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Rakoshi

Sacrificios en honor a la Diosa Kali

F. PAUL WILSON

Nacido el 17 de mayo de 1946 en Jersey City es un escritor estadounidense de ciencia ficción y terror. Aparte de escribir libros, Wilson también es médico de cabecera. Hizo sus primeras publicaciones en la década de 1970 en la revista Analog Science Fiction and Fact mientras todavía estudiaba medicina (se licendió en 1973), y continuó escribiendo relatos de ciencia ficción durante toda la década. En 1981 se inició en el género de terror con The Keep (“El torreón”), que se convirtió en un éxito de ventas internacional y siguió escribiendo relatos de terror durante los años siguientes. A comienzos de la década de 1990 pasó de la ciencia ficción y el terror a los relatos de suspense médico, simultaneando su carrera literaria con trabajos para Disney interactive y otras compañías multimedia. Junto a Matthew J. Costello creó y guionizó FTL Newsfeed un programa diario para el Sci-FI Channel entre 1992 y 1996.

Entre los personajes más conocidos creados por Wilson se encuentra el antihéroe Repairman Jack, un mercenario urbano que apareció en su novela The Tomb (1984). Sin embargo, no volvería a aparecer hasta su novela Legacies (1998). Desde entonces ha escrito varias novelas y relatos de géneros diversos: vampiros, ciencia ficción e incluso suspense.

A lo largo de su obra ha incluido entre sus temas la filosofía política libertaria que ha extendido a sus novelas de “Repairman Jack”. Ganó el primer Premio Prometheus en 1979 por su novela “Wheels Within Wheels” y otro en el año 2004 por “Sims”. La Sociedad Futurista Libertaria también honró a Wilson incluyéndolo en su Salón de la Fama en 1990 por “Healer” y “An Enemy of the State” (1991).

Francis Paul Wilson también se considera un destacado fan de H. P. Lovecraft.

LAS MINAS DEL REY SALOMÓN CLAMAN VENGANZA

“— Hay muchos templos dedicados a Kali — dijo el vendedor de agua —. Pero ninguno como el Templo de las Colinas.

— ¿De veras? ¿Y qué tiene ese templo de especial?

— Rakoshi.”

La India, 1857. El capitán de fusileros sir Albert Westphalen, destinado a una pequeña guarnición en Bengala, cree haber encontrado la respuesta a sus acuciantes problemas financieros: asaltar el templo de Kali bajo el pretexto de perseguir a rebeldes amotinados, y hacerse con sus increíbles riquezas. Pero el templo y sus tesoros tienen guardianes, y no todos son humanos…
Nueva York, hoy en día. Jack el Reparador se encarga de arreglar cosas, pero no es la persona a la que acudir con una tostadora rota: bajo la fachada de un negocio de reparación de electrodomésticos, Jack repara injusticias, llegando a menudo allí donde la ley no puede. Vive al margen de la sociedad por convicción y es un hombre violento por temperamento, pero su inteligencia y su capacidad de entrar en acción están al servicio de los casos que considera honorables. Ahora Jack es requerido por un diplomático indio para investigar el robo de un extraño collar, y al mismo tiempo su ex novia, Gia, pide su ayuda para encontrar a un pariente desaparecido. Su apellido es Westphalen, y puede haber sido víctima de una maldición ancestral… que no se detendrá allí. Ambos casos están entrelazados, y según se interna en ellos, Jack el Reparador comenzará a preguntarse si puede haber fuerzas que están más allá de sus habilidades de reparación

Considerada por el hinduismo como la Madre Universal, “Kali La Negra” representa el aspecto destructor de la divinidad. Su templo principal es el Kalighat, lugar en donde aún se realizan sacrificios de animales en su honor, siendo sus acólitos más fanáticos los temibles “thugs”, una secta de asesinos profesionales que consideraban como deber religioso el asesinato premeditado para beneficiarse económicamente elevado a la categoría de profesión sagrada y honorable, en la cual la ética no entra en juego pero dichas prácticas fueron categóricamente aplastadas por los británicos a principios del siglo XIX.
De ahí el odio xenófobo y racial que exuda uno de los protagonistas de la novela, el en apariencia impecable diplomático hindú Kusum que precisamente para resolver un entuerto de difícil reparación acude a nuestro antihéroe conocido como Jack El Reparador, una especie de extraña fusión entre “El Castigador” comiquero y el detectivesco Philip Marlowe, aunque todo hay que decirlo, al bueno de Jack le falta tanto el salvajismo propio del icónico personaje ideado por John Romita, como la inteligencia mordaz de las creaciones de Raymond Chandler pues más bien nos encontramos ante un tipo duro pero de mediocres métodos expeditivos y cualidades deductivas muy limitadas que casi parecen convertir al atolondrado inspector Lestrade en un todo un lumbreras.

