Worry Dolls

En una pequeña localidad americana, una que seguro no ha sido retratada en miles de producciones del mismo estilo, atrapan a un asesino en serie muy malote. Una vez acribillado a tiros por el atormentado policía que lleva años siguiéndole la pista, unas muñequitas de su propiedad acaban en manos de la inocente hija del amargado y solitario agente de la ley, divorciado para más señas. Resulta que estas muñecas están confeccionadas con una mística madera guatemalteca que almacena los miedos de quien las posee, liberándole de las preocupaciones. De ese modo, y en posesión de semejante psicópata, las muñecas han invertido su polaridad y convierten en asesinos esquizofrénicos, en el momento que la historia lo cree más conveniente, a sus nuevos dueños. En una carrera contrarreloj, nuestro abnegado policía deberá recuperar las muñecas con ayuda de una vieja hechicera guatemalteca, a riesgo de ver morir a su hija en caso contrario, pues ha sido infectada, de alguna forma no concreta y sin necesidad de explicación, por los poderes de ultratumba de la mística madera de los bosques de Guatemala. ¿Lo conseguirá o esta película está más amañada que el wrestling?

“Worry Dolls” es el segundo largometraje del director de “Rites of Spring”, Padraig Reynolds, que sin ser una gran película apuntaba maneras, quizás por estar escrita por él mismo, a diferencia de este segundo intento: otro soporífero thriller sobrenatural donde lo predecible se da la manita con los tópicos de esta década para gusto y placer de los aficionados, que a este paso van a dejar el cine de terror por la cría de caracoles, mucho más emocionante. Escrita por Danny Kolker, un desconocido que pasaba por allí, y por Christopher Wiehl, un actor de segunda fila que, obviamente, se reserva aquí el papel protagonista, “Worry Dolls” ofrece un guion y unas actuaciones mediocres siendo generosos. Que una leyenda guatemalteca acabe siendo la enésima copia de “Inzidiouz” y similares debería darles vergüenza a los guionistas, que insisten una y otra vez en tomar el camino más fácil y más trillado.

Alguna voz se alzará diciendo que un servidor elige mal las películas. ¡Pero qué coño! Esto es todo lo que hay dentro del terror. Que otras voces, igualmente malintencionadas, se atrevan a realzar y maquillar la mierda actual con notables, regalados al calor de dudosos favores o relaciones ventajosas, no quiere decir que yo sea un gruñón o tenga mal gusto. Tras cincuenta reseñas en lo que va de año, y del doble de películas de las que prefiero ni hablar, sólo he visto tres largometrajes modernos de horror/fantástico realmente memorables, de esos que pasado el tiempo me seguiré acordando. Así que lo diré bien alto: “¡estoy hasta la… [censurado por los organismos bien pensantes que rigen este hervidero de tontuna mal llamado Tierra]”

Quizás sea el calor que me está derritiendo el seso, cuando yo preferiría que me derritiese el sexo, pero la única forma decente de reseñar otra basura digna de las tardes de los domingos, últimamente todos los días de la semana parecen el jodido día del Señor, es hacerlo con un poema escrito sin apenas motivación. Total, cualquier análisis de otro modo sería haceros perder el tiempo, así que allá va:

“Worry Dolls” no es un peliculón, todo lo contrario, un tremendo mojón.

Niñas poseídas y padres divorciados, creo que esto ya lo he visto en algún lado.

Con un poco de gore la peña está contenta, pero esta película molesta incluso a la hora de la siesta.

Todos los personajes negros y chicanos lo tienen claro, aunque mejor muerto que acabar en el paro.

Los actores principales la han cagado, pero los secundarios van a ser incinerados.

¿En qué pensaba el director? ¿En el dinero, el currículo o qué sé yo?

Pero ni gótico americano ni muñecas en la mano, la historia huele y sabe igual a lo que sale de mi ano.

Cuatro duros y directa a DVD, ni siquiera eso, ¡porque yo no la alquilaré!