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La Ambulancia

Nino, nino, nino

La Ambulancia

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

Una ambulancia está raptando gente a lo largo y ancho de todo Nueva York. Un dibujante de comics se adentrará, por una chica, como no podía ser de otra forma, en un submundo de experimentos médicos, diabetes, agentes de policía sexies, periodistas gruñones, asesinatos no relacionados, punkies débiles y demás extrañas circunstancias propias de una urbe de zumbados como es Nueva York.

“La Ambulancia” fue el testamento de Larry Cohen como director, cineasta conocido tanto por sus guiones como por su trabajo tras las cámaras. Después de firmar libretos imprescindibles dentro de nuestro género, como “Maniac Cop”, o dirigir cintas no menos legendarias como “The Stuff”, “Q”, “Estoy Vivo” o “Regreso a Salem’s Lot” se despedía del género propiamente dicho con este thriller tan rocambolesco y lleno de humor negro que roza el fantástico en muchos de sus tramos. Cierto que tras “La Ambulancia” dirigió tres proyectos entre los que se cuenta uno de los capítulos de “Masters of Horror”, pero no deja de ser algo anecdótico dado su prolífico currículo, en definitiva fue esta película la que supuso una especie de despedida.

Mientras que en los setenta comenzase con algunas muestras de “blaxploitation” como carta de presentación (“Bone”, “El Padrino de Harlem”, “Infierno en Harlem”), este director pronto encontraría voz propia dentro del cine de terror con “Estoy Vivo”, mítica cinta sobre un bebé mutante asesino. Ya en ese momento se define claramente la marca de la casa: un humor negro lleno del caos y cinismo propios de un neoyorkino de pro como Cohen. Cualquier excusa era buena para rodar una película alrededor: ¿bebés asesinos, yogures asesinos, una serpiente voladora en Manhattan? Esta patina irreverente se extendería a toda su carrera en mayor o menor medida, siendo “La Ambulancia” una de sus mejores muestras. Podríamos incluso decir, sin equivocarnos demasiado, que está fuertemente emparentada con “¡Jo, qué noche!” de Scorsese.
El espectáculo que nos espera goza de la misma falta de coherencia argumental que el resto de proyectos de Cohen, dado a obviar explicaciones para los giros de sus guiones; en realidad él estuvo siempre más preocupado por aportar un ritmo vertiginoso a sus obras, y así se llenaban de simpáticos agujeros unas historias únicas, nos guste o no, que perdonamos por el grado de diversión que ofrecen sus carismáticos y parlanchines personajes, así como por las situaciones imposibles planteadas de forma tan natural y aplastante que uno no puede menos que reírse bien a gusto.

La trama comienza con una simple frase: “esta película cuenta lo que le puede pasar a un tipo que aborda a una desconocida en la calle”, y termina con otra frase aparentemente casual pero que, tras contemplar la hora y media de acción y diálogos llenos de chascarrillos, entendemos que la historia es un círculo perfecto: “y esto es lo que te puede pasar por hablar a una desconocida en la calle”. Lo banal, lo transitorio de una vida más dentro del enorme y bullente hormiguero que es la Gran Manzana, y que, sin embargo, puede convertirse en una experiencia mágica gracias a la acción de la gente corriente, componentes de un microcosmos donde la tensión contenida y el vertiginoso ritmo de la megalópolis marcan la dosis justa de esquizofrenia del hombre moderno. Auténtico cine urbano. Terrorífico porque la normalidad se quiebra para revelar bajo la superficie intereses mortales para el hombre. Ya sean un viejo dios azteca, una sustancia alienígena aprovechada por una gran corporación, un agente de la ley corrompido hasta lo macabro o un entramado de trata de personas que esconde mucho de verdad entre sus megalómanas filas.

Eric Robert es ese dicharachero dibujante de comics, entrañable y “ostiabale” a partes iguales, que aborda a una desconocida para acabar atrapado en una maraña de experimentos médicos y atentados contra las buenas costumbres más propios del vodevil que de una película seria. Pero es que aquí nada es serio, alejada no obstante de la comedia, “La Ambulancia” nos presenta un elenco masculino que se erige como lo más atractivo de la función, pues sus actuaciones, siempre al borde de la sobreactuación, son la guinda para una historia con escenas tan imposibles, y a la vez entretenidas, como la que nos muestra a la ambulancia dentro de una discoteca atacando y atropellando policías en medio de una ensalada de balas.

Precisamente hablaba de Eric Roberts unas líneas más arriba, pero no os preocupéis, aquí quedaba lejos la decadencia del actor y podemos gozar del tipo que se ganó un puesto de galán, ochentero, eso sí, en la industria del cine para venderlo en pro de cualquier papel de mala muerte entre mujeres fáciles a poder ser. Con un peinado y una lengua ágiles como una pantera, Roberts se va metiendo en un lío tras otro con tal de encontrar a esa chica que lleva viendo por la calle durante mucho tiempo. Como podéis observar, una justificación bastante tontorrona para la trama, de no ser porque una vez superado el ataque inicial, y Roberts aquí es un auténtico bribón de sonrisa seductora, pierde a su misteriosa mujer a lomos de una ambulancia que se la lleva tras un desmayo. El pobre intenta seguir la pista de esa chica, apenas un nombre, por todos los hospitales de la ciudad, encontrándose con la negativa por respuesta y un desfile de enfermeras gruñonas que harían las delicias de Bill “viciosillo” Cosby. Por si fuera poco, su jefe, el mismo Stan Lee, le exige que se centre en su nueva tira cómica, el ficticio “Doctor Strong” de la Marvel, a riesgo de ser despedido.

