Last Shift

Jessica es una policía novata cuyo primer trabajo es quedarse a cargo de una estación de policía en su último turno antes de ser cerrada definitivamente. Obsesionada con la ley y orden por influencia de su padre, que acabó muerto en acto de servicio cuando detenía a una secta de lunáticos en esa misma comisaría, nunca pudo imaginar que todas sus creencias en el buen funcionamiento de la sociedad iban a ser derrumbadas por extraños fenómenos paranormales.

Algunos ya la catalogan casi de obra maestra; otros se han sentido defraudados por un guión, dicen, carente de originalidad en su planteamiento; la crítica especializada norteamericana la sitúa como lo mejor de lo que va de año sin rasgarse las vestiduras; parte del público se ha sentido justamente indignado ante la comparación – y en cierta manera eso es culpa de su campaña de marketing – con “Asalto a la Comisaría del Distrito 13”, pero añádanle fantasmas… un servidor prefiere posicionarse en un área tibia en cuanto a opinión se refiere. Con “Last Shift” no hablamos de una película de culto que será recordada por millones de personas en décadas venideras, pero se trata de un agradecido añadido al necesitado género de terror, especialmente porque (¡por fin!) estamos ante una historia de horror sin paliativos. Olvidaos de Carpenter y de los habituales toques de comedia hacia los que deriva frecuentemente el género, Anthony DiBlasi, su director y guionista, realiza un ejercicio de inteligente terror psicológico con todas las armas a su alcance: una protagonista solitaria como objeto central de la trama; una ambientación minimalista evitando las distracciones innecesarias y donde el apabullante sonido alcanza lo que el presupuesto no hubiese podido plasmar de forma visual; unos fantasmas lunáticos que nos retrotraen a títulos como “La Leyenda de la Casa del Infierno”, aquí no tiene lugar el lado bondadoso del otro mundo, el mal transciende la muerte e impacta al espectador en el plexo solar sin piedad alguna.

Cabría destacar que ya se han oído críticas acusándola de lenta, incluso de aburrida, durante su primera mitad. No obstante, a esas voces me gustaría señalarles la importancia de la generación de la atmósfera dentro de un cuento de miedo, y para ello se necesita progresión, no puedes ver estallar fuegos artificiales sin antes prender la mecha. A este respecto sucede algo paralelo a “Oculus”, desde el principio se nos mete en situación, aunque en la presente ni siquiera asistiremos a una introducción como tal, y de ahí se van incrementando las escenas de terror lentamente pero sin pausa, a la vez que se desgrana un argumento, un perfil psicológico para la protagonista, mucho menos desarrollado que la mentada cinta de Mike Flanagan. Y esta referencia no es gratuita, pues en muchos aspectos “Oculus” y “Last Shift” acaban emparentadas en cuanto a sus intenciones y maneras, sólo que de la primera se esperaba bastante más, mientas que la película de DiBlasi ha pillado de sorpresa a muchos, a pesar de la demostrada experiencia del director: “Dread” y “Cassadaga” no son obras a ignorar.

Una vez expuesta la capa superficial queda claro que el grado de éxito cosechado por la cinta hasta la fecha es bien merecido, pero no sólo se debe a sus logros, también le debe cuentas al paupérrimo estado del género, donde cualquier cosita medianamente tenebrosa nos parece maná caído del cielo. Y es que “Last Shift” termina atrapada en su propia trampa, y es justo poner este hecho sobre la mesa: Desde casi el primer minuto de metraje comienzan a suceder fenómenos extraños y atemorizantes en la comisaría abandonada; así se van exacerbando hasta su conclusión, sin parar, de todos los sabores y colores. Claro, al utilizar DiBlasi todos los trucos habidos y por haber, un buen número de estos efectismos sobrenaturales terminan por ser predecibles, peor aún: repetitivos. A lo que debemos sumar un escaso número de protagonistas, una sola para los despistados. De esta forma, enseguida queda en entredicho la peligrosidad de dichos fenómenos paranormales debido al exceso en número y a tan poca carne por mancillar.

Al anterior aspecto negativo vienen a unirse más voces discordantes que echan pestes de la forma que tiene de cerrarse la historia. De nuevo disiento, y para ello soltaré IMPORTANTES SPOILERS: Estamos de acuerdo que los fantasmas de los sectarios suicidas son unos cabrones de aúpa, que quieren hacer el mayor daño posible a los no – elegidos, en este caso cualquiera menos ellos. Entonces, ¿os parece que el mayor daño es directamente terminar con la vida de alguien o sería llevarlo completamente a la locura a través de la tortura mental? Queda clara la respuesta, además casa a la perfección con el perfil psicótico que conocemos de los sectarios. No sólo eso, quién dice que la manipulación de objetos físicos que vemos en pantalla no esté realmente en la mente de la protagonista, ya os comentaba los paralelismos con “Oculus”. ¿No resulta más comprensible la influencia psíquica dentro de los parámetros que la investigación paranormal plantea comúnmente? Sin embargo, algunos siguen diciendo que todo estaba en la mente enferma de Jessica, ¿pero podría explicar esa conclusión la exigencia que hace el sargento Cohen a Jessica al principio de la cinta? “Date la vuelta”, dice. “Necesito verte el cogote”, piensa. Y llegados a este punto, ya sabemos lo que significa. FIN DE LOS IMPORTANTES SPOILERS

No obstante, a pesar de que DiBlasi convierta en oro tan poco material, el chicle termina por estirarse demasiado. “Last Shift” parecía más conveniente como mediometraje, algo que también demuestra la inclusión de elementos forzados como el famoso vagabundo de origen inexplicable o la prostituta convenientemente ubicada con una ominosa historia en la boca, más minutos al metraje en definitiva. Afortunadamente, más allá de la competente construcción de cada escena terrorífica, la simple historia tiene un refuerzo de excepción: Juliana Harkavy, la intérprete principal. Siendo una desconocida ha cargado con el peso de la película ella sola, ayudada por una base sólida en cuanto a reacciones e inmersa así en su rol de policía novata. Es más, tan bien hace su trabajo que lo que podría haber sido un discurso de discriminación positiva termina por ser un alegato a la igualdad, lejos de jugar a meternos miedo con la indefensión del sexo débil, “Last Shift” funciona con la persona, y no con su sexo, al contrario que tantas películas de género donde se fuerza la femineidad como vehículo emocional.

Otros factores y detalles quedan en segundo plano con respecto a los que he destacado, pero cumplen su función por encima del aprobado (efectos especiales, secundarios, decorados, fotografía…). No se puede considerar una maravilla técnica, por ejemplo los planos y la edición no son nada del otro mundo, pero importa relativamente al estar todas las partes supeditadas a ese viaje por “el tren de la bruja” que tanto deseamos los amantes del género.
Sin querer destripar nada más, os animo a ver “Last Shift” sin excusas. Divertida, inquietante en muchas ocasiones y bien construida alrededor de una premisa sencilla bastante vista… ¿obra de culto? Lejos queda de dicho honor, pero se merece el notable. Digamos que si estuviésemos hablando de una entrega de “Silent Hill” (y la referencia tampoco es casual) se acercaría antes a la tercera de sus partes que a la cuarta, ahí es nada.

Y sólo me queda un último consejo: evitad el tráiler.