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El Coleccionista de Fetos

Algo que enlaza con abortos gimoteantes en la tierra de nadie. El limite entre sueño y realidad que cruzamos todos cada noche. Como estas impías abominaciones, el relato que se presenta a continuación esta malformado. Es inconexo, extraño, onírico, absurdo y patético.

La habitación estaba tenuemente iluminada. El humo de cientos de cigarrillos se desplazaba perezoso entre las extrañas piezas de cerámica. Solo una bombilla, que pendía de la boca de un dragón chino de bronce, iluminaba la escena. Y como si fueran rugidos, los haces de luz chocaban contra la forma de un hombre enjuto mientras conversaba por teléfono:
-¿Así que esta vez son trillizos? -Leve interés de la voz ajada y triste.
-Es cierto, hacia mucho tiempo. Aunque para mi no es ni peor ni mejor -Un cierto temblor en las palabras que denotaba la edad de su propietario.
-Claro que estaré aquí. Yo vivo aquí. ¿La madre lo sabe? -Un falso interés que insinúa aún más edad si cabe, ya que la edad es la cura para la emoción humana.
-Ah! Nacieron realmente - Parece que casi escupe la palabra - muertos. Me alegro, ya existe demasiado horror en el mundo. - Desidia en las casi susurradas palabras.
El hombre se retorcía incomodo sentado en el escritorio. Parecía inquieto, como si hubiese tenido la misma conversación cientos de veces y estuviese cansado.
-Te espero - No cabía replica, el autoritarismo fue claro y expeditivo.
El hombre colgó suavemente y miro hacia un recoveco indeterminado de la estancia. Aspiro profundamente del cigarrillo que sostenía y exhalo aún más intensamente. El humo rozo un viejo atrapasueños y sus cuentas de cristal se movieron ligeramente. Al escuchar el suave tintineo el hombre pareció despertar. Y susurró:
- Es mi obligación.
Apartó una cortinilla y a través de una diluida luz verduzca entró en una sala más pequeña. Antes de entrar, se mesó el lacio cabello blanco que colgaba de su cabeza y suspiro. Se enfrentaba a su destino y nadie podría haber reaccionado de otra forma.

La luz de la lámpara-dragón muestra más que enseña, los escaparates de la tienda. Tras los empañados cristales se perfila una sombra. Es imposible saber quien es el propietario. Puesto que la figura se deshace entre las tinieblas del exterior. Solo el gotear de la lluvia la acompaña hasta la puerta de entrada. Esa endeble puerta de madera podrida, cuyo picaporte muestra más óxido que la quilla de una embarcación varada desde hace siglo. La sombra se mueve. Alguien toca la campanilla exterior. Alguien irrumpe entre el silencio burbujeante de la habitación. Levantando una fina capa de polvo y despertando las volutas de humo. Ninguna de las antigüedades y restos de la atestada tienda se vuelven hacia la puerta.

Muñecas rotas yacen estáticas, medallones sin vida, estatuillas de hembras desnudas, pergaminos que se encogen temerosos, autómatas de hojalata, alfombras persas de intrincado diseño, cuadros de rostros perdidos en los miasmas del tiempo.
-Ya va! Ya va! - El hombre enjuto se afana en llegar rápidamente a la puerta. Surge de la pequeña trastienda veloz. Cojeando como una rana moribunda. Quiere apagar el sonido nervioso de la campanilla. Sabe que son asuntos nocturnos y la quietud sagrada de las horas sin luz no puede ser profanada. Al abrir la destartalada puerta, la lluvia se filtra parcialmente junto al gabán mojado del visitante. Este, alzando un poco el sombrero aún más empapado, revela una cara joven aunque adusta. Sin embargo bajo la escasa iluminación de la estancia casi parece un hombre sin rostro.
Las arrugas del anciano tendero se marcan profundamente al preguntar:
-¿Lo has traido?
El hombre del gabán mira fijamente al anciano. Parece un poco molesto por esta visita. Saca un paquete bastante grande de entre los misterios de su gabardina gris y dice:
-Llevo haciéndolo 6 años, viejo.
-Sí, es verdad. De hecho hoy hace seis años desde la primera vez.
Los dos personajes se miran casi incrédulos.
-Dame el dinero. Quiero volver al hospital cuanto antes. Mi turno termina dentro de una hora.

