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La Maldición de los Siete Cadáveres

Cine muerto

La Maldición de los Siete Cadáveres

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

¡Silencio, se rueda! En concreto una película de serie B de bajo presupuesto. ¿Y qué mejor sitio para instalar el rodaje que una casa con un trágico pasado de muerte y aflicción? Famoso por los siete crímenes que tuvieron lugar hace años, ese caserón guarda en sus entrañas un horror que nuestro grupito de artistas no tardará en despertar.

“The House of Seven Corpses” (editada en España indistintamente como “La Maldición de los Siete Cadáveres” o “La Casa de los Siete Cadáveres”) es una vieja película de horror sobrenatural muy pequeña y, también, bastante desconocida. Aun a pesar de sus grandes fallos, tramos donde la expresión “no ocurre nada” adquiere dimensiones difíciles de soportar, la película que dirige, escribe y produce Paul Harrison, artista sin gloria alguna y desaparecido tras este largometraje, merece algo más de difusión, pues al menos se erige como una genuina representante del “shock cinema” que vendría a dinamitar “La Matanza de Texas” durante el mismo año, 1974. Obviamente pensada para su consumo en los drive-in más infectos, “The House of Seven Corpses” destina su reducido presupuesto a mostrar en pantalla, y aquí viene lo interesante, el rodaje de una película de horror de bajo presupuesto. Para darle más emoción, la casa donde se ubica el rodaje fue antaño el escenario de siete terribles asesinatos, lo que dará pie a la parte terrorífica de la trama, concentrada en los primeros y últimos minutos de metraje: hora y media que se demuestra sobrada para las escasas ideas de las que Harrison presume.

Haciendo gala de ecos de puro horror gótico – mansiones encantadas, encargados ominosos y gatos traviesos – la cinta arranca con unos títulos de crédito trepidantes, igualmente inéditos y atrevidos para la época. Las siete muertes que tuvieron lugar en el caserón son expuestas en toda su crudeza a un ritmo vertiginoso para meternos en harina a las primeras de cambio. La estridente música, omnipresente y evocadora en los pasajes más lúgubres, dispone el tono del resto de la película: ulular de ultratumba y coros luciferinos adornan unos sucesos no siempre a juego. Como os decía, estamos ante la búsqueda rápida del asombro en el espectador, traducido hipotéticamente en “money, money, money”. Ahorcamientos, disparos, cuchilladas, ahogamientos, caídas al vacío… un muestrario, durante poco más de un minuto, del que debería haber tomado ejemplo el resto del metraje, bastante más soso y centrado en las miserias de una troupe de artistas incapaz de llevar a buen puerto la película en la que trabajan.

Sin embargo no todo es aburrimiento durante este nudo de melaza. Una vez superado el arranque, donde la actriz principal realiza unas exhortaciones a Satán, mostrando tanto una deliciosa ingenuidad como una estética datada que provoca la risa floja, nos encontramos con un director de malas pulgas y lengua viperina que se erige por derecho propio en la principal atracción de la función, aunque le anda a la zaga un John Carradine viejo y siniestro. Este tirano/director calvo, antiguo amante de la actriz principal, se muestra implacable con la gente a su cargo, demostrando una habilidad para la manipulación y las frases ácidas dignas de un detective de novela negra. ¡Imposible no sentir simpatía por semejante cabrón!
Dejaré una perlita para la consideración del respetable: cuando la actriz principal está a punto de ser violada por uno de los actores, borracho él, hace acto de aparición el director de marras. Pues bien, cuando la citada actriz expone su escandalo ante el intento de violación, el director malote, escrutando con desprecio el camisón de la mujer, sólo acierta a mascullar entre dientes: “vas vestida muy adecuadamente para la ocasión”, ¡y a los pocos minutos se la cepilla! ¡Denle un sombrero, un revolver y un pitillo, por favor!
Interpretado por John Ireland, activo actor que ya diese guerra en los sesenta con “Espartaco” o “Río Rojo”, este personaje consigue resucitar una parte central que, de otra forma, sería motivo más que suficiente para quemar todas las bobinas de “The House of Seven Corpses”. Claro que, y aquí entran los gustos de cada uno, algunos considerarán la chulería del director e incompetencia del elenco como algo intrascendente, a un servidor le ha animado como pocas películas modernas, tan llenas de sujetos menos interesantes que un nabo. “¿Dónde está el terror?”, se preguntarán ustedes indignados. Desgraciadamente, durante aproximadamente cincuenta minutos, en muy pocos sitios… y eso justifica muchas de las afiladas críticas que se llevó el último trabajo de Harrison.

