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Flick

El R'n'R te mantendrá con vida

Flick

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  • Título original: Flick
  • Nacionalidad: UK | Año: 2008
  • Director: David Howard
  • Guión: David Howard
  • Intérpretes: Hugh O'Conor, Ricci Harnett, Faye Dunaway
  • Argumento: Cuarenta años después, Johnny vuelve de entre los muertos al volante de su coche, recorriendo las calles por la noches y escuchando Rock and Roll en la radio. Ha regresado en busca de Sally... y de venganza.
DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

Johnny “Flick” Taylor es un “teddy boy” que tiene un apodo molón, a cuenta de su afición por las navajas automáticas, y unos pies prodigiosos para el baile. Pero le faltan sólo dos cosas para poder morir feliz: un baile y un beso en la mejilla de Sally, esa chica inalcanzable. Decidido a lograrlo en aquella lejana noche de finales de los cincuenta, se lanza delante de su amor platónico, siendo humillado por los matones de la sala de baile a causa de su tartamudez. Enfermo de amor, se lanza al ataque con su navaja provocando una masacre y raptando a Sally. La huida sale mal y acaba con su “buga” en el fondo del río, muriendo mientras su cautiva sobrevive por los pelos.

Han pasado las décadas y el nombre de Johnny ha sido olvidado en la pequeña ciudad británica de “Hobb’s End”; hasta que el coche es encontrado durante un dragado del río. La música rockabilly, que sigue sonando desde una estación pirata, se filtra por las húmedas venas del cadáver resucitando su sed de venganza. En busca de Sally y los matones que le humillaron, dejará a su paso un reguero de sangre que deberán seguir un par de detectives chispeantes: la teniente McKenzie, recién llegada de Memphis, y su obesa contrapartida británica.

“Flick” es una extrañeza de 2008 fiel a sus orígenes británicos, por aquello del humor negro y una frialdad digna del hombre de hielo a la hora de afrontar unos barroquismos visuales sólo al alcance de los maestros del séptimo arte. Pero sobre todo destaca por una capacidad sorprendente para dar una de cal y otra de arena, hasta extremos que algunos podrían considerar insultantes y otros una genialidad absoluta. Es tal su desequilibrio que a veces roza la tomadura de pelo y otras recuerda a los logros atmosféricos alcanzados por David Lynch en sus primeras películas, de ahí esa insípida nota numérica que representa únicamente la punta del iceberg, la mejor forma de resumir una casi infinita sucesión de ceros y dieces.

La muestra más descarada de esta oscilación entre la magia y la vergüenza ajena la tenemos en la presencia de Faye Dunaway, la ganadora de un Oscar™ y bellísima intérprete en clásicos como “Bonnie and Clyde” o “Chinatown”. Presencia que además, para asombro del que suscribe, no se reduce a un simple cameo que justifique poner su nombre en los títulos de crédito con tal de darle un empuje a la película, que por otro lado ha quedado relegada a la nada más absoluta.
Dunaway tiene un papel muy destacado en la trama y, aquí interviene el citado desequilibrio, una actuación donde no veréis el brillo de su antiguo encanto más que en un par de escenas, reduciéndose su trabajo a un aturdido ir y venir sometida a diálogos sin energía. Del resto de actores mejor no hablar, pues su único acierto es estar presentes delante del objetivo, sólo provocando interés cuando las circunstancias que los rodean se vuelven lo suficientemente grotescas como para frotarnos los ojos de incredulidad. No esperaba seguidores de la técnica Chéjov, pero creo que los pobres, un elenco con mucha experiencia, no han podido lucirse en este producto, evidentemente rodado en pocas tomas.
Menos una excepción, la británica Liz Smith, una de las abuelitas de “Charlie y la Fábrica de Chocholate” (entre muchísimos otros proyectos). Supongo que será mera casualidad, pero sus apariciones me provocaron una inquietud alarmante, un nudo en el estómago entre pena y asco que me resulta difícil de explicar. Quizás se haya debido al escenario decadente y enfermizo donde ejerce de vieja chiflada. Como amante de lo onírico he de reconocer que sólo por sus secuencias ha merecido la pena internarse en esta producción.