Este aspecto es uno de los muchos que lastran lo que debería haber sido una correcta novela de terror que sin embargo queda en una mera narración de aventuras con un cándido toque pulp, por aquello de que en determinado momento nuestro justiciero particular deberá afrontar una venganza generacional que puede acabar con su vida y la de sus seres más queridos llevada a cabo por medio de los “rakoshi”, unas figuras mitológicas caníbales devoradores de hombres que si bien suelen tener el aspecto de tigres humanizados y cualidades no tan perturbadoras, aquí el bueno de F. Paul Wilson los ha transformado en una mutación de improbable simbiosis entre Yeti y Profundo, debido a su reconocida influencia Lovecraftiana. Así mismo estos engendros secuestran a sus víctimas de un modo calcado al expuesto por el genial E. Allan Poe en su ya mítica “Los Crímenes de la Calle Morgue” para llevarlas a su cubil y allí poder despacharlas a gusto sin pararse a condimentarlas más que su propia sangre.

ORO PARECE, PLATA NO ES

Como vemos, a priori la novela luce un aspecto estupendo, un villano llamativo, un héroe carismático y elementos de “monster movie” que garantizan una trama tan ágil como adictiva, pero este estupendo escenario termina por devenir en excesivamente artificioso cuando Paul Wilson comienza a introducir en la trama elementos que considera ayudan a dotarla de variedad pero que en realidad lastran la misma. Sirvan de ejemplo unas escenas de sexo totalmente descontextualizadas pero muy al gusto de la modernas series de ficción que siguen ese abúlico triunvirato narrativo compuesto por “acción mediocre-trama insustancial-folloteo softcore” aplicables a “Juego De Pornos”, “American Sex Story” y demás abortos televisivos de insoportable levedad que parecen especialmente ideados para que se pajee el frikerío. Seguro que más de uno se habrá escandalizado al leer semejante opinión sobre sus series favoritas y objeto de culto en medio mundo, pero conste que en ningún momento afirmo que dichas creaciones sean de escasa calidad artística, muy al contrario, aunque como resulta evidente están en las antípodas de mis gustos, tan respetables como los de cualquiera.

Pues bien, la presente novela adolece de los mismos defectos o virtudes, según se mire, que terminan por aislarla en un páramo de ausentes con unas escenas de acción escasas, un terror cándido y unos personajes tan volubles como las criaturas que los persiguen a las que el lector más curtido termina por compadecer y desear que se carguen a toda la mediocridad que las rodea.

Eso sí, por variedad que no quede, pues nos vamos a encontrar desde ridículas escenas de travestismo, más propias de un film de la Troma, hasta referencias zoofílicas y un tufillo moralista que si bien critica entre líneas los peligros de cualquier fundamentalismo religioso llevado al radicalismo, sin embargo adolece de un chovinismo norteamericano como la “patria libertaria de las barras y estrellas” salvaguarda de la Humanidad y la decencia.

Pese a todo que nadie se espante, pues si sabemos disculpar estos perdonables defectillos, estamos ante una correcta novela de aventuras con ciertas concesiones al horror (que no a la inversa) y los ingredientes propios del género, como una trama misteriosa, monstruos preternaturales antediluvianos y mágicos objetos sagrados con los que hacerles frente en una enrevesada y peculiar trama protagonizada por esta suerte de Indiana Jones urbano que resulta ser nuestro protagonista Jack El Reparador. Para quien le otorgue una discutible oportunidad, avisarle sin afán de aguarle la diversión que la novela, pese a ser autoconclusiva, culmina con un escandaloso e innecesario “cliffhanger” como preludio de toda una saga de narraciones que el autor tiene previsto dedicar a este curioso personaje convertido en moderno desfacedor de entuertos. En definitiva, una lectura ligera y amena con la que desintoxicarse de la Literatura más farragosa del género que no por ello ha de copar el mismo.

Felices Pesadillas, Almas Oscuras.


Vuestros comentarios

1. 31 oct 2015, 14:55 | Bob Rock

Otra pedazo de reseña MASP, en esta te has empleado a fondo. Por cierto, comparto contigo lo del tema de las series mencionadas. Especialmente me duele lo de American Horror, de la que no pude terminar ni la tercera ni la cuarta temporada. Efectivamente tienen una calidad encomiable pero una vez en marcha, emitidas en pantalla, algo les falla para mi gusto. Vamos, que aburren, son provocativas por provocar y no avanzan ni un pijo.

