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Knucklebones

Las siestecitas del Brigadoon

Knucklebones

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 1.5/5

Bob dale al “forward” que no llegamos a tiempo a la próxima proyección: “Los nazis mugrosos invocan al demonio “knuclebones”, muy hablado y harapiento él, para usarlo como el arma de destrucción masiva que buscaba Bush. El ritual de invocación consiste en tirar unos huesos extraídos de una mano dentro de un pentáculo mientras se entonan rimas que harían desear volver a morir a Quevedo. Una masacre después… En una fábrica norteamericana de uniformes unos niños se ponen a jugar a las tabas con los famosos huesecillos del demonio. Otra masacre después… La actualidad, una jovencita pechugona decide suicidarse porque su novio la ha abandonado tras regalarle un oso de peluche gigante, ¡qué ladino! Las amigas de la joven deciden animarla llevándola a una especie de orgia en una fábrica abandonada. ¿Y qué mejor idea para calentar los paquetes de los lascivos chavales allí reunidos que ponerse a lanzar unos huesecillos dentro de un pentáculo mientras se inventan rimas digna de Barrio Sésamo? Por si acaso añadidle unos ladrones de cobre no sea que el número de víctimas no satisfaga al público. Tras la tercera masacre… ¡los títulos de crédito y un poco de rock gótico de tercera!”

El completo disfrute de un festival como el de cine fantástico de Sitges exige al visitante una serie de rituales para convertir la experiencia en algo más que ver película tras película. Algunos de estos rituales son más tediosos que otros: ¿cómo resistirse al paseo por los casetas con estupendas golosinas para el aficionado pudiente?, prohibitivos algunos juguetes aunque entendible debido a los altos precios de alquiler de los quioscos; imposible viajar a este pequeño y encantador pueblo catalán sin charlar de cine sentado cómodamente en alguna terraza frente a la playa; las risas y cánticos en las eternas colas de espera forman parte de cualquier festival completista que se precie; de obligado cumplimiento subir el tono de los aplausos ante las mayores salvajadas en pantalla; también la consabida foto junto a los carteles de enfrente del auditorio, si es que todavía los hay… pero si un ritual define el paseo por el bien patrocinado festival de Sitges serían las siestas del Brigadoon.

Este espacio de entrada libre, aunque aforo preocupantemente limitado durante los días que coinciden con el fin de semana, es un reducto para, entiéndase el cariño con que lo digo, el cine y los cortometrajes más infectos. Si algo sintetiza el ambiente caradura y gamberro del festival son las proyecciones y presentaciones canallas que tienen lugar dentro del “L’Escorxador”, eje central de una programación siempre con fuerte presencia hispana. Precisamente esta sección cumple 30 años, y es por eso que esta edición es más necesario que nunca darse un garbeo por la apretada sala donde sudor, horror y risas se dan la mano, casi siempre, por medio de la serie Z.

Claro, con semejantes antecedentes, tampoco es de extrañar que la calidad de las proyecciones del Brigadoon sean la mayor de las veces, y si el estruendoso audio lo permite, la excusa ideal para una siesta. Una pausa con la que recuperar fuerzas de cara al exigente ritmo de un festival con casi doscientas propuestas que abarcar. Hubo una época en la que Sitges acogía la celebración del festival en fechas tan leoninas como el puente de la Constitución, así que imaginad lo que suponían los espacios muertos entre película y película mientras arreciaba el frío diciembre. Aunque ahora, celebrándose alrededor del Día de la Hispanidad, el clima es más propicio a despatarrarse en la playa y darse un merecido descanso, sigue siendo todo un caramelo poder acomodarse cerveza en mano delante de una película casposa o un corto garrulo. Diría que ciertas presentaciones, por ejemplo de empresas que arrancan en la distribución del VOD especializado, también son más que propicias a sacar el serrucho… pero intentad no ser muy llamativos con los ronquidos cuando enfrente tenéis a gente que se ha esforzado para acceder a esta sección, cada día más cotizada.

