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Sonámbulos

Sweet little pussycat

Sonámbulos

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

Unas criaturas multiformes vagan de ciudad en ciudad buscando presas vírgenes a las que seducir con su bello físico. Su tormentosa vida eterna tendrá por fin un final en las calles de una pequeña ciudad de Indiana.

El verano es la estación del calor, de las hormonas revolucionadas, deseo adolescente y sábanas pegajosas. Hablo de cine de medianoche, serie B y besos robados; se mire por donde se mire, el verano es de los sonámbulos. Entonces, ¿qué mejor época para recordar la primera incursión como guionista, sin adaptar uno de sus relatos, por parte del Stephen King, autor que es imposible no asociar a la época estival? Problemática desde su rodaje, “Sonámbulos” es una cinta de serie B con ínfulas comerciales que fue estrenada en cines de medio mundo para gozo de los que, por aquel entonces, nos dejábamos llevar por el terror sin tantos prejuicios como ahora. Una revisión no muy encubierta de la temática de vampiros cuyo argumento se quedó a medio camino de ningún sitio, no tengo claro si por causa de la productora o por la desidia del propio King, que vivía su momento de mayor auge en todo el mundo y se dejaba llevar por el abuso de las sustancias tóxicas.

Pero no se trata de hablar de su guionista, ¿cómo iba a atreverme a tal cosa si este año han salido dos tochos insufribles sobre su obra y milagros? Disculpadme, un servidor quiere disfrutar de las obras del escritor de Maine, con eso me basta una bibliografía ordenada cronológicamente, me es indiferente el color de su orina o si bebía el agua de los floreros.
Volviendo a la película, nos encontramos con un inicio prometedor donde conocemos a la pareja protagonista, Charles y Mary Brady, una madre y un hijo bajo una relación incestuosa la mar de caliente. A pesar de su apariencia normal, sabemos que estamos ante dos “sonámbulos”, pues unos rótulos iniciales nos descubren a estas criaturas, invención muy propia de King, las cuales viven de la energía vital de jovencitas vírgenes y que, además de ser inmortales, sufren vulnerabilidad a los ataques de los gatos. Son nómadas en toda regla que viajan de pequeña ciudad en pequeña ciudad a la búsqueda de una presa tierna, seducidas por el atractivo retoño de la familia, mientras intentan esquivar a los felinos de la localidad, muy interesados en estos seres.
Arrancamos viendo los rastros de su destructivo paso por una comunidad cualquiera, puro neogótico, para asistir a las primeras indecencias entre la pareja: Música de los cincuenta, vestidos vaporosos, calima, bailes prohibidos… ¡Me gusta! No es de extrañar que con este prólogo “Sonámbulos” se encuentre entre uno de esos placeres culpables que revisito año tras año, y eso que a partir de este momento la trama cae en picado.

Una vez conocemos a los Brady, una tribu reducida en este caso, saltamos de lo que debería ser simpatía por estos seres atormentados, pues tienen el suficiente misterio tras de sí como para sugerir un apasionante universo, al tercer lado de lo que sería un peculiar triángulo amoroso: Tanya Robertson. Una joven más caliente que una parrilla, pero cuya naturaleza apocada la hacer permanecer todavía… ¡Oh sí, virgen!
Interpretada por una sabrosona Mädchen Amick (“Twin Peaks”, “Californication”), se erige en la segunda razón para justificar mi injustificable afición por esta película, bastante maltratada por el paso del tiempo, siendo honesto. Recuerdo el embeleso cuando esta muchachita se marca un bailecito propio de la época a ritmo de “Do you love me?” de “The Contours”. Uniforme de camarera de un viejo cine de época, piernas torneadas, labios carnosos, melena sedosa, movimientos inocentemente sexis… la base de cualquier amor/paja adolescente.
Enseguida acaece el encuentro entre nuestro amigo Charles, interpretado con bastante acierto por el “embrujado” Brian Krause, y la chica de mis sueños. Dicho encontronazo marca el rumbo descendente de la película, transformándose en una sucesión de chistes, muy deudores de la corriente fantástica que dominaba las postrimerías de los ochentas, entreverados con cierta seriedad y misticismo sustentado por la música de Enya, una adición interesante a una banda sonora bastante funcional. Especialmente bienvenido el “Sleep Walk” de los Farina.
Ahí quedan esos destellos de misterio cuando madre e hijo se preguntan si son los únicos de su especie en el planeta, frente a los pequeños cameos de Tobe Hooper, Clive Barker, Joe Dante, John Landis y el propio King.

Precisamente, este desequilibrio entre terror y comicidad señala el rumbo que el cine de género tomaba en los noventas, marcado por una indefinición, un miedo a radicalismos, que lo llevo a tierra de nadie durante dicha época. No quiero decir que esa década no posea una interesante lista de títulos, si no que el terror fantástico se había quedado sin ideas e intentaba acumular recaudación en taquilla a base de explotar sus propios tópicos en una espiral digamos que de aspecto demasiado juvenil, inofensiva y manida. ¿Os suena?