El tipo de la gabardina entrega con cierto apremio el paquete al viejo. Esta construido con un papel marrón, barato. Gotea algo más que agua. Huele a quirófano. Casi un olor fresco en la atmósfera de la tienda. Por eso el anciano tendero sonríe.
-Pesa bastante. ¿Tendré que pagarte el triple? -Son tres, es obvio que sí.
-Bien, bien y bien. Tienes el dinero encima del escritorio. Cójelo.
El proveedor rodea al encorvado hombre y se encamina hacia el escritorio
-Después de tantos años, ¿no quieres saberlo? - La voz del viejo se ha vuelto ligeramente maliciosa.
-¿El qué? - Contesta un poco perplejo el otro.
-Noto que llega el final. ¿No quieres saber para que necesito los fetos que me has ido suministrando estos años?

El otro hombre se queda paralizado con los billetes en la mano. La figura disecada de un pequeño y feo mono le observa juguetonamente desde una vitrina. Dubitativo dice: - Yo... Em, no se que pensar
-Vamos enfermero. La curiosidad es algo humano. Nunca se lo he contado a nadie. Acompáñame.

El tendero se desliza suavemente junto al sorprendido hombre y bordea un mueble que casi llega al techo. Los libros gimotean desde las estanterías. Parece pavonearse delante del enfermero. "Este es mi mundo y te lo muestro a ti. Como acto de desprecio".
El hombre se quita el sombrero y el gabán. En sus ojos se refleja la juventud. No ha llegado a los treinta y ya siente como si este momento fuese el principio de su vejez.
El brillo verde que revela la pequeña habitación contigua lo hace sudar. De repente es como si estuviera a miles de metros bajo tierra. Pero siempre se lo había preguntado. El alma humana es un pozo oscuro hambriento de saber.
El espacio en aquella habitación era reducido. De pared a pared no podrían caber siete hombres. Sin embargo todo estaba poblado, atestado como una jungla de artefactos ajenos a la humanidad:

Pipetas rebosantes de zumo espumoso, probetas llenas de ectoplasma gomoso que se retorcía, tubos de ensayo brillando más que una nova y por todas partes: en estanterías, en la pequeñas tablas que emergían haciendo mesa, en las baldas de un frigorífico enorme empotrado y abierto, en pilas y más pilas. Todo lleno de botes con fetos. Fetos flotando en la felicidad amniótica de la muerte. La ausencia de vida inmaculada. Retozando y chocando contra finas capas de cristal en la absoluta inocencia del no-pensamiento. Buceando en el mundo del sueño por toda la eternidad. Todos ellos fluían perezosamente en un liquido verde que producía la fosforescencia que se entreve desde la parte principal de la tienda....

-¿Es usted médico aficionado ó un loco?
El anciano croó más que rió:
-Ambas cosas joven amigo. Pero observe los diferentes fetos. Reconocerá a la mayoría.
Y así era efectivamente. Allí estaba el de hace un mes. Ese pobre chiquillo que nació con una columna vertebral espinada. Parecía más un reptil acuático que un futuro hombre. También había fetos “comunes”. Abortos dejados por las mujeres despreocupadas ó agobiadas ante su maternidad. Despojos que murieron en un callejón sucio y mal iluminado entre las redes pegajosas de una placenta.
Ese feto. Ese que no brilla en especial. Podría haber sido una hermosa mujer, pero apenas si tenia formados los ojos. Un parto prematuro, y fallido también.

-Por otro lado, mi querido enfermero también observará algunos que yo mismo obtuve cuando practicaba abortos ilegales. Pero no los podrá distinguir por su aspecto. El liquido en el que se preservan los convierte en seres inmortales. No se deterioran. Células perpetuas.