En cuanto al libro, pues no lo he leído. El sesgo lovecraftiano de Wilson, explotado en algún relato corto bastante bueno, me atrae mucho, pero voy a ser más directo: ¿me lo recomiendas en particular? También tengo la Fortaleza pendiente, y dado que actualmente tengo algo de sequía literaria igual me hacía con los dos de golpe…

Un abrazo!!

2. 31 oct 2015, 17:31 | MASP

Pues siendo sincero no te lo recomiendo. Me explico: la novela está entretenida y funciona como “placer culpable”, pero una cosa es que el señor Wilson admire a Lovecraft (nos ha jodido, ¿y quién no?) y otra que no se le parezca ni en el brillo carmesí de los ojos del maestro de Providence. La influencia se ve sobre todo en la iconografía utilizada (monstruos de parentesco reptiliano, objetos de poder ancestral, grimorios religiosos) pero narrativamente adolece de calidad frente a cualquier narración gótica del XIX. Y tampoco hay que reprochárselo al bueno de F. Paul Wilson pues su intención no es escribir una obra maestra sino un libro de aventuras.

Nuestro problema, amigo Bob, es que estamos muy mal acostumbrados. Nos pegamos bacanales orgiásticas de Poe, Hodgson, Hawthorne y compañía y luego pretendemos que todo nos sepa igual. Y claro, no puede ser. Si es que somos unos pijos y unos malcriados de tanto mamar de la teta clásica. Pero es un “buen libro” para ir “adoctrinando” al personal. Vamos, vamos, sabes tan bien como yo que dentro de cada uno de nostros se esconde un predicador latente… xD. Prueba y me cuentas.
O mejor aún, Valdemar acaba de reeditar “Allá lejos” de Joris-Karl Huysmans…

Sin embargo, si te mola la novela negra, la trilogía “Versos, Canciones y Trocitos de Carne” de César Pérez Gellida, sobre las andanzas de un carismático psycho-killer (dedica poemas sus víctimas extraídos de obras clásicas, fuma puros aromáticos, asesina a ritmo de Bunbury y es un sociópata de mucho cuidado) está muy lograda. Huelga decir que será reseñada. Pero ahora mismo estoy con “El Sirviente De Los Huesos” de la reiterativa Anne Rice y con “La Silla” de David Jasso y no doy a basto, macho.

Sobre las series, verás como alguno me crucifica por sacrílego, pero a mí me pasó lo mismo. Con “Juego De Tronos” no pasé de la tercera temporada (y SÍ he leído los libros para quien le interese y me sigo quedando con otras cosas quizá menos adultas pero más de mi gusto). Con “American Horror History” otro tanto. Probé con “Hemlock Grove” y ni te cuento cuál su primera escena. Si es que joder, no viene a cuento. Una cosa era el erotismo vampiresco de la Hammer y otra cosa esta moda de “Series Eróticas Temáticas” con elementos de épica, terror y demás, cuando debería ser a la inversa. Seguro que el bueno de Jess Franco de descojona al ver que la gente se vuelve loca por lo mismo que a él le censuraban cuando además lo hacía con mucho más estilo.

Creo que me ocurre lo mismo, me críe con series muy distintas y ahora esto… ¿Saldrán follando Mulder y Scully en los nuevos capítulos de “Expediente X” para cumplir con la moda en su esperado regreso? Igual es que soy un reprimido sexual y no me había percatado hasta ahora… Pero no, casi seguro que no es eso. xD

Un abrazo!!

3. 01 nov 2015, 14:23 | Bob Rock

MASP.- Jope, pues que chafada, no me quedaba claro con la reseña si eras muy, muy partidario de la novela. De todos modos, “El Torreón” tiene que ser mío, creo que me lo tendría que haber leído hace años y como hay sequía en los estrenos literarios actuales (mucha morralla nacional y poco internacional “nuevo”) me haré con ese “Torreón”.

¡Qué vas a ser un frustrado! Ja ja ja, a mí me pasa lo mismo. Mira, me gusta un buen culo más que a un tonto un palote, soy un pornógrafo desde los 14 años, pero eso no quita para ver que todo tenga un tiempo y lugar y la ultrasexualidad en las series de terror les quita, precisamente, el terror. Con American Horror Story se llevó el riesgo muy lejos y parece que ahora “adulto” signifique folleteo… creo que el gran acierto, entre otros, de Expediente X fue la frialdad en la relación de los dos agentes. Un poco de picardía nunca viene mal, pero estos últimos años han visto un exceso que roza lo ridículo y no lo erótico.

Un abrazo!!

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