Outlaws and Angels

Desde el año 1979, hablar de label Sundance equivale referirse a un amplio catálogo de laureados productos con elementos técnicos y narrativos de corte impecable. Un enorme palmarés, sobre todo en los últimos años, con títulos como Winter’s Bone (2010, Debra Granik), el drama de una joven que busca el paradero de su padre, desaparecido sin explicación tras salir en libertad condicional o Take Shelter (2011, Jeff Nichols), la historia de un hombre que comienza a sufrir alucinaciones apocalípticas, avalan, entre otras muchas joyas independientes, la calidad de esta iniciativa de apoyo a la calidad fuera del ámbito meramente comercial.

Era de esperar que Outlaws and angels, la ácida visión de un oeste cruel y despiadado a cargo del director, actor y productor estadounidense J.T. Mollner, contase con la elegancia, nivel y, en definitiva, la calidad suficiente para no desentonar en una selección de tan acostumbrado nivel. Su comienzo es visceral hasta cortar el aliento, creando una tensión narrativa importante. Espectacular, así que como definiría la escena del atraco por parte de la banda de Henry, un grupo de forajidos de buscan refugio hastiados por el hambre y la falta de medios. A bote pronto, es más que loable pensar en una historia de recompensas y forajidos dotada de una narrativa contemporánea, pero nada más alejado de la realidad. La vuelta de tuerca se sucede cuando el grupo de proscritos asalta la propiedad del predicador local George Tildon, que vive en compañía de su mujer Ada y sus dos hijas, Charlotte y Flo. Efectivamente, estamos ante un curioso home invasion ambientado en el salvaje nuevo México de mediados del siglo XIX. J.T. Mollner pretende ofrecer con esto un fondo de discusión ética, creando una situación donde la villanía y la rectitud son discutibles, un juego de dobles bandas donde el espectador asumirá, por momentos, perder la noción de lo que realmente puede o debe interpretar. En ocasiones, los giros resultarán un tanto tortuosos y hasta machacantes, poniendo a prueba la paciencia de muchos, sobre todo de quienes están acostumbrados a la acción continua en este tipo de cine. Una trama psicológica plagada de cuestionamientos morales, tabues sexuales y venganza que, por desgracia, llega a resultar menos convincente y tediosa. Si bien es cierto que su planteamiento es interesante, no dicen mucho a su favor los 120 minutos de metraje que logran desinflarla a la larga. Por momentos, el guión oscila prestando un indebido énfasis a ciertos aspectos de la trama que resultan más irrelevantes y fuera de lugar.

No en vano, el empeño del trabajo de Mollner a nivel visual es notorio, quedando patente su intención de homenajear el género western de las décadas de los 60 y 70. La filmación en 35 mm es un proceso más que adecuado para conseguir ese toque “revival” que, además, ayuda a potenciar el aspecto sucio y encarnizado que envuelve al conjunto. Atención también a la excelente BSO, firmada por Alex de carvalho (The Phenom) y Colin Stetson (Blue caprice).

Las excelencias del plantel son otro punto importante a la hora de valorar el resultado final de la cinta. Como piedra angular del conjunto, nos encontramos con la bella y angelical Francesca Eastwood (Final Girl, Kids vs Monsters) en el ambivalente papel de Flo, la hija pequeña de los Tildon, que lleva perfectamente las riendas de la producción en compenetración con Chad Michael Murray (La casa de cera, Regreso al infierno), el malogrado villano Henry, si bien es cierto como se señala anteriormente, que el conjunto Muray-Eastwood llega a resultar tedioso en ocasiones a pesar de su maravillosa complicidad. Rankin de honor también para la gran Teri Polo (Los padres de ella, Falsa identidad), la correcta y sumisa señora Tildon, así como para Ben Browder en el papel del resignado y cobarde predicador local. Lucke Wilson, Kate Loneker y Nathan Russell, resultan unos excelentes secundarios en sus respectivos roles de hombre de ley y criminales.

En resumidas cuentas, el señor Mollner ha conseguido un resultado interesante, de nivel alto, rodado con elegancia para mantener a la perfección ese cuidado rol de tributo que pretendía conseguir. La comunión de conceptos diferentes como home invasion, thriller y salvaje oeste permanece perfectamente imbricada, siguiendo una linea constante a pesar de sus altibajos. Como film de género, resulta a una altura mayor que otras producciones recientes del tipo El asesinato de Jesse James por el cobarde de Robert Fort (Andrew Dominic, 2007), intento de cine de autor bastante mal estructurado y tedioso, Apaloosa (Ed Harris, 2008), un bochornoso ejercicio con el fin de aunar western y comedia bastante difícil de digerir o, de forma mucho más cercana en el tiempo, está a la altura de otros trabajos como Valor de Ley firmado por los Cohen, un excelente remake del clásico de Henry Hathaway, Los odiosos ocho, southern marca Tarantino que ha cosechado tantas críticas positivas como negativas por parte de fans y detractores o la recientemente laureada Bone Tomahawk (S. Craig Zhaler, 2015), tachada como el brillante debut de un director principiante, motivo por el cual ha logrado excelentes valoraciones en medios dedicados al mundo de la farándula como Fotogramas, que ha destinado el visionado del film “Para amantes del neowestern sin complejos”.

Oportunidad ideal esta para disfrutar de la capacidad de impacto del señor Mollner y de su estilo crudo y cercano al gore aunque audaz. Una maravilla cargada de dignidad.