Dark Signal

Con el nombre de Neil Marshall bien grande en el afiche de presentación de este título, como reclamo, se nos presenta este Dark Signal; una cinta que mezcla subgéneros del horror de modo desacertado pero que, en contrapartida, cuenta con un empaque técnico realmente atractivo que nos remite a títulos setenteros a los que desgraciadamente no alcanza en ningún momento. Cal y arena pues, voy anticipando, para este voluntarioso pero fallido film.

Presionada por una situación económica límite, Kate (Joanna Ignaczewska) accede a acudir en plena noche a una remota granja para servir de apoyo exterior en un robo. Mientras espera, permanece pendiente al programa de cierre de una emisora próxima. En la estación de rádio, la locutora (Siwan Morris) y su técnico de sonido (Gareth David-Lloyd) se enfrentan a una misteriosa comunicación con el más allá ayudados por una medium (Cinzia Monreale) que ha acudido invitada al evento. Por si no tuviésemos suficiente, un asesino en serie tiene la comarca en alerta…

Un enigmático crimen nos hace de aperitivo para la presentación de los personajes y de las dos tramas que corren en paralelo sin apenas puntos de soldadura entre ambas. El espectador permanece a por uvas durante la primera parte de la cinta tratando de entender de qué modo el director y guionista Edward Evers-Swindell coserá ambas historias en una y en qué lugar encajará el crimen inicial y la trama sobrenatural que de pronto se abre paso sobre todo el conjunto.

Desgraciadamente y pese a algún sobresalto prometedor, la cinta entra en barrena durante al menos 20 minutos donde los diálogos y situaciones marean la perdiz y el interés se evapora al calor de la pereza narrativa. Cuando Dark Signal empiece a encajar todas sus piezas (que son muchas) y a tomar dinamismo será ya demasiado tarde para salvar el resultado. Ni siquiera un prometedor giro será de mucha ayuda pues sólo servirá como aperitivo a una conclusión plagada de convencionalismos y tópicos del slasher.

Visualmente y en la forma de construir las secuencias la cinta es otro cantar: la radio, el color, la noche, la atmósfera, todo nos trae recuerdos del cine de Carpenter o de la emisora en la secuela de Hopper de La matanza de Texas, o del aislamiento de Pontypool. Un aroma que se apoya en una fotografía propia del horror de los 70: colorida, con luces contrastadas y artificiales en los planos cortos.

Lo cierto es que es una lástima pues esta cinta realmente tiene madera de ganadora, pero no funciona como tendría: la locutora se hace reiterativa en su mal humor, el asalto a la casa se hace muy poco creíble, el elemento slasher o el espectro (uno de los 2) sobra en la ecuación y, en general, el conjunto adolece de un apretado de tuercas más fuerte. Aun así, los fans del terror disfrutaran de la película lo justo para no considerarla una pérdida de tiempo.