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Upir Z Feratu

Cuando la gasolina sube de precio

Upir Z Feratu

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

El doctor Marek queda en shock cuando su amada Mima firma un contrato con el fabricante de automóviles extranjeros Ferat para trabajar como piloto para en un rally. Otro compañero médico le hace creer que la sangre humana se está utilizando como combustible en el coche que va a conducir Mima. Pero, ¿realmente puede ser verdad algo así?

Trastornado tras los primeros veinte minutos de “The Sisterhood of night” – película que no pienso terminar ni reseñar aunque me ofreciesen a sus protagonistas desnudas en un altar – y mientras esperaba que “Dabbe 4” hiciese su mágica aparición en mi lámpara maravillosa, decidí darle una oportunidad a una película de la que hace años oí hablar positivamente. En semejante estado necesitaba algo distinto, algo que me desintoxicase del terror actual que, muchas veces, resulta cansino cuando ya rozas los cuarenta. Así que empecé a desplegar mi videoteca y no puede evitar fijarme en “Upir Z Feratu”, una cinta checa de los ochentas que trataba sobre un coche vampiro, desde luego que sí era algo diferente, de hecho creo que nunca hemos reseñado o dado noticia alguna sobre cine de género checo, nicho bastante pequeño del que poco podré aclararos. En concreto, situémonos en la Europa del este comunista de principios de los ochentas, en una república que servía a la madre Rusia pero apuntando maneras hacia una forma de vida más occidental. Así, el cine abandonaba los claros tintes panfletarios y, aunque conservaba ese desprecio para con el estilo de vida capitalista, se presentaba bajo la bandera del mero entretenimiento como función básica.

El director Juraj Herz, que ya había realizado muestras de terror o similares como “El incinerador de cadáveres” (1968), se embarca en una historia rocambolesca, más propia de la serie B norteamericana, durante su periodo crepuscular, dando como resultado una atípica cinta de terror que, para un desconocedor del terror de la zona como yo, destaca antes por su original argumento y estoica presentación que por su capacidad para generar terror genuino. La verdad que “Upir Z Feratu”, a pesar de tratar el tema del vampirismo desde una perspectiva que daba mucho juego, coquetea a veces con la comedia, imagino que más por la idiosincrasia del carácter checo que por una voluntad clara. Además, sus formas tan europeas cuando hablamos de la estética desarrollada, primitiva y cercana al naturalismo tercermundista que también se estilaba por España durante aquellas fechas, me han resultado frustrantes en parte. Es decir, el elemento fantástico es el núcleo de la historia, toda la acción se desarrolla alrededor de esta premisa como si de una película de vampiros al uso se tratase y, sin embargo, muchas veces tenía la impresión de estar viendo cualquier otra cosa que no era una producción de terror.

Entonces, “Upir Z Feratu” – el título original pretende ser un juego de palabras intraducible con la pronunciación eslava de “Nosferatu” -, “El vampiro de la Ferat” como sería su traducción más directa, trata sobre un coche que se alimenta con sangre, un vampiro mecánico tras el que se esconde una despiadada corporación alemana en busca de una alternativa viable para los combustibles fósiles. Aunque el tema tiene otras visiones posteriores muy alejadas, la divertida “Yo compré una moto vampiro” y la injustamente ignorada “Blood Car” (2007), para 1982 esto resultó una rara avis dentro del panorama de terror internacional, lo cual se convierte en la mejor baza para justificar su visionado.
La crítica comunista a la sociedad de consumo, entreverada muy sutilmente, termina por darle ese exotismo que poco a poco se va perdido a lo largo que avanza el metraje, pues su último tercio toma una velocidad y discurso propio de cualquier cinta de entretenimiento norteamericana. En realidad, y a pesar de ese sesgo propio de la serie B, la cinta de Herz recorre las fases clásicas de cualquier película cuyo antagonista fuese Drácula: la seducción de la inocencia, la investigación contracorriente del joven enamorado ayudado por un experto y el desgraciado final donde amor y deseo y colisionan de forma trágica. Lo gracioso del asunto es que la inocencia la representa una conductora de ambulancias un poco basta, el joven enamorado es un cuarentón con excesivo parecido a José Mota – muchos chistes han corrido en la red sobre ello –, el profesor experto en vampiros es un maldito chiflado de barrio y el vampiro de marras es el prototipo de una malvada compañía sin escrúpulos. En cuanto a la tragedia, está ahí, pero todo sucede de forma tan extraña y con unos detalles tan psicotrópicos que uno tiende a la banalización de lo que sucede ante sus ojos.

