Don't Speak

Siete alcohólicos jóvenes de hormonas calientes y preocupaciones dispersas son doblados de forma cómica mientras esputan diálogos descosidos sobre una pequeña embarcación atracada cerca de un bonito pueblo marinero. Hasta que uno de ellos se corta fuera de plano, siempre fuera de plano, para así justificar el acercamiento a la misteriosa villa. Allí, el fantasma de turno les advierte de que hablen bajito, pero las voces de las hormonas son demasiado fuertes como para no terminar en salazón como si fuesen sardinas. ¿La justificación? Llegar a los títulos de crédito.

Aunque se me ha calificado muy agresivamente debido a la exigencia que muestro en el campo del horror, por aquello de simplemente opinar sin tapujos aunque resulte tan cruel como la vida misma y pierda “amigos comerciales”, soy consciente de lo mucho que cuesta sacar un producto cinematográfico adelante. Da igual el presupuesto, da igual la implicación, empujar de un carro que consta de tantas partes siempre resulta doloroso. Materializar la visión que un creador tiene mentalmente de su obra supone un peaje a veces inasumible moralmente. Sin embargo yo mismo soy “creativo”, en el sentido de escribir de forma amateur sin, aparentemente, despertar el más mínimo interés por mis obras. Creedme, supone un mayor desengaño ser ignorado que vapuleado, pero sé que cuando uno expone sus ideas de forma pública debe asumir este tipo de reacciones con la única alegría de saber que ha dado a luz. Así que hazte con un buen chaleco antibalas cuando expongas tus miserias en la puta calle; eso sí, intenta que a ti te guste, porque si no sabes ponerte un límite inferior a tu talento, el destino será un pozo de detritus y mierda donde terminarás revolcándote tu solo. Incluso en esta era mediática donde los familiares y amigos alzan sus voces entusiastas para lamer culos que merecen una cura intensiva de lejía o la tónica es callarse las críticas negativas por no hundir la moral de los mancos.

“Don’t Speak” es una muestra ideal de cómo romper esos límites y descender al abismo del peor cine español fantástico, uno que las grandes súper producciones opacan pero que sigue dando muestras de la cojera hereditaria de nuestra industria en lo que se refiere al terror. La demostración palpable de que más vale amiguismo que capacidad. En caso contrario resulta inexplicable como este aborto ha podido acumular veinte candidaturas a los premios Goya. Si el caso es que cualquier película puede acceder a dichas candidaturas sin ningún tipo de criba, luego en las nominaciones Dios dirá, es culpa de dicha “convocatoria” el no mostrarse selectiva y hundir a ciertos cineastas, o proyectos de, al airearlos con tanta alegría. Sólo ver este nombre en la página oficial de los Goya y se me ponen los pelos de punta.

Desde el doblaje, un vano intento de llamar la atención de mercados internacionales, hasta las actuaciones, pasando por una dirección improvisada, todo clama por lo hoguera en “Don’t Speak”, una producción a la que le hubiese venido mejor algo de humildad. Se toma tan en serio a sí mismo que es lo único que permite verla: para reírse de ella y de sus creadores. Lo siento, a mí me enroláis para hacer esta basura y os mando a tomar por saco a no ser que cuente con un jugoso cheque del ICO. ¿Ese era el caso? No creo, afortunadamente. Ni siquiera como película casposa merece destacarse, ¿en qué mundo vivimos donde el cine basura ya ni hace gracia? Sí, te ríes, por ejemplo, con las apariciones del niño Rigoberto, pero tampoco queda mejor opción: si quieres terminar de ver “Don’t Speak” tiras por el humor o acabas depilándote las cejas en ácido.

¿De qué va la película? De no hablar, mantenerse en silencio, y ese mismo derecho ejercerá el autor de esta reseña mientras aguarda los airados ademanes de la gente tras el proyecto. Al fin y al cabo estamos en una plaza abierta a todas las opiniones. La mía, el mutis, por sintetizar en “Don’t Speak” todos los males que condenan a nuestro cine y país a hacer el ridículo allá por donde pasa.

I’m the fucking king of this shitty mountain!!!

I’m doing the cornet diet: to eat less to fuck a lot

Don’t faaaaaarrrrrtt