April Apocalypse

Seguramente habéis visto, en algún momento de vuestras vidas, una película parecida a April Apocalypse… pero sin zombis. Hace ya unos cuantos años (lustros… o incluso décadas) en los que un tipo determinado de películas —habitualmente comedias de bajo presupuesto— utilizan la figura del zombi como un simple pretexto. Como un hecho circunstancial. Nadie se esfuerza en justificar el porqué los muertos regresan a la vida y se comen a sus congéneres. Aceptamos, como una verdad irrefutable, un apocalypsis zombi prefabricado y distribuido en serie, que nos sirve de escenario para contar cualquier tipo de historia. Los muertos vivientes juegan un papel secundario en este tipo de películas. Están ahí. Su presencia es, más o menos (cada vez menos), amenazante y, por supuesto, sirven de excusa para vomitarle al espectador un par de secuencias de casquería fina más o menos logradas (cada vez menos). April Apocalypse pertenece a ese tipo de películas…

Chico y chica se conocen siendo críos y se convierten en inseparables. Ella crece y se convierte en una chica popular en el instituto, novia del capitán del equipo de fútbol americano. Él también crece y se convierte en un freak inadaptado, con una emisora de radio pirata instalada en el sótano de casa y con un único amigo traficante de maría. Cada vez que ella necesita llorar sus penas sabe que puede contar con el hombro de su fiel amigo. Cuando ella se muda de barrio, él se queda con el corazón partido. Han pasado los años, el advenimiento del apocalipsis zombi es inmediato, y él tiene un único objetivo entre ceja y ceja: salvar a su querida April.

Ahí va mi definición de April Apocalypse: Una comedia agridulce en la que un “pagafantas” de manual se enfrenta a su pueril existencia (una familia que le ignora, un amor no correspondido durante tantos y tantos años, una personalidad deprimente y al borde del suicidio y una emisora de radio que escuchan cuatro gatos mal contados) mientras, de paso, le revienta los sesos a unos cuantos zombis al tiempo que intenta encontrar al amor de su vida.

Si de la anterior definición elimináis el factor “zombi”, probablemente la historia no se apartaría en exceso de lo ofrecido por April Apocalypse. El guion de los hermanos Tarnol, también directores de la película, nos habla del paso a la edad adulta; de la soledad del freak al que nadie entiende, ni siquiera su familia; del primer amor, de la amistad, del compromiso… Y el escenario que envuelve a todos estos temas es el de un apocalipsis zombi de saldo, amenizado con una insoportable selección de temas musicales pop/folk y conducido por la no menos insoportable voz en off de un protagonista al que dan ganas de cogerle de la pechera, sacudirle con fuerza, y decirle, “¡Espabila, chaval!”. Los zombis no son nadie… De vez en cuando aparece alguno, gruñe, muerde (o lo intenta) y recibe el golpe de un palo de golf en la cabeza que le proporciona el descanso eterno.

De manera que una película como April Apocalypse se lo juega todo a una historia y a unos personajes que, personalmente, no me atraparon. Él me pareció patético. Un chaval que se pasa media película autocompadeciéndose y que únicamente encuentra su lugar en el universo cuando un apocalipsis zombi le otorga la oportunidad de sentirse fuerte y útil, destrozando cerebros de muertos vivientes. Ella (April) me pareció insustancial. Una chica atractiva a la que, sin duda, no merece dedicarle todo el esfuerzo que le dedica el protagonista de la película. Y entre “Él” y “Ella”, orbitan toda una serie de personajes secundarios que van desde una familia demasiado “normal” para entender las excentricidades de su estúpido hijo, un amigo fumeta y perdedor que también encuentra en el apocalipsis zombi una oportunidad para reivindicarse, una jovencita atractiva y tímida que no es April y que canta una canción acompañada de su ukelele (que debe ser algo así como la culminación de un sueño húmedo indie), y un falso sacerdote cazador de zombis que, sencillamente, apesta y al que deseas que un buen samaritano zombi se lo meriende cuanto antes mejor.

A estas alturas resulta una obviedad decirlo…, no me gustó April Apocalypse. En ningún momento me interesó el destino final de April ni de su fiel lacayo. No me parecieron graciosos ni ingeniosos los diálogos que se gestan en la mente del protagonista. Y aquellas secuencias en las que nuestros queridos y sufridos zombis intentan obtener su pequeñísima cuota de protagonismo, me parecieron prescindibles. ¿En el lado positivo de la balanza? Algo que suele ser habitual en este tipo de propuestas: su ajustadísima duración (apenas llega a los 80 minutos), logran que difícilmente lleguemos a aburrirnos… aunque April Apocalypse casi lo consigue.