augurio—.

La trama de Harbinger Down es muy básica. Un barco cangrejero busca orcas porque creen que en ellas econtrarán las causas del calentamiento global… Menuda tontería, al menos a mi parecer. Podían haber buscado entre mil tramas absurdas, pero desde luego esta se lleva la palma. En fin, buscando a las mencionadas orcas encuentran bajo el hielo un antiguo módulo espacial ruso que en su interior alberga experimentos genéticos con criaturas más raras que una fusión entre Lady Gaga y Shakira. Si el monstruo de Alien viese Harbinger Down, probablemente se mearía de risa. Aquella sí era una criatura chunga de narices…

Y si acabamos de comprobar que la historia que nos cuenta Harbinger Down es un bodrio de mucho cuidado, los actores no se quedan atrás… Lo hacen fatal. En numerosas ocasiones se ven obligados a actuar frente a las famosas pantallas verdes, sin acertar, ni de lejos, dónde deben mirar. Les sorprendemos mirando hacia cualquier lado, haciendo caso miso de la pantalla verde cuando esta es, en realidad, el indicativo de hacia donde deben dirigir su mirada, porque allí estará la criatura que, en postproducción, se pondrá en pantalla. Pues no…, miro aquí, miro allá, y la pantalla verde, o no había, o pasando de ella y que le den. Poco más que añadir de esta insulsa Harbinger Down. No la puedo recomendar; demasiado áspera incluso para los paladares menos exigentes.