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Murder in the dark

Los experimentos con Coca-Cola©

Murder in the dark

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 1/5

Una que van varios jóvenes estudiantes de medicina, miembros de United Colours of Benetton, hasta unas ruinas Turcas a pasar un ratico y allí empiezan a morir uno a uno entre folleteo y folleteo. ¿Quién será el asesino? Yo haría oposiciones para el trabajo, la verdad.

“Murder in the dark” parte de una base curiosa, un intento original de hacer una película de terror. Eso sí, por parte de tíos que no tienen ni puñetera idea de que funciona de cara al espectador, probablemente regocijados bajo los efectos de una borrachera ante el atrevimiento de sus ideas: “oh, lá lá”. Rodada en 2013, lo que ya da pistas del resultado final si ha tenido que esperar casi tres años a ser estrenada de tapadillo, esta coproducción entre Estados Unidos e Italia intenta recrear en parte los logros de “El Proyecto de la Bruja de Blair”. Si os acordáis, la cinta de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick presentaba a unos actores que no conocía de antemano todo el desarrollo del guión, siendo así para lograr mayor veracidad en sus reacciones ante los sucesos escalofriantes que los atormentaban. Si ya en su momento podríamos poner en duda los resultados del invento, es con “Murder in the dark” cuando todo se va al garete. Dicen sus propios creadores que se trata de un rodaje de forma experimental para lograr una película imprevisible, con sólo unos breves apuntes la historia avanzaba sobre la marcha según las decisiones de los actores, algo parecido a un juego de rol. Sólo que con un grave problema: no había historia que contar, más allá del típico esquema slasher que tú y yo podríamos rodar en las ruinas de Belchite. Es decir, cine amateur de la peor calaña, encima revestido con los oropeles de la experimentación en busca de una excusa para los vítores hipster que, afortunadamente, no han llegado.

Cuando pienso en experimentos, uno que ha crecido con la amenaza de los pulp calentándome la nuca, siempre me vienen a la cabeza imágenes de doctores nazis en oscuras mazmorras, retirando con cuidado los globos oculares de bellas mujeres para depositarlos en burbujeantes frascos conectados a cables interminables que se pierden en la inmensidad de un castillo germano. O un jorobado en bata que prueba la resistencia de la piel humana arrancándola de sus víctimas y usándola como las sábanas de su impresionante mansión victoriana, que por supuesto suele ser visitada por despistados universitarios cuyo terso cutis pasará a ser una descarnada masa de músculo y sangre tras tomar un cubata de narcótico. O un amargado médico vilipendiado por la sociedad científica sobre sus extrañas ideas de híbridos entre seres humanos y protozoos, ya puedo verlo recluido en una cabaña mientras prepara el instrumental junto al rostro de su esposa, adultera hembra que recibirá el castigo de su infidelidad en forma de inyecciones de plasma de ameba, cuidadosamente alterado genéticamente, dando lugar a una masa informe de huesos, ojos y cilios venenosos. O a esa hilera de chupitos que acabó con mi dignidad el pasado sábado: Jagermeister con Chinchón, Ron, Bourbon, Tequila, Vodka con lima, Ron con naranaja, Sol y Sombra… el camarero niñato del Brasil sí que tenía cara de científico loco.

Y es que “experimento” es algo que rápidamente me retrotrae a la icónica figura de los “mad doctors”, y no a un argumento desarrollado sin ton ni son y que no va a ninguna parte. Aunque los actores, jóvenes desconocidos como se debe a su condición de experimentadores, intentan aportar algo a sus personajes, se nota que el material de partida es nulo porque, a veces, incluso no saben cómo reaccionar frente a la cámara. Sí, es un experimento, pero algo más parecido a coger a una ristra de espectadores e introducirles por las orejas finos diodos hasta dar con su cerebro y propinarles rabosas descargas eléctricas de forma que los ojos les lloren gelatina gris.

