The Hallow (The Woods)

Meter en el mismo saco ancestrales mitos y leyendas de origen céltico, un parásito devorador capaz de convertirte en un miembro destacado de los X-Men y un soterrado discurso ecológico con el punto de mira puesto en la siempre difícil relación hombre/naturaleza, es una manera tan buena como cualquier otra de complicar, sobremanera, una historia que debería ser mucho más sencilla y accesible de lo que finalmente acaba siendo. Y lo más curioso del caso es que el debutante Corin Hardy ejecuta tamaña pirueta mortal logrando caer de pie, ileso, y con una película de terror bastante aceptable bajo el brazo.

Un operario de deforestación, su mujer y su hijo recién nacido, se trasladan a un remoto pueblecito irlandés rodeado de inmensos bosques. La tarea del padre de familia consiste en pasearse por los bosques y decidir qué árboles serán talados, colocando una cruz sobre los mismos. A causa de su misión se granjea la desconfianza y el recelo de los habitantes del pueblo. Pero ese será el menor de sus problemas. En la profundidad del bosque habitan unos seres deformes que parecen estar muy interesados en el bebé y que harán lo posible para que la familia abandone el bosque. Una rara especie de bacteria carnívora no hará otra cosa que complicar aún más, si cabe, las cosas. La batalla por la supervivencia está servida.

La cosa tendría que ser así de fácil: una familia unida haciendo frente a un grupito de demonios nocturnos que habitan el bosque. Sencillo… ¿no? Y sin embargo hay algo en el guion de The Hallow, co-escrito por el mismo Hardy, que te invita a pensar que no todo es tan sencillo como parece. Que hay algo que no cuadra, que no acaba de funcionar. Algo que se escapa a tu comprensión. Corin Hardy afirma haberse inspirado en numerosas leyendas y mitos de origen irlandés (un país y una cultura rica en este tipo de mitologías) a la hora de dar forma a la historia de The Hallow; y no sé cuánto de extendidas pueden estar estas historias entre una audiencia anglosajona, pero en cualquier caso me parece asumir un riesgo demasiado elevado el confiar en que el público, en términos más generales, será capaz, por sí solo, de identificar y procesar convenientemente dichos mitos y leyendas. Intentaré explicarme…

Uno de esos pasajes que quizás obliguen al espectador a mirar The Hallow con el rabillo del ojo, a causa de la desconfianza, es el del bebé. (Atención, posible spoiler) Pues bien, según cuenta una leyenda irlandesa las hadas solían tener bebés inexpresivos y deformes a los que repudiaban e intercambiaban, durante la noche, por bebés humanos sanos y hermosos (fin spoiler). Si el espectador conociera de antemano esta leyenda, probablemente le sería más fácil asimilar y comprender varias de las situaciones que se dan a lo largo de la película —sobre todo en su tramo final—. El problema es que el guion de The Hallow apenas aporta algunas pistas (unas pistas muy poco explícitas) acerca de dichas leyendas, dejando al espectador que las desconoce (que, supongo, somos muchos) con cierta sensación de abandono. Con esa impresión que antes os comentaba de estar perdiéndonos alguna cosa.

Y sin embargo, a pesar de todo lo dicho hasta ahora, y a pesar, también, de que The Hallow me obligó a investigar tras su visionado ante esa sospecha, creciente, de que me había perdido “algo” (lo que, debo reconocer, me tocó un poquito los huevos… con perdón); lo cierto es que la película acabó gustándome. Hardy sabe construir una densa e inquietante atmósfera, acierta en el ritmo de la película, cuenta con unos monstruos de vieja escuela realmente efectivos (me encantaron) y orquesta una serie de secuencias con una intensidad y suspense más que aceptable. Incluso la transformación del protagonista, a pesar de que era otro de esos pasajes que no acababa de entender (la inclusión de la bacteria asesina está algo forzada), me pareció interesante. En definitiva recomiendo The Hallow como un pasatiempo terrorífico honesto, apasionado y convincente; con el aviso, eso sí, de que su guion pueda resultar, en cierto modo, ineficaz e incompleto.