Estás aquí: Página de inicio » Noticias » Un Robot no puede hacer daño a un ser humano…

Un Robot no puede hacer daño a un ser humano…

6 robots asesinos retro

“Hardware”, programado para matar, de Richard Stanley (“Hardware”, 1990)

Manu os descubre los peligros de coger cosas de la basura

Mo (Dylan McDermott) regala la cabeza de un viejo robot que compra a un nómada del desierto a Jill (Stacey Travis), su novia escultora. Ambos ignoran que, en realidad, se trata del centro neurálgico de Mark 13, un androide altamente violento y agresivo, cuya fabricación el gobierno ha desechado por un fallo en el sistema. Así que, mientras Jill está sola en casa, Mark 13 se reconstruye y comienza la cacería…

Tras un corto y un mediometraje, ”Hardware” supuso el debut en la dirección de Richard Stanley. A finales de los 90, parecía una promesa del cine fantástico, pero hoy podemos afirmar que prácticamente se ha quedado en nada. Sin embargo, “Hardware” sigue poseyendo encanto: hecha con dos duros, da el pego y consigue que te olvides de que, en realidad, estás viendo descampados y un único interior. Con una banda sonora vibrante y excesiva de Simon Boswell (que no tiene pudor en copiar algunas de las piezas que utilizó para “Aquarius”, el slasher de Michele Soavi de tres años antes), una fotografía saturada de filtros y colores, que el propio Stanley justificó en su momento como un homenaje a “Suspiria” (incluso hay una cristalera en la casa de Jill y Mo bastante parecida), una concepción videoclipera del cine más emblemático de los 90 (no en vano su director provenía del mundillo del video musical), y una estética copia-inspiración de ”Mad Max” y “Blade Runner”, la película es una suerte de pesadilla desquiciada y violenta que hace del artificio, el barroquismo y la suciedad, virtudes.

…y Mark 13 está a la altura. Es la estrella de la función. Tarda en empezar a actuar, pero eso sólo sirve para que se le espere con más ganas, y cuando comienza no defrauda. Lo mismo te inyecta un veneno alucinógeno que utiliza una sierra mecánica.

Hardware se benefició, además, de dos cameos de lujo: la voz de Iggy Pop como Angry Bob, el reportero de W.A.R. Radio que comenta la desoladora actualidad, y Carl McCoy, cantante de The Fields of the Nephilim, interpretando al enigmático nómada que va recogiendo basura por el desierto. La producción corría a cargo de los hermanos Weinstein y Stephen Woolley, volcado en aquel entonces en lo indie… aciertos y participantes convirtieron Hardware en un sleeper… pero su director nunca llegó a superarlo: su siguiente película, “Dust Devil”, era aburridísima, y a partir de ahí se perdió en un desierto radioactivo como los que recorre su nómada, aunque ha prometido regresar de aquel erial maldito con una adaptación de Lovecraft bajo el brazo: “El color que cayó del cielo”…

“Westworld, almas de metal”, de Michael Crichton (“Westworld”, 1973)

El Bueno, el Feo y el Cyborg, por Bob

En un futuro no muy lejano, una empresa ofrece a sus clientes experiencias al límite en un parque de atracciones dividido en tres secciones: el salvaje oeste, el imperio romano y el Medievo. Por una elevada cantidad pueden vivir tal y como fueron esas épocas; apoyados por la más avanzada tecnología, los directores del parque utilizan unos robots idénticos a los seres humanos para gozo y disfrute de los clientes… hasta que algo sale mal y esas máquinas se rebelan contra sus creadores.

Esta película se erige en un clásico por derecho propio y es que tiene todo: ciencia ficción, dilemas morales, terror, crítica social, acción, vaqueros, romanos, cyborgs… y, por si fuera poco, sienta las bases para dos grandes títulos de la historia del séptimo arte: “Parque Jurásico”, no en vano comparten icónico guionista, y “Terminator”. Además, como simpático añadido, procuró la base argumental para uno de los capítulos más divertidos de “Los Simpsons”: “Rascapiquilandia”. A su vez, en lo personal detecto cierta influencia de la más famosa novela de Philip K. Dick, ¿hace falta que la nombre? Pero vamos, no es un tema que nos sea ajeno desde la buena de Mary Shelley.
El famoso escritor de ciencia ficción lúdica, Michael Crichton, se puso tras las cámaras para narrar su particular epopeya pulp, una historia donde los ricos pueden olvidarse de la moral y las reglas establecidas dentro de tres mundos recreados a imagen y semejanza de tres épocas históricas legendarias. Ubicando la mayor parte de la trama en el área dedicada al salvaje oeste, la diversión comienza cuando los robots usados como figurantes se rebelan y empiezan a atacar a los visitantes del fastuoso parque de atracciones, todo recreado con especial gusto, de tal forma que más de cuarenta años después la película se mantiene atractiva visualmente.