El hombre joven estaba mareado. Hacia años que superó cualquier acceso de repugnancia por los horrores de la enfermedad. No en vano estudió en la famosa universidad de D. Pero esto era demasiado incluso para el. Profundamente aturdido no pudo ni hablar. El anciano aprovechó su estupor para vomitar todo su conocimiento, el peso de una vida dedicada a la labor propia de un demente.

-Afortunadamente no son estos fetos todo lo que puedo mostrarle. Llevo decenios guardándolos y dándoles existencia... Bueno decir existencia es un poco irónico. Pero como decía, intento que la pérdida que representan para las filas de la humanidad sea útil de algún modo. Se acerca el día en que estos seres serán los que nos sustituyan.

Recobrando algo de fuerza, el joven enfermero articuló:
-Esto es una perversión, una locura, una...
El tendero lo interrumpió con una fuerza inesperada.
-¡No le parecía tanta locura cuando me los traía y yo le pagaba! A usted no le importan una mierda. Por lo visto menos que su sensibilidad que al parecer he herido.
¿Y si me los hubiese comido? Le da igual y no es necesario que me ataque con sus consideraciones. Estoy llevando una tarea que nadie se atrevió a completar. Soy el último hacedor de milagros, hombrecillo. Tengo los conocimientos para devolverles la existencia perdida. La tecnología y la magia. Mire esa nevera.

El anciano señaló hacia otra de las paredes de la minúscula sala. El otro hombre se sentía sojuzgado, presa de una situación hipnótica y su cuerpo apenas respondía a la racionalidad. Así que se giró y lo vio todo. Dejando todas la puertas de su cerebro abiertas ante la intrusión de lo inconcebible.

Más fetos se arracimaban entre la fina escarcha de un frigorífico más pequeño. Aunque estos eran diferentes, sus votes hervían de vida. Una vida primigenia que empieza en el final de una vida no realizada. La paradoja dentro de la paradoja. Fetos moviéndose voluntariamente en su útero de cristal. Deslizándose mientras fijaban en el su desproporcionados ojos. Seres antinaturales abriendo sus boquitas en traviesas sonrisas llenas de inteligencia. Retorciéndose vivos y alborozados en su mundo liquido y perfecto. Inquietos por su visita inesperada pero alegres en su extraña vida.

-¡Mírelos! Yo les he dado vida. Serán la salvación. Un nuevo destino para la humanidad que esta avocada a la autodestrucción. He creado vida fresca para que nuestra gente perdure en el tiempo. La radioactividad no les afecta. Las enfermedades humanas son inermes en ellos. La polución la curaran con su aliento purificador. Las plantas y animales vivirán en paz con sus nuevos reyes, puesto que no necesitan alimentarse. Estoy esperando al fin del mundo. Para ver las ciudades caer y como lo único que queda sean estos seres relucientes. Soñando en su liquido nuevas realidades que crearan vida. ¡Quizás nos vuelvan a soñar a usted y a mi!

El enfermero sentía solidificarse el aire a su alrededor, el terror a la locura bañaba en sudor cada uno de los poros de su cuerpo. Y no podía dejar de contemplarlos:
Seres guiñándole los ojos desde los botes brillantes. Abriendo y cerrando sus deditos por formar. Algunos mostrando impúdicamente y conscientemente las deformidades de su carne. Miembros de más, miembros de menos. Afloraciones de piel que parecían arrojar entrañas sobre las grandes cabezas para formar una especia de manto.
Fetos deshechos como gelatina, con miríadas de ojos curvándose como probóscides obscenas y todos ellos mirándole con avidez.

No pudo más. Grito y su mente se rompió. Gimiendo y babeando como un idiota se dejo caer al suelo como un muñeco sin cuerda. El anciano se acercó y con un gesto cariñoso le revolvió el pelo.
-Siento que su mente no sea capaz de asimilarlo. No importa, usted vivirá en ellos para siempre.
De repente, sobresaltando a algunos de los fetos embotellados, sonó estrepitosamente el teléfono. El tendero caminó hacia el escritorio y descolgó el auricular con un gesto de miedo en su ajado rostro.