Bastante miga hasta el momento, ¿verdad? Pues os hablo de los diez primeros minutos. Luego harán acto de presencia un “mad doctor” a la vieja usanza, Eric Braeden, uno de esos científicos convencidos de que sus experimentos ayudarán a la humanidad a superar la diabetes para, al momento, confesar que todo su plan está urdido por motivaciones económicas (los despistes argumentales del bueno de Cohen). Pero no será este simpático cirujano la némesis de Robert, no, será en realidad la temida “ambulancia”, un viejo modelo que por momentos, gracias a una magnífica ambientación, llegamos a creer que tiene un origen sobrenatural debido a su inquietante omnipresencia. Luego, una vez descubierto algo más sobre las intenciones de sus conductores y sin perder nada de inquietante, las continúas huidas de Robert por delante de la ambulancia y de sus impasibles enfermeros añaden sustancia, como si de dibujos animados se tratasen, a la trama paralela de investigación policiaca, una donde tiene importante presencia un descocado James Earl Jones, ejerciendo de detective pasado de rosca. Todo un actorazo cuya presencia justificaría el visionado de “La Ambulancia”. Pero no sólo recupera Cohen a un actor durante los últimos años de su carrera: se acuerda también de un genial Red Buttons (“El día más largo”, “Danzad, danzad malditos”) para interpretar un importante papel secundario. En este caso, un periodista de lengua viperina que aporta el definitivo toque de humor con unos geniales comentarios hirientes. Y es que Cohen se muestra brillante con unos diálogos propios de la novela negra. Muestra es la conclusión donde, por fin, Roberts se encuentra con su “chica”, ahí nos toca soltar una tremenda carcajada ante la inteligente forma de retorcer lo que pintaba como un artificioso final feliz. Otra cosa es que este último tramo se alargue en pantalla un poco más de la cuenta.

En lo técnico nos encontramos con una producción de presupuesto limitado, y encima llena de acción (atención a la escapatoria de Roberts en camilla, material de alto voltaje), que, sin embargo, luce bastante bien a pesar de haber perdido chispa con los años. Pensad que, producida en 1990, toda la corriente hortera de los ochenta, ¡ese peinado, Roberts!, explotaba en pantalla con dolorosos resultados para el ojo no acostumbrado. Sin embargo Cohen mamó cine durante los setentas, lo que se traduce en un equilibrio visual muy digno, entre la sobriedad de la televisión norteamericana de los setenta y excesos ochenteros como los planos a lomos de la ambulancia. Una fotografía oscura y de colores sin matices ayuda a la construcción de una ambientación urbana perfecta para la ciudad de Nueva York, como sólo uno de sus habitantes podría verla. Aunque, en resumen, podríamos decir que, visualmente, “La Ambulancia” continúa el estilo de los anteriores trabajos de Cohen, poco espectacular pero eficiente para apoyar la narración, que es lo verdaderamente importante.
Si destaca la música, pues esta cinta goza de una ambientación sonora muy fantasmagórica, increíblemente apropiada cuando en realidad no es tan truculento lo que vemos en pantalla. Nos acogemos al thriller antes que al terror, y, sin embargo, la atmosférica banda sonora es un plus para esa extraña locura que parece afectar a todos los personajes, siempre exaltados y llenos de energía.

En definitiva, ¿se nota mi entusiasmo? “La ambulancia” no es una obra maestra, pero es el mejor ejemplo de lo que considero “placeres culpables”. Entre la risa, la sorpresa continúa, la fascinación visual por el peinado de Roberts y una escalada criminal de las situaciones rocambolescas a medida que avanza su metraje… aquí tenéis entretenimiento de género en estado puro. Diversión para los días amargos y las rachas de películas malas que nos ofrece el panorama actual. No perdáis tiempo leyendo reseñas o artículos, disfrutad de algo genuino con “La ambulancia”.

Lo mejor: Unos divertidos personajes con la palabra adecuada siempre al filo de la lengua.

Lo peor: Los últimos diez minutos eran innecesarios.


Vuestros comentarios

1. 02 jul 2016, 00:06 | Elchinodepelocrespo

Gracias por reseñarla, no la conocía. Estupenda. La acabo de ver. Cohen y Henenlotter son de mis favoritos y esta no la conocía.

2. 21 may 2018, 06:35 | Cuervo

Me ha parecido mediocre, las peleas rozan el absurdo y el sonido de las sirenas – nunca presagian nada bueno – me molesta más que a mi querido perro. Un Bullboxer Staff que siempre aúlla al oírlas.

Puntuación: ★ (sobre 5)

Saludos.

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