February

“February” se ubica en un internado para jovencitas, y nos cuenta la historia de dos mujeres unidas por una serie de acontecimientos macabros.

Originalidad, en el cine la busco como paquete completo: narrativa, visual y argumental. Pero también sé que es mucho pedir que una película de terror en 2016 te ofrezca innovación en estas tres vertientes, ya es un milagro si lo hace aunque sea tan sólo en una. Por eso, cualquier pequeño destello de personalidad ve aumentado su valor debido a su rareza dentro de la creatividad artística. “February” se adecua a estas cuestiones adoptando una vertiente narrativa que la convierte en una rara avis dentro del terror sobrenatural actual, aunque su premisa argumental sea más simple que una ameba, su director se ha esforzado al máximo para contarnos la historia de siempre de una forma diferente, y hasta cierto punto funciona.

La herramienta para convertir en algo especial a “February”, conocida anteriormente con el nombre mucho más sugerente de “The Blackcoat’s Daughter”, sería la linealidad temporal, mejor dicho la ruptura de la misma. Aunque su director y guionista, Osgood Perkins (hijo del famoso Anthony, al cual homenajea), fuese más conocido por su faceta como actor, lo vimos interpretando roles secundarios en “Muerte y Desayuno” o “Secretary”, ha logrado dar parcialmente en la diana con este, su debut. La enigmática puesta en escena, apoyada sobre un ritmo lánguido acorde a la frialdad de la propuesta, se distribuye en tres capítulos que son, precisamente, los encabezados por sus tres protagonistas: Rose, Kat y Jean.
Las dos primeras unas jovencitas que esperan la llegada de sus padres encerradas en una academia para chicas. Estamos en febrero, y una semana de vacaciones provoca que el edificio quede desierto, pero por “aparentes” errores, estas dos muchachas aguardan a sus padres acompañadas de una profesora y una matrona. Lejos del internado, quizás no en kilómetros, conocemos a Jean, una callada mujer que parece atormentada por algo, perseguida por un pasado siniestro. No sabemos su destino, a lo mejor ni ella misma lo sabe, pero se encuentra por casualidad con un matrimonio que decide llevarla, una pareja madura que se dirige al mismo pueblo donde Rose y Kat permanecen encerradas.

La relación entre todos estos personajes compone el enigma de la trama. Resulta obvio que la historia se nos cuenta dando varios saltos en el tiempo, pero no tenemos claro a ciencia cierta cuál es la dirección o intencionalidad de estos saltos. Al menos hasta cierto punto, el inicio del segundo capítulo, dedicado a Kat, cuando ya nos empezamos a oler la tostada, descubriendo rápidamente a que subgénero se adscribe “February”. Ya me entendéis, dentro del cine de terror tenemos vampiros, casas encantadas, asesinos… bien, Perkins está construyendo una película de un tema muy concreto, sólo que juega con la información dosificándola y alterando el orden de los factores, pero la suma sigue siendo la misma: una historia tan pequeña que termina por adivinarse su conclusión a medio camino. Eso sí, aunque últimamente parece estar en boca de todos “Suspiria” (¿cuándo no lo ha estado?), olvidaos de cualquier parecido con la cinta de Argento a pesar de compartir escenario. La estética es bastante seca y apagada, quiero pensar que acorde a una historia de tristes matices.

Otro problema que genera la narración no lineal, para mi gusto con altibajos debido a un montaje bastante torpe, son los agujeros de la trama. Se nos ocultan motivaciones de los personajes, se fuerzan sus situaciones, especialmente en el caso de Jean, quebrando la solidez de la historia. Me encantó que el mayor mal al que se enfrenta nuestra protagonista, tendréis que descubrir vosotros cuál de las tres, fuese la “soledad”; me agradó la poética forma de cerrar la película, pero ciertas preguntas quedan en el aire de manera brusca, algo pueril. Lo que demuestra que a pesar de la sencilla trama, Perkins se ha volcado antes en los aspectos formales que los consustanciales de su opera prima. Intenté verla una segunda vez, pero resiste muy mal ese segundo visionados una vez que el misterio ya es evidente y no simplemente intuido. Sin embargo, destacaría que consigue todo aquello en lo que “At the devil’s door” fracasó… y hasta aquí puedo leer en cuanto a la trama, cualquier destripe le quitaría todo el sentido a “February”.

En cuanto a lo técnico destaca la banda sonora. Muy controlada, sólo hace acto de presencia en los momentos que la necesitan, se descompone de frágiles melodías y ruidos ambientales que ayudan a crear la atmósfera ominosa, en parte deudora de la tradición gótica, que sobrevuela toda la película. No estamos ante una cinta de sustos, avisados quedan los ansiosos, si no un torniquete de tensión psicológica que se aleja de los efectismos, a pesar de contar con tres o cuatro durante su tramo final. Por eso, la ambientación sonora me parece elegida con mucho tino y delicadeza, por encima de la media. Una pena las escenas de relleno, en concreto lo que concierne a la subtrama del embarazo de Rose, donde no disfrutaremos de la lúgubre música que hechiza el imponente instituto.

Así mismo su elenco, regido por tres competentes actrices, está a la altura de las peculiaridades narrativas impuestas por Perkins. Eso no quiere decir que estemos ante actuaciones merecedoras de galardones o admiración, en realidad su eficacia tiene que ver más con el mimetismo entre personajes e intérpretes; y es que las malditas se ven creíbles en unos roles cargados de ambigüedad. Nunca sabemos si Kat o Jean vienen o van, precisamente siendo este “juego del despiste” parte fundamental de la trama.
Emma Roberts se encarga de dar vida a Joan, sólida interpretación para la hija del canalla de Eric Roberts. Espero que pueda alejarse de los pasos de su padre, que se note que más allá del enchufe de su apellido la chica posee variados perfiles. Le dan la contrarréplica, Kiernan Shipka (“Carriers”) y Lucy Boynton, como Kay y Rose respectivamente; lo hacen con solvencia y sin cruzarse físicamente en ningún momento. Un merecido aprobado para el casting, ¡qué demonios!

Resumiendo, “February” no es tan inaccesible como podría parecer en primera instancia. Sí, manipula los hechos narrados de una forma maniquea que tontea con las actuales tendencias experimentales de, por ejemplo, el neo giallo, pero la verdad que todo se sigue con bastante soltura, casi demasiada. Se agradece que el subgénero de ¿?, sobreexplotado hasta la saciedad, sea tratado desde una perspectiva distinta, ojalá la historia hubiese acompañado en complejidad, evitando también mostrar las costuras con tan poca vergüenza. Un pasatiempo de terror independiente que os ayudará a refrescaros este caluroso verano en ciernes.