No me entendáis mal, respeto la intención, pero no respeto a las personas que se lanzan a algo estúpido y sin fundamente sólo por el hecho de que “no lo ha hecho nadie antes”. Lo primero es que casi todo ha sido probado (¿necrofilia con cadáveres de cabras? Sí, también); y lo segundo es que yo jamás me embarcaría en una travesía por el Atlántico a lomos de un flamenco rosa porque nadie haya sido lo suficientemente gilipollas para hacerlos antes que un servidor. Incluso uno podría dejar pasar ese pecadillo de prepotencia, al final de la cinta tenéis varias reuniones de actores anónimos donde cagan pepinillos ante el atrevido y loco proyecto en el que se embarcan, incluso se atreven a sentirse dentro de una obra de teatro, criaturitas; podría perdonar esa falta de dirección en las actuaciones; esos actores exagerados y con cara de fiesta de setas perpetua; podría ignorar el patético desenlace final con una de las situaciones menos creíbles de la historia del cine, y basada precisamente en mis delirios sobre mad doctors, y es que aquí nada es casual; ignoraría encantado esa banda sonora incongruente con tal de que la puta cámara se hubiera estado quietecita durante la mayor parte del metraje. En un alarde de soberbia, a Dagen Merrill, incompetente perpetrador de este fracaso, se le ocurre trasladar sus paranoias experimentales al uso de la cámara, regalándonos planos epilépticos, difusos y cerrados sin ton ni son como si de un mockumentary se tratase. Mira que ya resultan duros algunos falsos documentales por aquello de la naturalidad en el manejo de las imágenes, pero que una película no lo sea y ofrezca la misma mierda…

Sólo se salvan diferentes planos aéreos que realzan la majestuosidad de las localizaciones: Craco, una ciudad abandonada en el centro sur de Italia, que se nos quiere vender como Turca. Otro genial giro de unas mentes que han tomado demasiados chupitos, digo yo: ¿por qué no me contrata ninguna productora como guionista si soy un borracho de puta madre? La cuestión es que esta ciudad está erigida sobre una pequeña colina ofreciendo unas vistas espectaculares, y eso es lo mejor que vais a encontrar, pero también sintetiza el penoso alcance de “Murder in the dark”: un grupo de incompetentes con cámaras haciendo el payaso entre unas ruinas. ¿A nadie le suena?

La acidez se me dispara y supongo que ha llegado la hora de tomarme mi medicina. Tengo un doctor muy majo a mi vera que sonríe con suma felicidad mientras me ofrece un vaso lleno de algo espeso y humeante:
“Pruebalo, Bobby, es sólo un nuevo medicamento experimental”.
Digo yo que mi si mi estómago pudo resistir a una hilera de chupitos digna del Bar Coyote, sin tías buenas refrotando los pechos por la barra, claro, también podrá resistir mi billete a la transformación numinosa, al siguiente paso de la evolución humana, a la antesala de (sí, por fin) la última entrega del After Dark 2015, llamada “Wind Walkers”. Este festival sí es un experimento revestido de cine de terror que ha sido orquestado por el doctor Mengele y sus niños del Brasil, esos que sirven mejunjes fascista por un euro. Sólo espero que lleguen los aliados antes de que mi voluntad se quiebre y confiese: ¡odio todas estas películas de mierda!

Lo mejor: Las localizaciones, la bonita ciudad fantasma de Craco, que aquí nos presentan como Turca. ¡Bingo!

Lo peor: Tantas cosas que ni me molestaré en enumerarlas.


Vuestros comentarios

1. 08 div 2015, 17:58 | Mr Zombie

Joder, da mucho miedito reseñar el After dark, y pensar que maese podria haber muerto de daños cerebrales por absorcion de tanta bazofia junta. Me alegro que salga ileso y se de una cura de desintoxicación con pelis fantasticas de las guenas guenas.

Esta no la veo ni loco, y el resto como que tampoco. Al menos las reviews si son entretenidas y divers.

Saludos a todos menos a los del After dark.

2. 09 div 2015, 01:40 | Dereks-Never-Run

Alguna productora española comprará los derechos a precio de saldo y hará una miniserie para la TDT. Vayan preparándose para ver a Angy corriendo por las ruinas de Belchite ;)

3. 09 div 2015, 11:18 | Bob Rock

Mr Zombie.- Este año catastrófico. Supongo que los creadores ya ni quieren ser asociados a semejante desastre de concepto. Yo terminaré las reseñas y ya veremos si vuelvo a nombrar a semejante panda.

Dereks-Never-Run.- Mientras no estén por medio los de la Factoría de Ideas… que daño están haciendo a este país ;)

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