L.A. Slasher

El Carnicero de Los Ángeles está aquí, desde su cuenta de mensajería y su blog ha catalizado la atención del país gracias a sus actos de justicia: está acabando en directo con las “celebrities” de moda, justificándose con lo inútil que resultan sus aportaciones a la sociedad. ¡Vivamos la fiesta de la sangre! ¡El nuevo Coliseo de los Famosos! Kiko Hernández: ¡Tú serás el siguiente!

Pues la verdad que no tengo ni puñetera idea de que película acabo de ver, y no se trata de una cuestión relativa al consumo de estupefacientes, sencillamente, entre el poco interés que me iba provocando, la estética y ritmo de videoclip, la mezcla incongruente de comedia y slasher, un asesino sin motivaciones claras y unos arrebatos de filmación onírica (por llamarlos de alguna manera); pues resulta que es como si hubiese estado hora y media delante de una pantalla en blanco. Precisamente es ese blanco nuclear, quiero pensar que heredero del tecno pop ochentero que preside la cinta (encabezado por los geniales ABC), el que destaca en la vestimenta del L.A. Slasher. Un misterioso tipo, con voz de dibujo animado, dejes de chiflado y aficiones que lo hermanan ligeramente con Jigsaw, al que se le han hinchado los huevos de ver tantos famosos de medio pelo copando el tiempo de las parrillas televisivas y las redes sociales. ¡Y eso que jamás ha visto Telecinco! Entonces, en un giro de poco valor argumental, decide hacer uso de esas mismas redes sociales para acabar con sus víctimas en una secuencia un tanto absurda y, aparentemente, igual de influenciada por la fama. Hasta su reducto lleva a las celebrities (“les echo confeti cuando están piripis”) de Los Ángeles para matarlas, o atormentarlas, en base a la prostitución que sus víctimas hayan hecho de su vida. Desde la fortaleza oculta manda videos, tweets y demás para mostrar al resto de la sociedad que un mundo sin famosillos es un mundo mejor. Todo ello sin un aparente orden temporal donde nuestro asesino tiene tiempo para arreglarse la peluca en una peluquería (¿?)

La verdad que el mensaje queda claro desde el primer minuto, pero es que la película de Martin Owen, autor de cortometrajes venido arriba, no avanza más allá, perdida en una estética excesiva que, como digo, se acerca al videoclip sin más, por la vía directa, incluso recordando a la actual fiebre de juegos de 8 bits, en concreto, manía personal, se denota una fuerte carga visual proveniente de juegos como “Hotline Miami”, por cierto, muy recomendable. Jugando con una sátira disfuncional, en ningún momento se encuentra la gracia de una situación tan increíble como llevada al extremo de la simplicidad, la “unineuronalidad”, porque ni es posible sentir empatía con las víctimas ni con el verdugo, un asesino demasiado barraco y parlanchín como para ser tomado en serio como mesías o como psicópata.

Cierto que la glamurosa banda sonora funciona por sí misma como lo mejor de la película, pero justifica la continua narrativa propia de una MTV de saldo, convirtiendo el desarrollo de “L.A. Slasher” en un batiburrillo de escenas musicales, un enfoque que cansa muchísimo, pues no ayuda a avanzar una trama… claro que mucho sería decir que existe alguna.
Curiosamente, lo mejor engrasado es lo más secundario de la cinta, dos actores en concreto: Dave Bautista (el ex-WWE) y Danny Trejo, ejerciendo de camellos se llevan el gato al agua en unas escenas metidas con calzador, donde la comicidad por fin está presente de forma “tarantiniana”, un éxito que se debe a la química entre estas dos montañas de músculo (un poquito arrugadas). En las antípodas de estos momentos, hallamos el resto de interpretaciones: la misma Mischa Barton medio protagoniza esta tontería y hasta tenemos a la hija del Hulk “nigger” Hogan durante sus quince minutos de gloria “Warholiana”; rostros famosillos, no en España, cuyo trabajo resulta adecuado como lloriqueantes ovejas en el matadero, pero insuficiente e histriónico en todo lo demás. ¿Qué esperabais si el bueno de Eric Roberts interpreta al salido alcalde de la ciudad?

Aunque en términos de sangre y secuencias escabrosas la película cumple por los pelos con su cometido de slasher, sobre todo en su tercio final, estamos ante una especie de “Party Monster”, película con Macaulay Culkin que recomiendo fervientemente, orientada a adolescentes y otros “techno-whores” con mechas californianas, que tengan en el cine de terror la excusa para salir de casa. Porque lo que es calidad poca vamos a encontrar, demasiada paja mental para tan poco discurso, como demuestra un final descafeinado y lleno de interrogantes superfluos: ¿¡qué coño pinta esa reportera irracionalmente en contra de la existencia de los famosos de medio pelo que le dan de comer?! Una experiencia demasiada confusa que alude, directamente, a los tiempos tan confusos que vivimos: ¿no puede un slasher ser simplemente un “buen” slasher?