Como decíamos, la parte central sólo ofrece un gato partido por la mitad; la, de nuevo, omnipresente música de funeral; un anciano descendiendo a una tumba y los gritos injustificables de una “prima donna” venida a menos… tendremos que esperar pacientemente al atropellado y caótico final donde las fuerzas del mal, cansadas de que se les toque los cojones, hacen acto de presencia a través de un par de cadáveres resucitados con ganas de llevarse compañía a la tumba. No obstante, sus últimos diez minutos, confusos y narrados con menos acierto que una escopeta de feria, son todo un gozo para los amantes de los comics de EC, entre los cuales se cuenta el famoso “Tales from the Crypt”. Una venganza sobrenatural, ante el uso de un manuscrito prohibido que ha sido “convenientemente” encontrado, donde la muerte masiva se adueñará de los tristes recovecos y habitaciones de la mansión maldita. Y es que, como no podía ser de otra forma, el director canalla obliga a sus actores a declamar del “Libro tibetano de los Muertos”, lo más alejado en la realidad a un grimorio satánico, con la consiguiente invocación del Mal, todo en pro de mayor realismo para la ostensiblemente cutre película que ruedan nuestros protagonistas. Quizás haya algo de autocrítica en semejante despropósito de filmación. Quién sabe, aunque el hecho de que la actriz protagonista, vejada por ser “demasiado” mayor para alcanzar de nuevo el éxito comercial en Hollywood o la prostitución, como se insinúa, esté encarnada por Faith Domergue, precursora de las “Scream Queens” modernas en “Regreso a la Tierra”, “Donde habita el peligro” o “Surgió del Fondo del Mar”, quizás nos dé interesantes pistas.

A discreción de los espectadores queda disfrutar/odiar la absurdez/incoherencia de una vuelta de tuerca final muy dolorosa al ojo humano, una que, al respecto de los muertos vivientes, parece poco menos que una tomadura de pelo. Por no hablar de la falta de explicación alguna ante la presencia de fuerzas sobrenaturales. Claro que, ¡cómo si hiciese falta! ¡El adicto a la caspa que hay dentro de mí no puede más que alzar los pulgares con una sonrisa mellada!

En cuanto al apartado técnico no hay mucho donde rascar: “The House of Seven Corpses” es una película que ha envejecido fatal. Si el presupuesto no ayuda en nada a darle empaque visual, menos la fotografía e iluminación, que restan matices a una historia que pedía una mejor ambientación macabra. Afortunadamente disfrutaremos de un elenco que, además de las estrellas nombradas, demuestra una profesionalidad propia de la época. Pese a la exageración en sus registros, resulta agradable verles deambular y morir por pantalla.

Resumiendo: una cinta que exige concienciarse para asumir sus molestos fallos, esa falta de actividad alarmante, pero que goza de una mirada original al género de terror de las casas encantadas.
Siempre rebuscando en las criptas del horror, se despide vuestro podrido anfitrión, espero que la visita a esta mansión haya sido mortalmente de vuestro agrado.

Lo mejor: John Carradine, la ambientación sonora, los títulos de crédito iniciales y el final.

Lo peor: Su parte central y una estética que han envejecido peor que el papel higiénico.


Vuestros comentarios

1. 22 abr 2016, 23:52 | Elchinodepelocrespo

La vi hace años, no me gustó mucho. Cine setentero casposo y carismático. Pero cualquier peli en la que aparezca John Carradine merece una oportunidad. Salud.

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