Tarde para la ira

Hacía tiempo que no reseñaba un thriller en nuestra web; principalmente porque, para que una cinta de suspense o policíaca la encuentre propia de Almas oscuras, ha de tener ese punto violento y turbador que la acerque a los derroteros habituales de los lectores de ésta, nuestra querida web. Es el caso de Tarde para la ira que, además, cuenta con el aliciente de ser un excelente ejemplo de lo que, con poco presupuesto pero con muchas ganas, nuestro cine, el español, puede alcanzar. E incluso superar a cualquier propuesta llegada de Estados unidos, Corea o cualquier otro país que tengáis en mente. Pues sólo hace falta lo que en este caso sobra a raudales: Talento… y eso es algo que no se compra ni entiende de nacionalidades. Tarde para la ira es una de esas películas de las que hay que saber lo justo para saborearla por completo; así que sobrevolaré con el mayor cuidado posible la trama para no destrozar la experiencia a ninguno de vosotros.

Madrid, Agosto de 2007. Curro (Luis Callejo) entra en prisión tras participar en el atraco de una joyería. Ocho años después sale de prisión con ganas de emprender una nueva vida junto a su familia, pero se encontrará con una situación inesperada y a un desconocido: José (Antonio de la Torre), que le llevará a emprender un extraño viaje donde juntos se enfrentarán a fantasmas del pasado y se hundirán en el abismo de la venganza.

El prestigioso actor Raúl Arévalo firma su primer trabajo como director con esta cinta y demuestra poseer un sensacional talento tanto para la dirección de actores como para la construcción de escenas de tensión. Inaugura el film con un plano secuencia, rodado en el interior de un coche, que atrapa desde el minuto uno al espectador y que es de lo mejorcito que se ha filmado en el reciente cine patrio. Y más adelante nos presenta un arranque de violencia tan visceral y salvaje que costará mantener la mirada fija en la pantalla… Arévalo ya no necesitará mucho más, aunque nos lo da de todos modos: estas dos escenas servirán de pilares para que los posibles desniveles narrativos no lastren el resultado y será tal la intensidad que podrá manejar pinceladas de humor y drama a capricho, pues el espectador estará atrapado por la historia.

Que Antonio de la Torre es un excelente actor es algo ya indudable, pero han sido pocas las veces en los que el intérprete se ha asomado, como protagonista, al lado más oscuro y atormentado de la personalidad humana. Su personaje es a partes iguales ternura, odio, dolor y furia; y logra, con su actuación, que los espectadores le acompañen en su odisea a lo largo de toda la cinta, incluso en esos momentos en los que uno se encuentra moralmente en las antípodas de sus acciones. No se queda a la zaga el segundo protagonista de esta sensacional película: Luis Callejo está igualmente brillante y no se deja comer terreno en el duelo interpretativo (auguro nominaciones para ambos). Del personaje ex presidiario que interpreta ha logrado sacar oro y nuevamente el espectador se preocupará y sufrirá por el destino de su personaje pese a lo antipático que nos resultará en los primeros compases. Arropando a ambos intérpretes, unas actuaciones de secundarios brillantes, cargadas de diálogos ingeniosos y destellos de humor negro.

Arévalo también firma el guión conjuntamente con el debutante David Pulido. Ambos demuestran haber estado muy atentos a las maneras de filmes de los hermanos Cohen como Fargo o Sangre fácil, también al de Saulnier en Blue Ruin o The Green Room e incluso al del Pekinpah de Perros de paja. Pero donde más aciertan es en el recoger la esencia de este género y trasladarla, sin complejos ni guiños yanquis, a nuestra España rural con tanta naturalidad y sensación costumbrista que la cinta resulta genuinamente peninsular.

Tarde para la ira es una excelente y cruda reflexión sobre las cicatrices del pasado, la imposibilidad de pasar página y lo incontrolable de la violencia que tarde o temprano regresa a quien la genera. Un excelente ejercicio de cine y una cinta que a buen seguro dará que hablar. En septiembre podréis juzgar por vosotros mismos.