Pandemic

 

 

No contentos con marearnos con los dichosos found footages, la industria cinematográfica se plantea bombardearnos ahora con los films en primera persona, lo que antiguamente se llamaba cámara subjetiva, al más puro estilo de los shooters de los videojuegos. Cintas como Doom, Cronicle o Afflicted usaban este recurso como un acento en la historia; en Pandemic esta forma de filmar se convierte en el principal aliciente de un film mediocre a más no poder que tiene la suerte de ser de los primeros en desembarcar y a al que le salva su potente contenido en violencia y sangre (aunque gore del bueno hay poco) y un reparto con actuaciones pasables pero atractivo por lo popular de alguno de sus rostros.

 

Lauren (Rachel Nichols) lidera una misión de recate en el corazón de una epidemia que amenaza con terminar con la raza humana transformando a los ciudadanos en infectados seres sedientos de sangre. Cuatro son los miembros del equipo, pero muchos los secretos y conflictos entre ellos, demasiados para que la cosa salga bien…

 

El género de zombis ha mejorado y evolucionado notablemente en estos últimos años gracias a películas y series como Walking dead, What we become, el remake de Dawn of the dead o la asiática I’m a Hero: en ellos la producción e imaginería de los infectados es genial y la profundidad de los personajes que los enfrentan y sus motivaciones son exploradas y estudiadas hasta dotar al producto de gran intensidad dramática. Todo esto hace que, personalmente, aborde el cine de zombis con mayor exigencia y que los viejos trucos de antes, a los que recurre de forma reiterativa Pandemic, ya no me sirvan. Esta película es una concatenación de escenas de acción que remiten al mundo de videojuegos como Left for dead o Dead island pero que, argumentalmente, carece del peso para que el conjunto funcione. En los videojuegos, como nosotros llevamos las riendas de la acción, se produce la emoción, pero Pandemic es como ver jugar a otro que, para colmo, no es demasiado bueno con los mandos y se pasa más tiempo mirando al suelo o a las paredes que al corazón de la acción.

 

El recurso de la cámara subjetiva tampoco está bien resuelto. Cada uno de los miembros del rescate lleva varias cámaras en su traje: comodín del que se valen para realizar distintos planos y ediciones en las secuencias pero también para marear al espectador ya que, constantemente, la cámara se salta el eje o la edición se transforma en una frenética consecución de planos extenuante a los pocos segundos. Por si esto fuera poco, el director se saca de la manga algunos planos generales siempre que le place para terminar de confundirnos y romper, de paso, cualquier sensación inmersiva.

 

Tras la cámara y en la producción tenemos a John Suits, un tipo curtido en el fantástico cuyo anterior trabajo fue la interesante The Scribble y que da un paso atrás en esta ocasión dejando un film que destacará, únicamente, por llegar temprano en esto de la visión subjetiva.

 

Los amantes de las escenas violentas tendrán, todo hay que decirlo, un aliciente para ver la película y es que no se escatima en cuchilladas, metales afilados cercenando cabezas, golpes con bates de baseball o disparos a bocajarro… momentos generalmente bien resueltos aunque de cuando en cuando cante algún efecto especial. Pero tanta violencia no puede suplir la carencia de tensión en lo narrativo y termina por cansar al ser un mero recurso para extender un guión raquítico.

 

A los amantes de Juego de tronos también les alegrará encontrarse por estos lares al actor Alfie Allen, el malogrado Theon Greyjoy en la saga televisiva, transformado para la ocasión en curtido soldado que salvará más de una secuencia crítica del equipo. Desgraciadamente los alicientes no logran superar a los defectos y esta pandemia se queda en el intento de infectar nuestro interés. Evitar el contacto con los ojos.