Landmine Goes Click

La ganadora de festival de “La mano” de este año reúne todo lo que le gusta a cualquier aficionado de un buen thriller: tensión, giros sorprendentes y una contundente conclusión como broche final. Además es un producto con una factura excelente y buenas actuaciones: así que lo tiene todo.

Alicia y Daniel son una pareja norteamericana de excursión en Georgia (el país). Les acompaña Chris, que vive con el remordimiento de no haber confesado a su mejor amigo que ha tenido una aventura con su chica. En un ambiente cordial en apariencia, pero plagado de secretos, los acontecimientos se precipitarán cuando, haciendo una foto de grupo, Chris pise una mina abandonada. Sin posibilidad de separar su pie del funesto objeto contemplará impotente los amenazantes sucesos que se desencadenarán a su alrededor.

Decía Alfred Hitchcock que el suspense se generaba cuando el espectador era testigo de los acontecimientos pero los observaba hastiado al no poder intervenir en la escena y, aunque no se refería estrictamente a la situación que nos ocupa, las desventuras de Chris ganan en intensidad dada su nula capacidad de acción respecto a lo que le rodea. Como ya pasaba en cintas como Phone Booth o Grand Piano, el espacioso entorno en el que transcurre el film se transforma, con el paso de los minutos, en un claustrofóbico nicho del que, mucho nos tememos, no va a poder salir airoso nuestro protagonista. Una sensación de fatalidad que corre pareja a un descenso cada vez mayor de la iluminación al acercarse el ocaso y a una escalada de las amenazas circundantes al aparecer un estrambótico personaje y su perro.

La sombra del cortometraje alargado hasta la duración de una película sobrevolará en todo momento pero, cada vez que el guión parezca que no da más de sí, un nuevo giro vendrá al rescate de la cinta. Sus 60 minutos finales suponen un cambio de tono y de género (hasta ese momento nos movíamos en algo cercano a las películas de supervivencia) tan edificante como devastador.*

El actor Sterling Knight, que se antoja como un secundario al inicio del film, hace en su interpretación de Chris una auténtica demostración de registros que brillaran con especial fuerza la segunda parte de film. Desgraciadamente su papel queda eclipsado por la demoledora actuación del malo malísimo de la cinta, Ilya (Kote Tolordava) un psicópata con toques de Torrente o Barragán tan detestable y sórdido como divertido de contemplar… Vamos lo que vengo a llamar un hijo de la gran puta.

Unos créditos de inicio rodados en Tilt shift (efecto maqueta) y los planos posteriores realizados con drones, sacan un poco del eje al espectador en los primeros compases, aunque poco a poco la acción se irán posando a la vez que se estrecha el círculos sobre la pareja siendo, pasados los 10 primeros minutos, mucho más convencional. Pero esta extraña forma de montar la cinta, junto con una banda sonora que se trunca bruscamente durante los diálogos, crearán un juego que ayudará a entender la locura de la que seremos testigos.

Landmine Goes Click se suma al excelente cortometraje de Gerardo Herrero Picnic y a la bélica británica Kajaki en el uso de las minas de tierra como elemento de suspense, y lo hace con los mismos excelentes resultados que las mencionadas. Otra más para mi lista de las 10 mejores cintas de este 2015 agonizante, de manera que no puedo por menos que recomendárosla. Eso sí, si sois sensibles al sadismo visual mejor no os adentréis en este campo.