The Forest

Sara va en busca de su hermana gemela, desaparecida misteriosamente en Japón, cerca del “bosque de los suicidios”. Y en la floresta… ¡fantasmas! ¿O todavía crees en goblins, dríades, ninfas y demás memeces?

Me encantan los bosques. Soy un urbanita que lleva anclado toda su puñetera vida en una planicie desértica, así que cualquier masa de color verde ejerce sobre mí tanto una fuerte fascinación como, en menor grado, una especie de miedo ancestral que me empuja a adentrarme en la espesura con el corazón colgando de los bigotes. Entonces, la voluntad como espectador no faltaba cuando me enfrenté a “The Forest”, un nuevo acercamiento comercial al thriller sobrenatural, fuertemente influenciado en su diseño de producción por las propuestas de la exitosa “Blumhouse”. Diez millones de dólares tienen la culpa, y visto el inocuo viaje que ha vivido un servidor, se podrían haber ahorrado tanta pasta rodado una hora y media de cuatro marionetas danzando en el parque local. Tampoco quiero ser malinterpretado, que “El Magneto del Cine de Mierda” no se pone escrupuloso y ataca injustificadamente. Es decir, no esperaba absolutamente nada de “The Forest” como película. Buscaba un poco de tensión, cierta calidad en las interpretaciones, unos escenarios enigmáticos y ensoñadores, algún sobresalto disperso, ya que se nos anunciaba como una genuina película de “miedo”. En fin, un mínimo de entretenimiento a costa de su interesante escenario “Aokigahara”, el bosque de los suicidios ubicado en el país del ojete rugiente.

Seguiremos los pasos de Sara Price en busca de su hermana gemela, Jess, desaparecida en el dichoso bosque maldito durante una excursión escolar. Por cierto, parque natural donde no se pudieron conseguir los permisos para grabar, trasladando la ambientación “japonesa” a Serbia. Diferentes pamplinas sobre la conexión emocional de las gemelas auguran una sinfonía de clichés que no decepcionará a los pre cognitivos. A partir de ahí, un viaje a Japón para localizar a Jess, díscola pero en absoluto suicida, un paseo campestre con la misma emoción que una carrera de caracoles. ¡Ya sabemos que ese bosque está lleno de almas en pena y demonios varios desde antes de sentarnos delante de la pantalla! ¿Por qué tantas ganas de hacer de lo obvio un caballo de batalla? Básicamente, Sara llega a oriente y todo el mundo coincide con que es mejor que cancele su búsqueda a riesgo de verse perdida ella misma. Por supuesto, nuestra protagonista no tardará en internarse en el bosque de marras, con los resultados previstos: sustito y banda sonora a tope por aquí, ruidito siniestro entre la maleza por allá. La conclusión opta por la resolución más rápida y directa de una trama que se podría haber comprimido de manera igualmente eficaz en 20 minutos. ¡Todo un éxito al servicio de la taquilla navajera!

La película apuntaba maneras cuando en su fase promocional descubríamos que David S. Goyer, guionista de “Dark City”, era el autor de la idea original. Sin embargo, tres manazas (Nick Antosca, Sarah Cornwell y Ben Ketai) se encargan ellos solitos de mandar al traste cualquier atisbo de dignidad en un guion que hace aguas por los cuatro costados. Sin definición de personajes más allá de una ristra de tópicos vergonzosa, dolorosa cuestión cuando la película tiene dos personajes principales y un secundario; sin un misterio que ejerza de motor para el avance de una historia; sin sorpresas y sin siquiera un planteamiento serio y cuidado para las escenas de terror, de nuevo lastradas por una predictibilidad MUY sonrojante. Precisamente, ¿se necesitan tres guionistas para dar forma a una historia de terror cuya esencia está mil veces masticada? Supongo que distintas presiones, todos sabemos los desmanes que cometen las productores cuando creen tener el germen de una obra rompedora en taquilla, han obligado a un libreto que apesta a reescritura in extremis por los cuatro costados. Por ejemplo, se plantean diferentes cuestiones sobre las motivaciones reales del único personaje secundario de peso, un hombretón guapo y agreste. Se nos lanza a la cara unas incógnitas más vistas que el chocho de la Dolores con las que se juega para enredar mentalmente a nuestra protagonista y a los espectadores. ¿Con algún fin? Nada más lejos de la realidad: en un punto dado se nos hace creer que hay algo oscuro detrás del interés que el montañero demuestra por ayudar a la búsqueda de Jess, que ese tipo conoce a la interfecta y que, quizás, tuvo algo que ver con su desaparición… ¡cuando jamás se llega a desvelar dicha relación, siquiera si la hubo o no! O quizás estaba tan soporíferamente aburrido que no llegó a calarme en la cocorota… O quizás el bosque ha jugado con mis percepciones… O quizás… ¡qué más dará si este visionado no se arregla ni fumando todo el bosque de Troos!

En el plano positivo destaca la realización técnica, el presupuesto no sólo ha servido para que Serbia parezca Japón por un día. Y es que no se le puede poner un pero en lo formal a Jason Zada, su imberbe director. Más concretamente, la fotografía es todo un acierto, jugando muy bien con las luces y sombras de un frondoso bosque atacado convenientemente por la niebla. Las apagadas imágenes de la infructuosa/exitosa odisea de Sara son de lo mejor que nos dejará “The Forest”, junto a su intérprete: Natalie Dormer. Y es que esta bella actriz tiene el “it factor”, quizás no alcance el grado de intensidad que otras jóvenes estrellas, por ejemplo Alma Jodorowsky o Britt Robertson, pero a esta atractiva inglesa le espera una brillante carrera en el futuro, por delante de su participación en “Juego de Promos”. No obstante, su papel es demasiado frágil como para que la chica pueda explayarse: atrae la atención sobre ella, requisito fundamental para dedicarte al cine como actor, pero no puede esbozar más que una perpetua mueca de asombro/decepción. Vamos, el típico personaje levemente alienado que no va a ninguna parte. Sin embargo fijaos: este bodriete va a contar con distribución en cines en España, no sólo eso, sin haberse estrenado en todos los países del globo, ya ha recaudado casi treinta millones de dólares. Es decir, a poco dinero que saque en países residuales (ejem, España, ejem) y lo que arañe al mercado doméstico, “The Forest” se puede considerar un éxito modesto a nivel recaudatorio. Afortunadamente su conclusión no da para segundas partes… espero.

Resumiendo, quitando una actriz principal digna y unos ingredientes técnicos bien orquestados, sin corazón pero preciosistas, no tenemos nada que alabar de “The Forest”. No pasará mucho tiempo antes de que el público, caprichoso y hedonista, se olvide de las desventuras de Sara por encontrara a su hermanita. Todo sea dicho, yo estoy haciendo una cura de alcohol para borrarla de mi mente, porque tantas oportunidades perdidas hacen mella en este aficionado al horror. Apta para siestas de domingo, a poder ser acompañados para jugar por debajo de la manta cuando el aburrimiento llegue al punto máximo.