La Cumbre Escarlata

Guillermo Del Toro se ganó su merecida reputación como cineasta vinculado al cine fantástico en los años 90 con películas como Cronos, Mimic o El Espinazo Del Diablo, todas ellas dotadas de un estilo muy particular y con una buena factura, tanto a nivel narrativo como técnico. Películas, todas ellas, de calidad y que, a día de hoy, definen a la perfección el estilo y el legado de este director mexicano. Posteriormente, en el presente siglo, conservó e incluso mejoró su buena posición en la industria con obras como Blade 2, El Laberinto Del Fauno —tal vez su obra más redonda a día de hoy— y las dos entretenidas entregas de Hellboy.

Y como suele pasarle a muchos directores que alcanzan una posición acomodada, se atrevió con algo de mucha más envergadura como Pacific Rim, resultando ser una obra muy diferencial respecto a lo que el director había dirigido hasta la fecha. Pacific Rim fracasó en taquilla —lo cierto es que la película, a mi entender, no era gran cosa— y Guillermo regresó a sendas más afines a su estilo y con presupuestos más manejables —aunque cabe decir que a punto estuvo de dirigir El Hobbit, pero finalmente no lo hizo y se embarcó en la serie de TV Strain, de la que personalmente no conozco absolutamente nada—. También le salió rana el proyecto del nuevo Silent Hill, y no me estoy refiriendo a una nueva película, sino al videojuego cuyo guión iba a escribir junto a Kojima, sin embargo la compañía Konami se encargó de echarlo todo al traste por problemas presupuestarios (o al menos esa fue la versión que se dio). Del Toro salió escaldado de esa experiencia nuevamente fallida, Kojima también acabo muy mal con Konami y la saga Metal Gear Solid supuso el final de la colaboración entre empresa y director. Como pequeño legado nos dejaron una pequeña demo técnica llamada P.T., que algunos conservamos en consolas PS4 como una reliquia, aunque ciertamente no tenga ningún valor más allá de lo sentimental.

Y por fin llegamos al siguiente punto de inflexión en la carrera de Del Toro: volver a sus raíces con una película de presupuesto más reducido, pero que tenga visos de película de Serie A destinada a la gran pantalla. La idea fue escribir, junto a Matthew Robins, una película de terror que le devolviese a sus orígenes, pero sin renunciar a la originalidad y a nuevas miras en su planteamiento; el resultado fue Crimsom Peak, en España conocida como La Cumbre Escarlata —por una vez no tenemos título inventado—. Se trata de una película deudora del estilo de las antiguas películas de la Hammer, una película de época que nos rememora a Jane Eyre, Orgullo y Prejuicio o Sentido y Sensibilidad; pero haciendo gala de un ambiente tenebroso, una historia de fantasmas y un halo de misterio que no renuncia a la sorpresas de guión. ¡Bingo!, Del Toro había regresado en todo su esplendor dando con la clave para ofrecernos una excelente película dotada de una magistral dirección, como solía ser habitual en su cine. Para redondear la jugada maestra supo escoger actores de brillo que casasen bien con sus roles. De esta manera Guillermo Del Toro ha vuelto a ofrecernos cine del bueno. Su mejor cara la muestra, sin duda, en este tipo de frentes, lo cual no significa que si se mete en empresas mayores no pueda sacarlas adelante. Talento para ello no le falta, y la capacidad de confeccionar buenos guiones destinados a crear buenas películas tampoco; tan solo le falta acertar a la hora de rodearse de otra gente que sepa ver y compartir su perspectiva a la hora de hacer cine fantástico. Pero, en cualquier caso, si sigue con este tipo de proyectos menores pero efectivos —La Cumbre Escarlata— saldremos beneficiados aquellos a los que siempre nos ha gustado su cine y su estilo. Personalmente Del Toro me parece uno de los grandes en el actual panorama del cine fantástico.

Pero centrémonos ya en La Cumbre Escarlata, sin embargo antes quisiera hacer un inciso y explicar porqué la review la publico cuando ya ha pasado bastante tiempo de su estreno en cines. Vi la película en un cine allá por el mes de octubre, un par de semanas después de estrenarse; y es que cuando una película me seduce y se estrena en nuestro país, siempre elijo acudir a una sala para poder verla en pantalla grande, que es como más se disfrutan y se aprecian sus aspectos técnicos y de cualquier otro tipo. Cuando la vi en el cine me pareció una película muy buena, y de hecho la incluí entre mis cinco películas favoritas de 2015 junto a Bone Tomahawk, Coin Locker Girl, Green Room y The Gift. Pero no quise hacer entonces la reseña porque tuve la sensación de que esta película debía volver a verla en versión original con el objetivo de poder apreciar los tonos y para volver a ver escenas que quería estudiar de nuevo para analizar con mayor profundidad ciertos aspectos técnicos, de vestuario y de fotografía.

En cuanto a la historia que cuenta La Cumbre Escarlata voy a evitar los spoilers, aunque imagino que todo el mundo que quería verla lo ha hecho ya, y si es así pues aprovechad la ocasión para disfrutar de las distintas opiniones de los lectores de Almas Oscuras acerca de la película.