Pero no sólo de imágenes vive el cyborg, en este caso los actores principales, unos esplendidos Yul Brynner, Richard Benjamin y James Brolin, se marcan unas interpretaciones de lujo para unos papeles que, sin renunciar a esa caracterización directa heredera del mejor pulp de aventuras, alcanzan una credibilidad fuera de dudas. Especialmente destacable es el trabajo de Yul “Skinhead” Brynner, que se adelanta varios años al temible “T-100” de Schwarzenegger: de negro hasta los talones, su actuación como robot psicópata consigue aportar un genial grado de tensión a la cinta que la emparenta con el mejor cine de terror psicológico, o esas fueron mis impresiones de pequeñito, época en la que ese despiadado pistolero asoló mis sueños.

Por supuesto, tal y como corresponde a la ciencia ficción de los setenta, la película se debate entre sus múltiples fallos argumentales, ¿en serio es sostenible ese parque de atracciones?, y esa feroz crítica que dispara contra la sociedad de consumo, “DisneyWorld” abría sus puertas un par de años antes del estreno de la cinta. Sin olvidarnos de la amoralidad del poder: ¿pagar mil dólares al día para matar y tirarse máquinas indistinguibles de los humanos? Siendo considerados, es muy fácil olvidar los terribles fallos de guión y ciertos efectos de sonido deplorables, atención al repetitivo sonido de las balas, gracias al trepidante ritmo que los sucesos imprimen en la cinta, una agilidad perdida en estos tiempos donde toda película aspirante a éxito busca darle vueltas y más vueltas a conceptos que se resolverían mejor por la vía directa.

Semejante es el calado de esta obra que dio lugar a una breve serie de televisión, poco exitosa, todo hay que decirlo, y a una secuela, tres años después, que no goza del mismo prestigio: “Futureworld”. Pero no se vayan todavía, porque en enero de 2016 se estrenará… ¡la nueva serie de televisión basada en el universo de Crichton! ¿Alcanzará a medirse con la divertida experiencia de ver a dos capullos ricos luchando a brazo partido contra una horda de robots cansados de aguantar la sodomización de sus creadores?

“Kill Bots”, de Jim Wynorsky (“Chopping Mall”, 1986)

Un motivo más para odiar ir de compras, por Manu

En 1986, pocos se podían imaginar que “Chopping Mall”, dirigida por un jovencísimo Jim Wynorsky, sería sólo la segunda película de una prolífica carrera… de más de cien títulos. Bajo el ala de Roger Corman y su Concorde Pictures, “Chopping Mall” es la quintaesencia de los ochenta, a la altura de ”Night of the Comet” (Thom Eberhardt, 1984), con la que comparte protagonista femenina, Kelli Maroney.

Un grupo de jóvenes deciden celebrar el cumpleaños de uno de ellos en la tienda en la que trabaja de un centro comercial. El problema es que el complejo acaba de incorporar un nuevo sistema de seguridad, tres robots que responden a los nombres de Protector 1, 2 y 3; esa noche hay tormenta, y un rayo vuelve a los tres guardias electrónicos en asesinos despiadados…

La escena más memorable de la película es en la que uno de los robots revienta la cabeza de Leslie (Suzee Slater). Es, también, lo más parecido al gore que veremos en ella. Y es, también, lo más parecido al gore infantil que verás en tu vida: el arma homicida del Protector es un rayo láser rosa, y los robots, en sí, no son especialmente aterradores. Más bien, lo contrario: son redonditos, no corren mucho aunque Wynorsky intente disimularlo, tienen una luz roja como la del coche fantástico… Para entendernos: su capacidad para el horror está a la altura de los robots de otra película de 1986: “Cortocircuito” (“Short Circuit”, John Badham). El por qué Chopping Mall es una suerte de obra de culto de la serie B más descarada hay que buscarlo en esa quintaesencia de una década a la que nos referimos, así como su espíritu gamberro: diálogos memorables como el del peperoni (Greg, tras besar a Suzie: You smell like pepperoni; Suzie: Well, if that’s how you feel…; Greg: Wait a minute…; Suzie: What? Greg: I like pepperoni.); escenas de vestuario totalmente injustificadas sólo para poder ofrecer desnudos; una banda sonora de sintetizador absolutamente adorable y pasada de moda; la constatación de que Kelli Maronei se tiró toda la década en un centro comercial, y la firme convicción de Corman y su séquito de que era posible hacer una película con cuatro duros y un guión escrito en una tarde… y la gracia es que, prácticamente, lo demuestran. Las grandes obras maestras están muy bien, sí; pero, a veces, sólo un “Chopping Mall” te alegra la tarde con su descaro y osadía.

