The Editor

Rey Cisco apura las heces de su exitosa carrera como editor, hoy truncada por el accidente que terminó con los dedos de su mano derecha, en el rodaje de un giallo de mala muerte lleno de sexo y violencia. Como si sus más oscuros deseos se hiciesen realidad, un misterioso asesino comienza a masacrar a los actores y al equipo técnico, haciendo además que las sospechas de la policía recaigan en Rey. Sólo él, con su poder como Editor, podrá encajar los fotogramas perdidos que completen el puzle de esta horrible matanza.

Astron 6 (Adam Brooks, Matthew Kennedy y Conor Sweeney) vuelve a la carga con una suculenta pieza que no se pueden perder los amantes de la serie B. Asumiendo los requerimientos pulp adicionales, Astron 6, una productora canadiense especializada en DIY y en el cine de género alumbrado y amamantado desde los legendarios video clubes, ha asaltado la ciencia ficción post apocalíptica con “Manborg”, ofreciendo unos resultados envidiables y risibles que, quizás, hayan sido el preludio de obras muy en boga, e inferiores, como “Kung Fury” o “Turbo Kid”; también han dado su propia versión humorística de la “explotación” más clásica con “Father’s Day”, pero allí donde Tarantino y su secta se ponían melosos, Astron 6 se revelan macarras y vitriólicos; y finalmente ahora la han tomado con el “giallo”, agudizando más si cabe el tono paródico de su obra y reaprovechando las ganancias de su cine de guerrillas para una estupenda presentación muy colorista.

“The Editor” es, simplemente, un viaje nostálgico e irreverente al cine policiaco que se cocía en Italia durante los años setenta; tal es la inmersión que la trama se ubica en el set de rodaje de uno de estos giallos cualesquiera, mientras usa una narrativa y estética propia también del citado subgénero. No obstante, la seriedad brilla por su ausencia y aunque “The Editor” no reniega a ponerse trascendente y onírica en momentos puntuales, sobrevuela a lo largo de su metraje un aire paródico que finalmente la ubica antes en el estante de la comedia que en el de terror. Y es una pena para este que suscribe, pues su buen hacer técnico, muy preciso a la hora de imitar los dejes del “giallo old school”, y su endiablado ritmo podrían haberla encumbrado como una pieza de culto.

Sin embargo, no todo son malas noticias: A pesar de esa comicidad manifiesta, y más o menos acertada, la cinta de Astron 6 nos regala un muestrario de violencia y erotismo que hará las delicias del sector masculino de la platea. Porque otras de sus señas de identidad es un fuerte hedor a testosterona que, ojo, nace también desde la burla al estereotipo machista que imperaba en el cine italiano de los setenta. Así, desnudos femeninos hay para dar y tomar, un casting de hermosas mujeres que son abofeteadas y asesinadas sin piedad a manos de… ¡otro punto a favor! “The Editor” retoma la vía de la investigación policial, a manos de un inspector jodidamente trastornado, para ajustarse hasta el límite a los parámetros del subgénero homenajeado… y es que el “neo giallo” muchas veces divaga tan sólo alrededor de los conceptos estéticos y no profundiza en una trama policial, que es lo que caracterizó a algunos de los mejores giallos, por ejemplo la mítica ”El pájaro de las plumas de cristal”. Tanto se exprimen estas influencias que nadie debería perderse sus títulos de crédito iniciales, un ataque sensorial que no anticipa el rumbo absurdo de los acontecimientos.

Continuando la vía del homenaje, los planos alcanzan sus mejores cotas cuando retratan la violencia explicita de la historia: hachazos, arañas venenosas, degollamientos, puñaladas… siempre jugando con la profundidad de campo, la monocromía saturada y los zooms trepidantes, por no hablar de unos efectos especiales clásicos e impactantes. Es decir, el libro de estilo está mamado al dedillo, y este dominio del mismo es el que permite a Astron 6 parodiar el giallo hasta la médula.
Cabe destacar al respecto el uso de la música, una banda sonora brutal donde llega a colaborar el gran Claudio Simonetti. Las diferentes canciones sirven tanto para ambientar una escena cualquiera como para dirigir una mirada metalingüística a la misma; en especial cuando se establece un juego entre la película que se rueda y la que vemos. La selección musical está milimetrada, muy en línea con el “neo giallo”, pero cumple otra función que es “hipercontextualizar” las escenas, fíjense cuando vean el interior de una iglesia en pantalla, acabando por ser parte de la broma. Quién lo iba a decir, humor inteligente, sexo y violencia…

Y a todo esto, ¿pero la comedia funciona en general? Bueno, diría que en un 50%, hay personajes genuinamente graciosos mientras que otros pasan más desapercibidos, como los secundarios Udo Kier y Laurence R. Harvey; lo que sí está presente durante toda la película es el buen humor probablemente transmitido por las condiciones de rodaje. Se deja notar el buen rollo y la unión entre el grupo Astron 6 – directores, guionistas, protagonistas y productores -, el cual se contagia a todo el elenco, levantando gags que no funcionarían tan bien en manos de actores menos dedicados y sacrificados (los chistes sexuales se las traen). No obstante, ya sea por repetición o por un humor demasiado superficial y burdo, en ocasiones “The Editor” se vuelve algo vergonzante al ahondar en una broma demasiado personal como para compartirla de forma inmediata. De nuevo recalco mi decepción parcial en este asunto, la narración debía haberse ceñido a la truculencia y al morbo, en concreto cuando la faceta humorística se queda a medias, y siendo más duro: ¡por qué uno está harto de tanta comedia con el potencial para el horror que atesoran algunos directores!

En cuanto a los actores, destacan Adam Brooks, Matthew Kennedy y Conor Sweeney, los mismos Astron 6, y es que la película se vertebra a través de ellos, pero con muchos otros personajes capaces de añadir tonos diferentes al espectro, desde la inocente sensualidad de Samantha Hill hasta la crapulencia de Brent Neale, pasando por la erótica ceguera de la deslumbrante Sheila Campbell. En realidad “The Editor” se presenta como una obra coral con ecos del teatro, todo un halago que resulta difícil de expresar en voz alta cuando hablamos de cine de serie B. El respeto de los actores por sus papeles de cara al espectador está garantizado a pesar del cachondeo generalizado. Quizás debamos aislar de esta valoración positiva a la pobre Paz de la Huerta (“Nurse 3D”), y aunque vea injusta la polémica creada alrededor de su figura, la verdad que la chica no es una buena actriz, pero al menos aquí la veremos en un papel ideal, que incluso juega con ese malditismo que, a buen seguro, todavía dará más que hablar.

En resumen, una buenísima película que podría haber sido memorable (¡de culto!) si sus responsables hubiesen abandonado el tono paródico, aquí tal vez excesivo, que los acompaña en todas y cada una de sus creaciones. Es más, es un ejercicio cinematográfico que merece reivindicarse a pesar de sus defectos y su fuerte polarización hacia los nostálgicos. Personalmente comparto el enfoque de su sentido del humor, la magia engañosa de sus pósteres, pero dado el salto técnico y narrativo que han conseguido, a uno se le ponen los dientes largos pensando en cómo podrían haber sido usados al servicio del terror, algo que, sinceramente, la película estaba pidiendo a gritos. Tendremos que conformarnos con el psicotrópico final, otro clásico de Astron 6 que rompe la cuarta pared, y con la promesa de su cine underground: no apto para paladares “selectos” o de fácil ofensa.