La Cumbre Escarlata es una historia de fantasmas a la antigua usanza…, pero modernizada. Aun así, se percibe atemporal. Narra la historia de una escritora adinerada y de cómo es engañada con un falso matrimonio destinado a hacerse con su fortuna. Los espectros de las antiguas víctimas de su nuevo marido y de la hermana de este, intentaran avisarla de las pérfidas intenciones de su nueva família. Una historia realmente muy sencilla pero elegantemente narrada y con sorpresas que puedes llegar a ver venir o no, depende de lo metido que estés en la historia y de tu agudeza visual. En nuestro país, parte del público y de la crítica ha machacado La Cumbre Escarlata precisamente por el hecho de contar una historia muy sencilla. Si ese es el único argumento clave para enjuiciar esta u otras películas, tendríamos que enfrentarnos exclusivamente a guiones indescifrables —Sherlock Holmes en modo avanzado— para que una película llegase a gustar.

La narrativa es correcta. Se trata de dos horas de metraje que no se hacen pesadas ni lentas. Porque una vez más, y pese a quien pese, las historias hay que exponerlas con el tiempo necesario y ajustado; y toca presentar a los personajes de una manera clara y concisa; y toca establecer los tiempos de las escenas para lograr que estas no sean ni largas ni cortas, ni aburridas ni de relleno. Pues bien, Guillermo ya te da todo esto de serie en La Cumbre Escarlata y además te lo expone a la perfección gracias a una gran labor de edición en la sala de montaje. Quien quiera decir que la película es lenta está en su derecho —por supuesto—, y lo mismo sirve para quien quiera ver en La Cumbre Escarlata una película aburrida, pero a mi modo de parecer el montaje de la nueva obra de Del Toro es perfecto. No sobra ni falta historia, explicación o detalle, aunque en este último punto sí tendré alguna pequeña objección que será la que me impida otorgarle a la película la máxima puntuación.

La apuesta actoral es, en realidad, una apuesta segura. Afirmar que tanto Mia Wasikowska como Jessica Chastain realizan unas interpretaciones adecuados es lo esperable en estos casos, ya que ambas son actrices de reconocida valía a las que ya hemos disfrutado en varias ocasiones y que siempre han dado la talla. Tom Hidleston también está muy convincente y en cuanto al resto del reparto no hay objeción alguna. El nivel actoral general de la película es de altura, aunque personalmente me quedo con la labor de la mencionada Jessica Chastain dando vida a la villana de la función.

Hablando de otros aspectos, me encantó la mansión, uno de los principales escenarios en los que transcurre la acción. Resulta imponente y aterradora, con esa parte alta derruida por donde cae la nieve, los grifos que empiezan a tintinear y el primer asomo de líquido rojo arcilloso antes de tornarse en agua limpia. Los recovecos de las diferentes estancias, los cuadros, las puertas…, todo el nivel de atrezzo es efectivo y efectista. Además tiene su importancia para la trama, como las mismas tazas donde depositan el veneno para la víctima y ella acaba dándose cuenta viéndolas en fotografías antiguas. Todos los detalles están cuidados de manera meticuloso para darle a la mansión y a lo que sucede —y sucedió— en ella, el necesario aura de misterio.

Vayamos ahora a la parte de los efectos especiales. Digamos que, sin ser La Cumbre Escarlata una película fuerte en cuanto al nivel de violencia y sangre exhibidos, —spoiler— sí tiene alguna escena perturbadora como la del lavabo donde el padre de la chica es asesinado brutalmente —fin spoiler—. Las apariciones de los fantasmas de las víctimas anteriores que alertan a la protagonistas están bien, son pasables; pero me parecieron escenas que abusan de los efectos digitales. Hubiese preferido algo más conservador y más de la vieja escuela. Ya que todo el envoltorio de la película tiende hacia el clasicismo, creo que hubiese sido acertado adoptar el mismo enfoque en los efectos especiales. En ocasiones parece que estés viendo al mismo fantasma de La Mujer de Negro, de James Watkins. Pero tampoco pienso que sea un desastre hacerlos de esta manera. —spoiler— La escena que sí me chirrió especialmente fue la caída de la chica, empujada por la malvada hermana de su marido; una caída demasiado violenta como para que no se rompa el cuello o las costillas y se salde, únicamente, con un fuerte golpe en la pierna. Además la cojera de la protagonista, fruto de la caída, varía de una escena a otra; aunque ya sabemos que la adrenalina es un factor decisivo para sobrevivir en momentos de vida o muerte y que nos permite actuar por encima de nuestras posibilidades naturales, lo cierto es que el detalle de la pierna, en esta ocasión, se ve algo forzado.—fin spoiler—

La banda sonora compuesta por Fernando Velázquez es muy apropiada y engancha con mucha naturalidad con las escenas. Todo un logro. Los efectos de sonido mostrando el respirar de la mansión también funcionan y dotan a la casa de vida propia, como si de un actor secundario más se tratase. En realidad todos los aspectos de decoración, vestuario o fotografía ejercen de secundarios imprescindibles en la película.

La Cumbre Escarlata es una película tremendamente solvente, fascinante en su narrativa y con un envoltorio de dulce caramelo que no puedes dejar pasar, sobre todo si eres de los que disfrutó con joyas del calibre de El Laberinto Del Fauno, Mimic o Cronos. En el otro lado de la balanza, si no te va mucho el cine de Hammer o el cine de época con romances imposibles y mucho misterio, tal vez esta película no te sepa a nada. A mí me encantó…, la he visto ya dos veces y no descarto hacerlo una tercera vez dentro de algunos meses. Además, este es el Guillermo Del Toro que me gusta y que me convence, alejado de las grandes urbes y con propuestas más modestas donde se desenvuelve con una mayor comodidad.