Mick Garris, su director y reconocido adaptador “oficial” al cine de los trabajos de Stephen King entre otros proyectos más jugosos, como “Masters of Horror”, consigue construir una ambientación sólida que se aprovecha de los escenarios alrededor de las apacibles edificaciones, de influencia británica, pertenecientes a las pequeñas ciudades de la costa este norteamericana donde tiene lugar el terror marca registrada “King”. Pero, por otro lado, no consigue dirigir “Sonámbulos” hacia un punto concreto, influenciado por los efectismos que las plateas imberbes siempre predican. Resulta doloroso ver como el centro de la trama se va alejando de los dos personajes principales, convirtiéndolos en simples máquinas de matar con chascarrillos cien con los que adornar sus tropelías. Una pena cuando la historia ofrecía una interesante vertiente sobre el vampirismo, el origen de esas criaturas cambiantes de mágicos poderes y la relación con sus víctimas potenciales, aquí reducida a mera anécdota.
Dicen las malas lenguas que el guion de King fue completamente ignorado en el último tramo de la cinta en pro de mayor espectacularidad, sangre y acción. Llega el apoteósico tramo final cuando Mary Brady, interpretada por una maligna y sensual Alice Krige (“Silent Hill”, “El Aprendiz de Brujo”), se lanza a la caza de su presa de carnes prietas tras ver caer a su hijo a manos de un gato. Más allá del relevante papel que juegan estos simpáticos mininos en la trama, Mary se convierte en una especie de “terminator” femenino cuyos actos de barbarie no acaban de casar con el tono contemplativo que la historia adoptaba en sus primeros compases.

Anécdotas aparte, como la aparición de Ron Perlman en un bobo papel secundario, “Sonámbulos” es un bonito globo que se deshincha a medida que avanza su metraje. Además, ha sufrido un grave revés por el paso de los años, como demuestran sus primerizos efectos digitales, especialmente unos “morphings” que causan casi la misma risa que sus maquillajes gatunos. Pero eso no le resta cierto encanto, especialmente para aquellos que la vivimos en cines, un aura tierna y endeble que se engrandece con esa fotografía neblinosa que cubrió el cine de terror de finales de los ochentas/principio de los noventas. No tanto para recomendar a las nuevas generaciones si no para revisarla con los cuarenta ya pesando sobre nuestras espaldas.

Olvidad la falta de lógica interna, la ausencia de imaginación y la propensión a efectismos baratos: Cine intrascendente de verano propenso al empacho de palomitas.

Lo mejor: El aura de misterio y pecado de sus primeros minutos. Mädchen Amick está para pedirle salir.

Lo peor: Un humor desubicado y lo mal que han envejecido sus "morphings".


Vuestros comentarios

1. 26 ago 2016, 22:01 | Skalope

Bob!, he googleado pero no encuentro un dato sobre esta película. Puede que me lo esté inventando, pero el gran “que” de este film, creo recordar que era que estaba filmada con más fotogramas de los habituales. Para mi fue un reclamo en esa época; no fui al cine, pero la pillé en videoclub con ese misterio de los fotogramas y, al verla, no se si mi tele era muy antigua o no achiné suficiente los ojos, pero yo no vi nada diferente en ese sentido.
Por otro lado, no tengo mal recuerdo de la peli. Como comentas, muy veraniega, con música muy chula: el “mmmm mmmm mmmm…” de Enya ahí retumbando por la parte final. No se, no estaba mal. También se me quedó gravada la imagen esa que le clava un lápiz por la oreja creo que al policía y la de Madre e hijo disfrazaos rozándose mucho.
En cualquier caso, cualquier día me la pongo de nuevo… a ver si ahora encuentro algún fotograma más.

2. 28 ago 2016, 23:06 | paulcrosnier

Que buena y bella estaba Mädchen Amick en esta película, ella es lo mas rescatable, el film es como otras serie B adaptadas de king como El aviador nocturno, Ojos de fuego, Silver Bullet etc, eso si por ser serie B no dejen de ser buenas y entretenidas, la mas mala de todas es The Mangler, esto es lo peor que se ha hecho sobre un libro de Stephen King.

3. 30 ago 2016, 11:27 | Bob Rock

Skalope.- Pues la verdad no me acuerdo del ratio de fotogramas. Creo que en su momento, si la memoria no me falla, se vendió como “espectacular” en cuanto a FX, por los morphings (quizás ahí esté el tema de los fotogramas). Por esa época, se rodó en 1991, empezaban los primeros FX por ordenador. En cuanto a las cámaras usadas eran Arriflex 535, bastante novedosas para la época, pero nada del otro mundo.

Échale un tiento de nuevo, se ve en un volado.

Paulcrosnier.- A mí El Aviador Nocturno me gustó mucho, pero reconozco que es mala. Sonámbulos es al menos digna.

Un abrazote!

4. 10 sep 2016, 03:30 | Cuervo

La peli va ganando puntos conforme avanza y es un buen pasatiempos, pero poco más.

Coincido con la nota.

;)

5. 10 sep 2016, 13:13 | Bob Rock

Cuervo.- Tú lo has dicho, un buen pasatiempo. Se pasa volada, y ya es un punto a favor.

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