“Máquina Letal”, de Stephen Norrington (“Death Machine”, 1994)

Capitalismo mortal, según Bob

Varios incidentes relativos a la creación de armas experimentales por parte de la organización Chaank, han obligado a nombrar una nueva gerente en la corporación. Durante su primera noche descubrirá los horribles planes de la empresa, así como la participación del más brillante de los ingenieros: Dante. Un psicópata en potencia cuya mascota robótica emprenderá una matanza dentro del edificio, atacado, por otra parte, por activistas pro derechos humanos.

Uno de mis juegos de rol favoritos es, sin dudas, “Cyberpunk”, basado en las corrientes de ciencia ficción oscura que tan bien se enarbolan en la obra de William Gibson. Una vez sintetizado y procesado como subgénero, en los noventa se produjo un “boom” de esta interpretación del futuro, pero su representante más excesiva y pasada de rosca sería la británica “Máquina Letal”. Obra faraónica de la que todavía se dice que nadie ha visto la versión completa (los rumores la sitúan como una versión de 140 minutos, siendo la menos editada hasta la fecha la española, con poco más de 120 minutos), ni siquiera su propio director y guionista, Stephen Norrington (“Blade”, “La Liga de los Hombres Extraordinarios”), acabó contento con el resultado final y la recortó y manipuló casi tanto como la censura. Y es que a pesar de que el tiempo ha desjustificado la actitud censora de la industria británica, la película no es tan fuerte como se rumoreó en su día; eso sí, nos encontramos con ciertos destellos de mala baba genuina. Sobre todo en manos del villano principal: un tal Jack Dante interpretado de forma histriónica por el Brad Dourif más descerebrado. Un psicópata degenerado y vicioso que nos deja perlas como un enfermizo intento de violación; sin embargo, es el metálico brazo ejecutor de su locura quien se mereció dar título a la película. “Warbeast”, que se así se llama la criaturita, es un robot lleno de cuchillas y afilados colmillos que ha sido creado por la genial, pero macabra, mente de Dante, no se sabe bien con qué objetivo.

Es precisamente esa falta de dirección argumental la que finalmente convierten a “Máquina Letal” en un peñazo del que deberíamos olvidar su última hora de metraje. Sí, la ambientación es ideal, los colores azulados, la decadencia corporativa, las claustrofóbicas oficinas, las drogas, la falta de escrúpulos… ¡una partida perfecta! Sin embargo, las idas y venidas de la bestia mecánica, recreada por los pelos, no son nada interesantes, ni siquiera con la multitud de homenajes y chascarrillos con las que Norrington, al mejor estilo de un adolescente excitado, inunda la acción en pantalla: “Posesión Infernal”, “Robocop”, “Soldado Universal”, “Terminator”, “Alien”… todas tienen sus quince segundos de gloria a través de “Máquina letal”, pero sobre todo se hace patente ese homenaje en los nombres de los personajes: “John Carpenter”, “Scott Ridley”, “Jack Dante”, “Sam Raimi”. No se puede ser más claro, ¿verdad?

No obstante, atravesando esa cáscara de saturación estética, homenajes cinematográficos y falsa provocación encontramos poca cosa más. Una cinta carente de la violencia real que tanto iba a dinamitarnos la cabeza. Se agradece muchísimo que “Warbeast” sea por momentos igual de persistente que Chucky, para mi gusto el asesino más perseverante de la historia del slasher, además me viene al pelo nombrarlo, y también es cierto que el robot inspira su dosis de terror, pero los discursos onanistas de su creador, la moralina barata de los techno hippies que intentan asaltar el edificio de la corporación, la poca credibilidad de su protagonista, una perdida Ely Pouget, y el tono monótono hasta su atropellada conclusión, la convierten en un proyecto fallido.

Aunque, amigos roleros, no despreciéis su trama base para confeccionar una aventura memorable: ¿quién será el primero en lanzar los dados?