Pues bien, “Knucklebones”, película de la que no merece la pena hablar demasiado, resume todas las características básicas de la putrefacta serie Z que identifica al Brigadoon. De hecho, podréis “disfrutarla” en el “L’Escorxador” el día catorce de octubre a la hora bruja. Nadie te va a regalar una proyección gratuita de “The Neon Demon”, pero aquí tienes un buen puñado de pamplinas que van a luchar por entretenerte antes de que alcances el reino de los sueños.
Para el caso, nos hallamos ante un simpático pero deleznable slasher sobrenatural que se cimienta sobre todos los clichés del subgénero habidos y por haber. Claro está sin preocuparse lo más mínimo por la calidad artística: Un demonio presto a usar motosierras y otras armas, entre ellas unos chistes que ni las tiras cómicas del dominical; operados pechos femeninos sin venir a cuento; una narrativa de dudoso gusto que coincide con el ritmo de cualquier diarrea al uso; algunas ejecuciones macarras, lo mejor sin duda; actuaciones que no pueden denominarse como tal; poligoneros como personajes; efectos especiales que tocan fondo en los primeros planos de la máscara de goma del asesino protagonista; nazis esotéricos, que siempre quedan muy apañados aunque no pinten nada en la trama; un ritmo renqueante mientras el asesino entra en acción; un giro final que intenta, Cthulhu no me permita verlo, dar comienzo a una especie de saga; naves abandonadas como baratos escenarios; algo de música oscura a la par que chabacana con escalofriantes reminiscencias a los noventas… Vamos, un viaje sólo de ida a los miasmas de los extintos video clubes, pero sin un ápice del encanto que tuvo la época donde reinaban soberanos.

Demasiado consciente de su misión en este mundo, rellenar los escasos huecos que deja la producción unrderground norteamericana, Mitch Wilson, director y guionista, intenta sacar pecho siguiendo los esquemas que tantas y tantas veces nos han alegrado una tarde tonta. Y aprovechándose de esta sensación de familiaridad consigue mantener cierta dignidad en el producto, aunque es precisamente este mínimo de “potabilidad” lo que termina enterrando a “Knucklebones”. Pues si algo merece la pena de pagar fonda en la serie Z es encontrarnos con una película tan involuntariamente cómica que termine por convertirse en una joya a la inversa. Creedme, “Knucklebones” no es muy divertida que digamos, lo que marca la señal de salida para una siesta de campeonato.
Así que ya sabéis, creo que viendo su tráiler podéis tener una idea bastante precisa del producto, mejor dicho los sonidos, que envolverán vuestros sueños. Una pena que el cretinismo sólo sea visible en la superficie, rascando un poco descubrimos un slasher cutre bastante convencional. ¿Más o menos soporífero que producciones de mayor relumbrón? Eso os toca a vosotros decidirlo si os atrevéis a pasaros por el Brigadoon: Sitges en estado puro.

Lo mejor: La brutalidad de algunas ejecuciones y su inmejorable capacidad para inducir a la siesta.

Lo peor: Vale, es muy, muy mala, pero uno espera algo de humor involuntario en estas películas casposas. Pues aquí ni rastro.


Vuestros comentarios

1. 28 sep 2016, 03:21 | paulcrosnier

1,5 sobre 5 estrellas esto quiere decir que mejor quedate hablando con tu suegra antes de verla, de seguro le sacaras mas provecho, aunque al final lo dudo.

2. 28 sep 2016, 21:02 | Bob Rock

Paulcrosnier.- De forma resumida: Lo que quiero decir que la película es mala pero no es muy divertida. Sin embargo, verla en el Brigadoon es gratis, guiño – guiño
:)

3. 01 oct 2016, 02:52 | Callus

Aburrida, muy aburrida película slasher sin ninguna gracia. El malo es cutre y los protagonistas odiosos. No compensa verla. 1,5 me parece muchísima nota (y eso que no soy muy exigente).

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