The Survivalist

 

 

La película de la que vamos a hablar es de esos títulos que tienen un aroma y un espíritu prácticamente exclusivo dentro del género que tocan. No recuerdo ninguna cinta de supervivencia, mucho menos una que se ambiente en un futuro apocalíptico, como esta; que transcurra con tanto sosiego y deleite en los detalles sin resultar aburrida en ningún momento. Nos encontramos ante un film muy pequeño pero mimado al detalle en el que se hace alarde de una excelente fotografía y un sólido guión, sin apenas diálogos, plagado de ideas y conceptos que se transmiten mediante el montaje, las miradas y los silencios. The survivalist es pretendidamente pausada pero no aburrida; dura y tierna a la vez, carente de estridencias violentas que nos alejen de su esencia. Aquellos que busquen la supervivencia más visceral tienen, en las series de televisión, amplias opciones que pasan desde el apocalipsis zombi de The walking dead al reinicio de civilización, cargado de hormonas y estrógenos adolescentes, de Los 100… pero nuestra película es otra cosa: The survivalist habla de volver a la calma tras el caos, de recuperar la fe en los demás y de reconectar con la naturaleza entendiendo su poderoso regalo.

 

En el corazón de un frondoso bosque vive, escondido, nuestro superviviente (Martin McCann). Trata de alejar los fantasmas de los tormentosos momentos que le llevaron hasta allí y de sacar adelante el huerto que le sustenta. La llegada de la joven Milja (Mia Goth) y de su madre (Olwen Fouere) le obligará a replantear su existencia y a decidir si está dispuesto de nuevo a confiar en la bondad humana.

 

¿Sobrevivir es estar vivo? Los protagonistas de la película orbitan, sin decirlo, sobre ésta cuestión; tan preocupados andan en mantener su corazón latiendo que han perdido de vista los placeres vitales, transformados en puras necesidades fisiológicas. La unión de los tres genera la energía que se había perdido y los hace reconectar con ellos mismo y con un entorno que cuidan y a su vez les cuida. Nos encontramos con un film catastrófico que huye de los desiertos y las ciudades derruidas para centrar su foco en una naturaleza desbordante y colorista, a ratos aliada y a ratos enemiga, en la que tienen que habitar estos particulares Adán y Eva acompañados de la insidiosa suegra. Los peligros exteriores romperán este frágil equilibrio y serán campo de abono para las pequeñas y grandes traiciones, pero de nuevo tenemos que apuntar que todo sucederá desde la naturalidad con la que sucedería en la vida real.

 

Naturalidad que también se transmite en la forma de mostrarse de los personajes. Sin ninguna pretensión erótica, pero sí con mucha intención costumbrista, The Survivalist no escatima en desnudos de su reparto y su cámara enseña con sensacional neutralidad escenas que en otros títulos se hacen, llegado el caso, con una mojigatería y pudor que terminan por desconectarte de la trama. Aquí, ese tratamiento te transporta como un testigo invisible a la intimidad de la choza. Lejos de ser gratuitas estas escenas nos muestran la degradación a ratos y la grandeza en otra de todos los personajes.

 

Sobresaliente es también la dirección del reparto. En las cintas de presupuesto bajo, resulta complicado encontrar a todos los personajes tan afinados y tan bien dirigidos como en esta ocasión; Martin McCann y Mia Goth bordan sus papeles y destilan decisión y fragilidad a partes iguales. La tercera en discordia,* Olwen Fouere*, que tal vez tiene el personaje más complicado de la cinta y aun así logra destacar sobre los demás apoyada por su enigmática apariencia y la rotundidad de su dicción.

 

Sin ser una cinta especialmente violenta este tratamiento intimista hace que la tensión crezca y que suframos con los momentos desagradables del film aunque no sean tan explícitos como en otros apocalipsis que todos tenemos en mente.

 

Aunque alejada en presupuestos e intenciones este The Survivalist mantiene cierta conexión (al menos a mí me lo ha parecido) a la oscarizada The revenant. Coincide con ella en la naturaleza como protagonista y en lo pausado y reflexivo de su desarrollo, también en su singularidad dentro del género en que transcurre.

 

El debut en el largo de Stephen Fingleton es sin duda sobresaliente, pero también artificioso, así que aquel que no vea el carácter de fábula y de metáfora que tiene la historia seguramente no disfrute tanto; pues un análisis con cierta distancia de la trama desmonta con facilidad su intensidad dramática. Siempre que se tenga esto en cuenta y que se sepa que no se va a ver un film comercial al uso, es más que probable que se disfrute, pues su calidad interpretativa es, por si sola, aval suficiente para un buen rato frente a la pantalla.