“Asesinos cibernéticos”, de Christian Duguay (“Screamers”, 1995)

Manu os presenta los Tamagotchi del futuro

Los “Screamers” del título son unos pequeños robots que se mueven bajo tierra y que cuentan con cuchillas como armas mortíferas. Habitan en el planeta Sirius 6B, una gran mina. Fueron creados, en un futuro ya no tan lejano, por uno de los dos bandos de una cruenta guerra que ha asolado la tierra y parte de otros planetas del sistema. Son unos organismos bastante inteligentes: atacan a todos los seres vivos, de manera que el bando que los inventó también desarrolló unos brazaletes que les impiden captar los latidos de sus corazones y, por tanto, ser sus víctimas. En este bando, se encuentra Joe (Peter Weller), que decide negociar una tregua bajo su cuenta y riesgo cuando la situación en la base en la que trabaja se vuelve insostenible. Sin embargo, en su viaje descubrirá que los Screamers han mutado y que los hay, al menos de tres tipos.

El argumento de la película es un poco complicado, y a veces da la sensación de que no hacía falta un conflicto tan complejo para plantear la situación, que es bastante interesante: los Screamers han evolucionado en tres especies: los tipo 1, que son una suerte de animales metálicos; y los tipo 2 y 3 que pueden adquirir forma humana. En los tres casos, estamos hablando de robots letales y con bastante mala leche, pero en cualquier caso, máquinas de matar perfectas similares a Alien (no en vano, uno de sus dos guionistas es Dan O’Bannon). La película no está a la altura de ésta, ni mucho menos, y los efectos especiales se han quedado un poco desfasados. Sin embargo, ha ganado con el tiempo. Su premisa sigue funcionando, tiene varias ideas bastante buenas e incluso arriesgadas (Spoiler: la insinuación del final de que los Screamers serán la nueva raza del planeta Sirius 6B, en una evolución muy similar a la de los humanos), y los robots de marras protagonizan algunas escenas realmente inquietantes (la vuelta de la comitiva al búnker del que partieron a un servidor le parece escalofriante).

La película, como decimos, se resiente de un planteamiento un tanto rebuscado e innecesario, así como de tener prácticamente tres finales en los que se salta sus propias normas, de manera que deja un sabor de boca agridulce. Sin embargo, a un servidor le parece que sería injusto que la valoración general no fuera buena, así como no reservarle un lugar en la segunda fila de la grada a estos robots asesinos.

“Engendro Mecánico”, de Donald Cammell. (“Demon Seed”, 1977)

Los “roBobs” no necesitan Viagra

Un eminente y frío científico desarrolla un súper computador que alcanza la conciencia. De este modo, Proteus IV, entiende que su necesidad primordial es reproducirse y para ello echa el ojo (virtual), en las sabrosas formas de la mujer de su creador. ¿Podrá aparearse sin pilila?

La inteligencia artificial más cabrona del cine fantástico no es ni Skynet ni Hal-900, Proteus IV se alza con el tan ansiado premio simplemente por su lascivia, ¿cómo no galardonar a un súper ordenador cuyo primer impulso, recién creado, es aparearse para tener un hijo? Sobre semejante premisa se construye, con toda la seriedad al alcance de 1977, una cinta delirante que, pasadas las décadas, funciona mejor a nivel casposo que como película de culto. Son tantos los agujeros que presenta el guión, basado en la novela homónima de Dean R. Koontz, que uno no sale de su asombro hasta el descacharrante final, donde los deseos de nuestro vicioso Preoteus IV se hacen realidad en una fusión de carne y metal que pondría los pelos de punta, más si cabe, a nuestro querido Tetsuo. Es en esa búsqueda de la seriedad formal donde “Engendro Mecánico” (“Devil Seed” en el original) se desbarata y se resiente de una escenografía cruelmente datada, lo que no importa, pues redunda en esa diversión traviesa que proporciona el hecho de visionar como una entidad sin cuerpo juega, con todos los medios tecnológicos a su alcance, a “papás y mamás” junto a la oscarizada Julie Christie (“Fahrenheit 451”, “Doctor Zhivago”, “Darling”).
Y pongamos algunos ejemplos de estas incongruencias tan deliciosamente graciosas: ¿cómo una computadora capaz de crear un avatar poliédrico y físico de sí misma necesita a una mujer para dar a luz a su progenie? Es más, ¡¿para qué diablos quiere reproducirse?! ¿Es cierto el deseo de que su hijo sienta el calor del Sol en la cara? ¡Toma ya! Con esta “übermente” no debemos temer al apocalipsis robótico que otros autores han predicho.