-¿Sí? Bien, por fin ha llegado. Es el final ¿verdad? Esta bien, los iré soltando.

Por Bob Rock.


Vuestros comentarios

1. 08 sep 2009, 18:51 | MaRiAnA

o.O
Excelente relato..al igual que lo que has citado Bob:
“Profundamente aturdido(a) no pudo ni hablar”
Felicidades.

2. 08 sep 2009, 23:17 | Elizabeth

Hipnótico, fascinante, complejo…Impecable.
Felicitaciones!

Haces que mis relatos me den vergüenza ;)

3. 09 sep 2009, 07:47 | Bob Rock

Hola Almas Oscuras.

Gracias por los halagos chicas!! Elizabeth: Tus relatos NO dan vergüenza. Es más, son muy directos e impactantes con muy pocos conceptos. Algo que admiro muchísimo.

Gracias Joan por publicarlo. Imagino que será excesivamente onírico para ti. Prometo mandarte algún día uno con una atractiva protagonista, un despiadado slasher y mucho gore.

Un saludo!

4. 09 sep 2009, 09:44 | Almas Oscuras

Mariana – me alegro que te haya gustado Mariana.

Elizabeth – “Haces que mis relatos me den vergüenza”… ni hablar Elizabeth. Estoy con Bob Rock, tus relatos tienen la virtud de ir siempre al grano y sacar petroleo de situaciones muy cotidianas. Son divertidísimos.
Por el único que deberías sentir vergüenza es por uno que titulaste “Los Seguidores”… ;-)

Bob Rock – a mi me ha encantado El Coleccionista de Fetos. No me ha resultado demasiado onírico… en absoluto. Además creo que tienes mucho talento escribiendo (y lo digo con absoluta sinceridad… en realidad no tengo ninguna obligación de decirlo, pero es lo que creo), así que siempre tendrás las puertas abiertas en Almas para publicar tus relatos… faltaría más :-)

También he de decir que la sección de “Relatos de Terror” es la que más alegrías me ha dado durante el poco tiempo que llevo en Almas. Gracias a ella he conocido el talento de gente como Elizabeth, Bob Rock, Ed, Pons, Davo, Gabriela… y alguno más que me dejo (disculpas). Algunos de ellos no habían publicado nada antes de llegar a Almas, y eso es algo que me llena de satisfacción.

saludos

5. 09 sep 2009, 16:46 | Missterror

Me quito el sombrero ante tí Gran Bob Rock!

6. 12 sep 2009, 21:41 | Gabriela

Excelente relato. Me encantó leerlo.

7. 14 sep 2009, 16:48 | ZOOMBI

Enhorabuena Bob¡ Me alegra que compartas con nosotros tu incuestionable talento narrativo. Espero que sigas por aquí durante mucho tiempo.
PD: Deberías animarte a escribir una novela o una recopilación. Seguro que guardas relatos que no nos has presentado…

8. 07 jul 2011, 01:52 | alejandra

muy bonita la pagina y espero q la visiten todos!!!!!!!!!!!!!!!!!

9. 04 oct 2011, 04:11 | pedro guevara

HOLA A TODOS YO TAMBIEN SOY ENFERMO ME MASTURBO CON LA CRONICA Y ME DA ANCIEDAD CUENDO VOY A LAS MORGUES, SALUDOS A TODOS LOS UDS. FUTUROS DIFUNTOS…..666 AMO A LOS CADAVERES…..

10. 04 oct 2011, 09:20 | Bob Rock

Pedro Guevara.- Muy bien chavalote, puedes inscribirte en Singles.com versíon necrofílicos y dejarnos en paz un rato. Espero que encuentras tu cadaver.

Un saludo

11. 04 oct 2011, 10:19 | elniniodecristal

Pero la luna llena no pasó ya??

12. 22 abr 2013, 21:46 | Morgana

Impresionante! Fantástico! creo que me enamore!

13. 20 may 2015, 06:42 | Barbara

Te felicito por tu relato, me pareció brillante. Es muy original y atrapante. Prácticamente no tengo quejas, saludos.

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