Partimos de una base muy importante: el titánico proyecto de David Howard está financiado con cuatro duros y se excusa en el cine de terror para vomitar en pantalla la veneración de este joven director, actualmente bastante parado, por el cine/comic de los años cincuenta y la música rockabilly. Si estás en su bando, “Flick” podría ser la arrugada carta de amor, a dicha época, que tú mismo escribirías. Sin talento, sólo con imaginación y descaro, Howard se tira a la piscina para crear un universo de colores saturados y planos holandeses, con picados y contrapicados hasta en la sopa, que, de nuevo, a unos les parecerá maravilloso y a otros un exceso sin control. Incluso se atreve, muy inteligentemente, a realizar conexiones entre escenas mediante un comic estático, deudor claramente de “Tales from the Crypt” y similares. Han pasado más de sesenta años y resulta increíble que la sombra de esta publicación siga siendo tan alargada… ¡afortunadamente!

Un servidor prefiere adoptar una posición ambigua a la hora de recomendarla. Me es imposible negar su cochambroso guion, donde las motivaciones de los personajes son imposibles de descifrar; la dejadez en la dirección actoral, cenit en los diálogos declamados a trompicones; la tosquedad de sus efectos especiales, a veces simpáticos y/o “gran guiñolescos”, otras amateurs; un ritmo ortopédico que alarga lo que debería haber sido un mediometraje; una conclusión brusca que no está a la altura de lo que prometía; etcétera…
Sin embargo me cuesta olvidarla, cosa que no me ocurre a menudo con las ristras de chorizos que suelo reseñar. Posee fotogramas que se agarran como una garrapata a mi menoría. Sería injusto pasar por alto su sabrosa ambientación, entre el “giallo” alucinógeno y un segmento de “Creepshow”; una banda sonora que recupera clásicos inmortales del rockabilly más puro; el homenaje a la serie “Quatermass and the Pit” en el nombre de la localidad donde se ubica la trama, la también “carpenteriana” “Hobb’s End”; la historia de amor adolescente de fondo, en su épica simpleza se vuelve un sentimentalismo plenamente justificado; el vestuario de nuestro “teddy boy from hell”; el humor negro que empapa todo el metraje, sello británico por antonomasia…

Con las obvias distancias; la estética de “Sin City”, la nostalgia de “Peggy Sue se casó”, el horror de “La Noche de los Muertos Vivientes”, el surrealismo de “Twin Peaks”, la mugrienta idiotez de “La Pareja Basura”… una mezcla imposible que funciona si no te la tomas en serio, si asumes que los medios no son óbice para disfrutar de cualquier película. De hecho, “Flick” aprovecha su presupuesto, veinte mil libras si no me equivoco, adoptando una visión artística que para sí quisieran otros directores de mayor relumbrón. Claro que, vuelvo a insistir, argumentalmente termina siendo demasiado plana como para afrontarla pensando que te vas a divertir de forma genuina. Por ejemplo, ¿por qué tanta obsesión con el baile y nadie baila en pantalla? Más que entretenida resulta fascinante, tanto por lo que logra positivamente como por su patetismo ocasional, ¡sale caro ser pobre!

¿Merece más reconocimiento del que ha logrado? Seguramente no. Incluso me atrevería a decir que es lo mejor que le podría pasar. Su condición de “paranoia”, de objeto de culto entre los amantes del horror de serie Z con filias rockabillies (impagable el contraste de esta cultura con el entorno suburbano de una pequeña ciudad británica), le otorgan un halo especial que potencia la cualidad sugestiva de sus imágenes. Como ha pasado con muchas películas ochenteras, malas si las analizamos desde un punto de vista formal, las siguientes décadas arrojarán luz sobre piezas del estilo de “Flick” para otorgarles una merecida aureola de leyenda. No quiero decir que el perderse estos proyectos de escombrera sea motivo de insomnio para el cinéfago del mañana, ni mucho menos, pero reconozcamos que, cuando buscamos atrevimiento y proyectos distintos, la lista de películas de horror se va estrechando… y “Flick” es de verdad algo especial.

Lo mejor: El riesgo visual que adopta con cuatro duros. Lynch estaría orgulloso de varias escenas, sórdidas e inquietantes como una pesadilla.

Lo peor: Lo mal que están los actores, increíble en el caso de Faye Dunaway. Dirección de actores 0.


Vuestros comentarios

1. 18 ago 2016, 20:11 | Redención

Serie Z que el único miedo que tienes es de darle al play, pero puedes Reírte un rato sin comerte la cabeza, Faye Dunaway da miedo, pero de lo cascada que está.

2. 18 ago 2016, 20:59 | Bob Rock

Redención.- Pues lo que me ha gustado de Flick, honestamente, son ciertos momentos que dan muy mal rollo gracias a la madre del zombie protagonista. Además de su estilo visual, pero en menor medida. Obviamente es algo muy personal, por otro lado tú lo has dicho: serie Z… pero eso no es necesariamente malo.

Por un momento parece que Faye Dunaway vaya a tener una escena de cama… casi nada…

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