El Regalo

Transcurridos apenas unos minutos de El Regalo, ya fui capaz de sacar mi primera conclusión acerca de la película: “Esto no es más que un telefilme de sobremesa con esteroides”. Supongo que el tema de los esteroides los aportaba la presencia de Jason Bateman, un actor al que admiro por ser capaz de interpretar a personajes que siempre se me hacen… cercanos. Reales. Una cualidad no demasiado habitual en Hollywood y que sí comparte, por ejemplo, otro actor como John Cusack (al que también admiro). Afortunadamente tampoco tuve que esperar demasiado tiempo para llegar a entender lo precipitada —y algo estúpida— que llegó a ser esa primera conclusión acerca de El Regalo. Veremos ahora cuál fue el error de cálculo que me llevó a una conclusión tan fallida y cómo una película que, de entrada, no me motivaba en exceso (acudí a al pase del Cine Retiro por una simple cuestión de descarte… A esa hora no tenía nada mejor que hacer), acabó por convertirse en una de las sorpresas más agradables de la pasada edición del Festival de Sitges.

La vida de Simon y Robyn, una joven pareja que acaba de mudarse a una nueva ciudad, se verá fuertemente alterada cuando Simon se reencuentre con un viejo compañero de la escuela llamado Gordo, al que no veía desde hacía más de 20 años. Gordo aparece en casa de la pareja en los momentos más inoportunos. Y cuando la pareja no está en casa… les deja un regalo frente a la puerta. Gordo parece estar decidido a restaurar los lazos con su viejo amigo de la adolescencia y su pareja… pero en realidad su presencia responde a un terrible secreto del pasado.

Una realización algo plana, casi televisiva, por parte del debutante Joel Edgerton (autor del guion y que da vida, además, al personaje de Gordo… a partir de ahora, en esta reseña tan sólo leeréis cosas muy buenas de este tipo), junto a un argumento que en los primeros compases, y guiado por mi habitual impaciencia, me llevó a creer que estaba ante la típica situación de una familia modelo (con sus más y sus menos) acosada por la presencia de un elemento externo y extraño (el psicópata de turno), fueron los elementos que me llevaron a pensar que estaba ante poco más que un telefilme de sobremesa en el que el verdadero desafío consiste en no optar por echarse una siesta y pasar de la película. Craso error. En realidad nos enfrentamos a un thriller intenso, inteligente, capaz de poner a prueba nuestra limitada capacidad de sorprendernos y con un desenlace que, para variar, funciona y nos deja preguntándonos a nosotros mismos: “¿Qué coño haría yo en esa misma situación?

El guion de Edgerton funciona a varios niveles y se posiciona en varios frentes. El Regalo nos habla de lo difícil, por no decir imposible, que resulta conocer, a fondo, a la persona con la que estamos dispuestos a compartir tres cuartas partes de nuestra vida. Por más que creamos lo contrario, esa persona en la que confiamos, a la que nos entregamos, y a quien pretendemos conocer como a nosotros mismo; siempre conservará secretos y recovecos que nos resultarán absolutamente inaccesibles… Y por supuesto todo esto funciona en el sentido contrario. Esa confianza, esa unión y complicidad que parece inquebrantable entre dos personas, se puede ir al traste por un pequeño detalle de nuestro pasado que sale a relucir en el momento más inesperado y menos oportuno.

Por otro lado El Regalo también nos brinda una cruel y dolorosa lección de vida: hay heridas que no cicatrizan ni se curan con el paso del tiempo. Los dos protagonistas masculinos de la película se enzarzan en un peligroso juego que dura más de 25 años y del que solamente se pueden derivar víctimas colaterales. No voy a profundizar en el origen de esa disputa que los personajes interpretados por Bateman y Edgerton llevan hasta las últimas e impensables consecuencias porque prefiero que eso sea algo que descubráis vosotros mismos viendo la película; pero lo que sí puedo destacar de El Regalo es la manera en la que el guion de Edgerton conduce la historia, de una manera espléndida, a través de los personajes. Los continuos e impactantes giros en la historia que se suceden a lo largo del metraje provocan que la percepción que tiene el público sobre los personajes, auténticos artífices de dichos giros (dobles saltos mortales con tirabuzón, en realidad), cambien de manera constante, hasta llegar el punto en el que uno no tiene muy claro a favor o en contra de quién posicionarse. Y esa… fantástica ambigüedad de los personajes, capaz de hacernos dudar, en todo momento, de hacia quién debemos dirigir nuestra empatía, es, sin duda alguna, uno de los grandísimos aciertos de El Regalo.

La película teje una telaraña alrededor de los tres protagonistas que cada vez se va haciendo más densa y enfermiza. Un pasado repleto de secretos, mentiras y viejas deudas que no están saldadas, irá emergiendo y empujando al joven matrimonio a un infierno del que difícilmente podrán salir ilesos. El desenlace de El Regalo cava un profundo agujero del que, presumiblemente, el matrimonio de la película nunca podrá salir.

Por supuesto cuando el desarrollo de una historia depende tanto de la evolución de sus personajes, la labor de los actores cobra una especial relevancia; y en este sentido el trio protagonista (Bateman, Edgerton –premio al mejor actor en el Festival de Sitges- y la actriz Rebecca Hall) cumplen extraordinariamente con su exigente cometido. Bateman y Edgerton lidian a la perfección con la continua evolución que sufren sus personajes al poner en escena esa peligrosa partida a la que os hacía referencia con anterioridad, mientras que Rebecca Hall está impecable en su papel de víctima colateral superada por las circunstancias.

Si hubiera que ponerle algún “pero” a la película de Edgerton (me cuesta trabajo hacerlo) quizás haría referencia a un par de secuencias cuyo único objetivo es de lograr que el público dé un innecesario salto en la butaca. Un par de sustos bastante gratuitos que quizás Edgerton introdujo ante la necesidad de que su película se acercara un poquito más, si cabe, hacia el thriller psicológico, cuando en realidad el drama que se edifica alrededor de los personajes es más que suficiente para construir un thriller sólido e impactante sin necesidad de artificiales golpes de efecto.

En definitiva, El Regalo me pareció un thriller sorprendente, dotado de una historia y unos personajes que enganchan y un final que estremece. Desde luego hay que poner la lupa sobre futuros proyectos de Joel Edgerton. Un regalo muy recomendable…