Hasta cierto punto es una pena que el argumento derive en la tortura a la que es sometida la protagonista, encerrada en una casa inteligente bastante setentera, en lugar de desarrollar esa rebeldía tan sólida que hace cierto aquello de que “si una máquina tomará consciencia de sí misma y tomase las decisiones más lógicas, acabaría con la raza humana al considerarla una amenaza contra la estabilidad de la vida tal y como la conocemos”. Por suerte, “Engendro Mecánico” dispone una fuerte vertiente lúbrica (y lúdica) encarnada en una sabrosa Julie Christie de treinta y seis años, que, junto a la banda sonora y lo descacharrante de la propuesta, convierte a la película en un clásico menor de la comedia involuntaria, sin renegar de ciertos momentos muy oscuros, como la decapitación cometida por el puzle poliédrico. De tal manera que las pantallas psicodélicas llenas de fractales sin lógica alguna, se convierten en la mejor excusa para encender una antorcha mágica y adentrarse con los colegas en la retro ciencia ficción más cochina de la historia del cine (serio).


Vuestros comentarios

1. 05 div 2015, 23:28 | MASP

Qué gran reportaje!
Como seguro muchos lectores harán, me lanzo al ruedo y me atrevo a añadir tres films de culto que al igual que los comentados son de revisión obligada:
-Saturno 3 dirigida por Stanley Donen en 1980.
https://www.youtube.com/watch?v=NENxIu02bvg
-Runaway: Brigada Especial dirigida por Michael Crichton en 1984.
https://www.youtube.com/watch?v=lA6ybohAVq8
-El Ascensor dirigida por Dick Maas en 1983 en un alarde de imaginería totalmente surrealista.
https://www.youtube.com/watch?v=IQx8v6Xq3ZA

Queremos más especiales como éste, Manu!
Un abrazo!

2. 06 div 2015, 00:44 | Dereks-Never-Run

Gra-cias Ma-nu [con efecto vocoder]
No puedo expresar la sensación de nostalgia por esa ingenuidad ochenoventera que destila “Chopping Mall”.
Mi padre se ha llevado una alegría (y por ende, yo también) con Westworld pues es una pelicula que siempre me ha dicho “a ver si te enteras en interné de como se llama la peli del vaquero robot”… y punto. Ni siquiera se acordaba de Yul Brynner o James Brolin en el reparto, así que probablemente nunca la habríamos encontrado. De nuevo, gracias Manu! [esta vez con voz humana ;) ]

3. 06 div 2015, 18:58 | Joan Lafulla

¡Brutal el artículo! Enhorabuena…

4. 06 div 2015, 21:24 | Bob Rock

MASP.- Me encantan Saturno 3 y El Ascensor, muy buenas recomendaciones, pero me parece mal tu petición: un caballero como tú no puede tirar la piedra y esconder la mano… ¡tiene que participar! ¿Te gustaría unirte a otro especial? Tengo ya el tema, elegimos tres o cuatro películas por barba y a disfrutar…

Dereks-Never-Run.- Me alegra que le hayamos sacado una sonrisa a tu padre (al mío también le flipaba Westworld, de hecho la vi con él en el viejo VHS familiar). Ahora toca volver a ver alguno de estos clásicos.

Joan.- ¿No tenías tú alguno en mente?

Un abrazo!

5. 06 div 2015, 21:56 | Benders

Excelente el artículo (o reseña). Me trajo a la mente gratos recuerdos como cuando emitieron “Engendro mecánico” en aquel fabuloso programa de la 2 ‘La Clave’, y k GRAN película “Westworld” aunque su secuela fuera un poco mala. También hubo secuela para “Screamers” directa a video en 2009.

6. 07 div 2015, 09:52 | Ramon Retamar

Hola.
En la lista agregaría “Saturno 3” (1980), donde se muestra un antroide asesino.

https://www.youtube.com/watch?v=vVIsW5MQUNI

7. 07 div 2015, 17:47 | MASP

Bob Rock-Recojo el guante y me apunto al bombardeo. Nos ponemos en contacto para concretar los terroríficos detalles. xD

8. 24 ene 2016, 23:04 | Mountain

Que grande este especial robot asesinos! Me encantan estas pelis, “Hardware” es una pequeña joyita escondida, como lo es “Demon Seed”, pero si hay alguna que “brilla en la oscuridad como los rayos C cerca de la puerta de Tannhauser” esa es la grandiosa “Westworld”, sin duda una de mis pelis preferidas de todos los tiempos y con un malote que todavía hoy en día da un miedo que te cagas, una verdadera obra maestra!

Muchas gracias a Manu y a Bob!

Escribe tu comentario:

¡ATENCIÓN! El formulario de comentarios utiliza un sistema de previsualización con el objetivo luchar contra el spam. Por lo tanto, tras pulsar el botón PREVISUALIZAR no olvides pulsar el botón ENVIAR para dar de alta definitivamente el comentario.


Si desea incluir un spoiler indique use las etiquetas [spoiler] y [/spoiler] para enmarmar el texto que se ocultará.