Por un lado está la personalidad checa, que al igual que los españoles goza de hacer un chiste de cualquier cosa, así que muchos diálogos abogan por la ligereza, todo lo contrario al cuento gótico que subyace de fondo. No podemos olvidar tampoco la omnipresente presencia de logotipos de “Skoda”, la empresa estatal que era la única autorizada para fabricar automóviles. De hecho, el “Ferat” fue uno de sus más famosos modelos, ¡qué aquí fue promocionando otorgándole características de un vampiro! Supongo que los responsables del departamento de marketing, pues “Skoda” aportó financiación al film, todavía están contando cubitos de hielo en Siberia.
La música es fundamental para crear esa aura de extrañeza que termina siendo más inquietante en sí que el desarrollo del guión. Con ecos de pesadilla, la música experimental de tintes electrónicos se convierte en uno de los platos fuertes de la función, alcanzando su cúspide en uno de los sueños más turbadores que jamás se ha rodado, aquel del que, precisamente, se han extraído los únicos fotogramas sangrientos de la cinta. Y es que los efectos especiales, la sangre y el esperpento propio de la serie B han sido radicalmente volatilizados de la ecuación. Con un presupuesto limitado, Herz está más preocupado por la divagación cómica que por otra cosa, cuestión que tampoco empobrece la cinta sino que simplemente la aleja de su género original, y en ello desencadena que apenas veamos una gota de sangre. Otra cuestión sería la forma en que la narrativa se va espesando para confundir al espectador, hasta tal punto que la carrera que ocupa la parte final del metraje, rodada durante una carrera real, parece más bien organizada por los hermanos Marx.
Como podéis ver, un buen muestrario de curiosidades que aportan más interés si cabe a “Upir Z Feratu”, al que podéis añadir varios desnudos y una preocupante tendencia hacia lo hortera (me encanta la corporación y su Ángela Channing particular). ¿Se puede pedir más?

En cuanto a los actores, desde luego no son muy conocidos fuera de su país para el espectador medio, pero el protagonista es ni más ni menos que el reputado actor y director, y sosias de José Mota como hemos dicho previamente, Jirí Menzel: conocido por la valorada “Yo serví al rey de Inglaterra”. La verdad que no lo hace mal, se nota la experiencia,roza el sobresaliente con respecto al resto de compañeros de reparto, bastante acartonados los pobres. Junto a él, otra actriz desconocida pero que, curiosidades de la vida, acabaría casándose con uno de los presidentes de la república cuando ésta abandonó el cobijo comunista: la prolífica Dagmar Veskrnová. Y os voy a contar un secreto: ¡no todos los días se ve a una primera dama enseñar los pechos!

Bromas aparte, la película se deja ver si no eres muy exigente. Quizás sea dura para las nuevas generaciones, por mucho que su argumento invite a echarle un ojo, algunos de vosotros pensaréis que estáis viendo otra sesión del infame “Cine de barrio”. Resulta difícil abandonar la adicción al croma, ¿verdad? Sea como sea, un buen aficionado tiene que bucear entre estas recónditas producciones si quiere apreciar mejor la evolución tanto del género como de la humanidad y su cultura en general.

Gracias a Cinemalamorte y al gran Sargento Howie por la necesaria difusión de estas rarezas.

Lo mejor: Lo diferente que se presenta con respecto al cine de terror habitual, resulta refrescante.

Lo peor: Le falta adentrarse más en los vericuetos del horror. Excepto el actor principal, el elenco se ve muy acartonado.


Vuestros comentarios

1. 13 sep 2015, 00:17 | MASP

Jo! Cine de género de factura checa!
Chúpate esa Milos Forman!
Yo me sigo quedando con Christine, pero es que claro, con el maestro Carpenter al mando ya son palabras mayores.

¿Te das cuenta lo fácil que resulta englobar algunos filmes ochenteros tan dentro de la etiqueta de “Horror Revival” como de “Caspa Movies”? Ah, los 80, qué década tan prodigiosa!

Algún día, reseñaré el film “Musarañas Asesinas” de 1959. Más caspa que en una peluquería, oiga. Del remake del 2012 “El Retorno De Las Musarañas Asesinas” y sus CGI realizados con un Intel 386 mejor abstenerse.

Gracias mil por darnos a conocer estas joyas de la teratología cinéfaga. Un Saludo!!

2. 16 sep 2015, 06:04 | Akira

Este tipo de cintas se las tiene que ver para creerlas. Son prueba de que en los 80s habia imaginación de sobra aunque el disfrute de dichas cintas se englobe en su marco temporal.

Excelente reseña Bob Rock, como siempre.

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