Howard Lovecraft and the Frozen Kingdom

Antes de que se convirtiese en el famoso escritor de terror Howard Phillips Lovecraft, era un niño curioso e imaginativo que vivía con su madre. Pero después de que ella, sin saberlo, ofrece el legendario Necronomicon a su hijo, este se ve transportado a un peligroso mundo poblado por criaturas horripilantes. Después de hacerse amigo de una criatura tentaculada que termina llamando Spot , Howard parte en una peligrosa misión para salvar el Reino Helado y poder volver a casa.

Todos aquellos que llevéis siguiendo un tiempo Almas Oscuras sabréis de mi genuina devoción por H.P. Lovecraft y las creaciones asociadas a su particular universo de horror cósmico y onírico. De hecho, uno de los momentos más felices de mi vida, a la espera de tener algún día descendencia, fue publicar una novela corta, “La Ciudad de Arena”, protagonizada por el mismísimo huraño de Providence. No me hacen falta sus citas para completar reseñas, lo llevo aquí, tatuado en el corazón, digo extasiado mientras me golpeo el pecho como un gorila. Bien, establecida mi afición por los tentáculos y la geometría no euclidiana, queda hablar de todo los productos creados alrededor de Cthulhu y su puta madre (buscan piso en R’lyeh): peluches, juegos de rol, tazas, discos, calzoncillos… el horror cósmico es una franquicia en toda regla y el bueno de Howard se revuelve en el ataúd viendo como sus aspiraciones artísticas han terminado siendo un mero producto de consumo. Pero, ¿sabéis que os digo? ¡Qué profanen su cadáver con gatos rellenos de puto helado! Esa democratización masiva, posiblemente urdida por la mejor versión corporativa de Nyarlathotep, ha acercado esa mágica y nihilista versión de la realidad a todo el planeta: grandes y pequeños, homúnculos y mutantes.

Recuerdo cuando accedí por primera vez a sus obras, creo que a finales de los ochentas, mediante unos opúsculos baratos publicados por “El Observador de Cataluña”. Rememoro de manera entrañable la emoción que me provocaron “Las Montañas de la Locura” y, con menos entusiasmo, me visualizo intentando acceder a más material similar de forma infructuosa. Vivíamos malos tiempos para la lírica, y el terror, reduciendo esta sagrada afición a pequeños corpúsculos de apestados sociales. Ahora todo son fabes con almejas y camisetas con el líder de los Primigenios (“iä, iä!!”) promocionado cereales para el desayuno, pero cuando me enamoré de la ampulosa pluma de Lovecraft, sólo el juego de rol “La Llamada de Cthulhu” vino a mi rescate, y lo hizo de la manita de colegas del alma como R, Paquito, R.C., T., J.C. o, especialmente, E.
Así que disfrutad porque este panorama es una bicoca para el amante del fantástico en general: profundos y retoños oscuros hasta en la sopa, ¡cojonudo!

¿A qué viene toda esta mierda seudobiográfica de dudoso interés? Pues al descubrimiento de “Howard Lovecraft and the Frozen Kingdom”. Si en la época que devoraba en la Costa Dorada “El Modelo de Pickman”, “La Sombra Fuera del Tiempo” o “El Color que vino del Espacio”, con la desesperación del adicto al opio, me hubiesen dicho que un día vería una película animada por ordenador con un Lovecraft pre adolescente como protagonista… pues me hubiese colgado el escroto de corbata y hubiese alzado loas a Azathoth ante semejante aberración y, porque no, deseo oculto. ¿Queréis introducir a vuestros propios Retoños Oscuros en el culto a los Dioses Exteriores? Podéis pasar sus primeras fases de gestación suministrándoles deliciosos peluches tentaculados, pero, ya más creciditos, esta cinta de animación me parece de los más “cuqui”.

Sí, está bien, seamos claros: “Howard Lovecraft and the Frozen Kingdom” luce barata de narices. Una animación muy básica y un aspecto infantiloide que no podría estar más lejos del espíritu de los escritos del Maestro. No obstante, me parece una estupenda manera de romper dogmas, también de aprovechar esa comercialidad en aras de atrapar adeptos cuanto más jóvenes mejor. En realidad, y quizás esto fortalezca un guión en pro de ocultar sus limitaciones técnicas, se trata de una adaptación de una novela gráfica (de Bruce Brown), con lo que el argumento estará explotado y perfeccionado para satisfacción de los exigentes. Su director y guionista, Sean Patrick O’Reilly, ya probó suerte en esto de la animación 3D con “Pixies”, otra cinta menor que ya apuntaba su amor por la fantasía.

El próximo 27 de Septiembre será estrenada en el mercado doméstico de su Norteamérica natal, como un jugoso paquete de coleccionista, y podremos comprobar si el acabado visual chirría tanto como en el tráiler. Al menos, en lo que a las voces dobladoras se refiere, contamos con voces tan poderosas como las de Ron Perlman, Christopher Plummer (“UP” entre casi otros doscientos proyectos) o Doug “Pinhead” Bradley… ¡algo es algo!