La Noche de los Demonios 2

Hoy tenemos canela final en el menú, un bodrio cinematográfico de esos que alcanzan la leyenda gracias al desparpajo que adquiere la unión de sus partes, injustificables por separado. Obviamente también hace mucho el momento personal en que accedes por primera vez a él. Hombres serios y maduros, mujeres con un alto sentido de la condición femenina: mejor manteneros a una distancia prudencial de miles de kilómetros. En mi anterior reseña de esta especie de ciclo sobre la cutre-condición de La Noche de Difuntos, “Noche de Graduación 3”, ya hice hincapié sobre mi visión personal de tan celebrada noche. La verdad que tanta “nocturnidad” parece lluvia sobre mojado, pero es que cuando el sol se pone las calles son territorio de los gatos… y de los adolescentes. Porque la agitación sexual que marca estos influyentes años sólo puede encontrar alivio en la oscuridad, cuanto más húmeda mejor. ¿Y existe alguna película de terror más adolescente que “La Noche de los Demonios 2”? Seguro, pero me atrevería decir que ésta, al rechazar cualquier atisbo de sensibilidad cuando afronta el cambio hormonal, se convierte en definitoria del tópico “jóvenes cachondos masacrados en pantalla”. Añádanle una especie de monja/ninja; la princesa de los demonios; lencería por doquier; gags de mal gusto y unos diálogos salidos del culo de un mandril… ¿qué tendríamos? Pues lo que estamos reseñando, ¡membrillo!

En una institución católica, donde han ido a parar los jóvenes más traviesos de Estados Unidos, se está preparando un gran baile de Halloween. Pero por motivos “picantes” un grupo de estos estudiantes es castigado. Ni cortas ni perezosas, las exuberantes señoritas y sus gallitos deciden preparar su particular fiesta en “Hull House”, una infame funeraria abandonada donde hace años tuvo lugar una masacre y la desaparición de una chica, Ángela. Entre el grupo que visita la casa encantada se encuentra, acosada por terribles visiones y, peor aún, sus crueles compañeras, la hermana pequeña de la joven desaparecida. Una vez en la funeraria, los escarceos sexuales y bromas terminarán despertando a la única residente del lugar: una Ángela transformada en lujurioso y dicharachero demonio, la cual seducirá y convertirá en esclavos a los más díscolos del grupito adolescente. Sólo la intervención de las fuerzas de choque del instituto católico podrán detener esta particular noche de Halloween.

¿Un guión escrito por Chicho Terremoto y Nobita puestos bien de porros? Eso podría parecer “La Noche de los Demonios 2”, a lo que se suma su fecha de producción. De lleno en los noventas, la sutileza se había perdido por completo dentro del género, el humor campaba a sus anchas entre zombies, demonios y asesinos con tal de justificar un nuevo estreno en el vídeo club. Ni Brian Trenchard-Smith ni* Joe Augustyn*, director y guionista se toman en serio la historia que tienen entre manos. Curioso el caso del primero, pues hablamos de un hombre cargando a sus espaldas con una larga lista de títulos cuando menos curiosos: “Los Bicivoladores”, “El Imperio de la Muerte”, “El Secreto del Lago” o “El Día de los Asesinos”. Posteriormente a la producción de 1994 que hoy tratamos la cosa ya se normaliza cuando analizamos la carrera de Trenchard-Smith, encontrándolo detrás de un par de secuelas de “Leprachaun”. Se nota que le había pillado el tranquillo a los presupuestos de mierda.

La cuestión es que “La Noche de los Demonios 2” desprende diversión. No tanto la provoca si no que deja claro lo mucho que se divierten los implicados. Como anécdota señalar la presencia de Christine Taylor entre las jovencitas de talla 90. La mujer de Ben Stiller empezó su carrera desde muy abajo, más concretamente arrodillada. [¡Qué malo es Bob con los genios de Hollywood!] Los muy pillos, desmadrados durante la hora y media que dura la chimichanga, aquí se lo están pasando obviamente teta. Lo cual viene que ni al pelo, pues el nivel de “pechugamen” rivaliza con el de una granja de gallinas cluecas. El casting sólo tuvo dos premisas:

a) Féminas: El tamaño de su busto.
b) Hombres: Sus caras de idiotas.

La combinación, digna de una película del destape, es todo un canto a las hormonas revolucionadas, refrendado por los innumerables desnudos frontales y las escenas de contenido sexual/pueril. Nuestros protagonistas se pasan la mitad de la película buscando rosa. Independientemente del género, todos los muchachos andan obsesionados con follar, follar y follar. ¡Y bien que los comprendo! Al que comprendo menos es a uno de ellos que anda más preocupado por demostrar la veracidad de la demonología. Rodeado de semejante vergel y prefiere dedicarse a invocaciones, ¡capullo!

Como sea. El grupo central de chicos y chicas, interpretados como siempre por, mínimo, veinteañeros bien curtidos, es una pandilla de subnormales profundos rozando peligrosamente el ridículo. Los actores prefieren pasárselo en grande haciendo el bobo antes que otra cosa, ¡ellos ya sabían que no iban a estar nominados a ningún premio por esta película! Tal es su condición que casi podrían caer simpáticos de no ser por los puñeteros diálogos. Hay que aguantar cuarenta minutos de chorradas tamaño XXL hasta que empieza algo de acción: muertes y transformaciones demoníacas artesanales que han perdido bastante con el tiempo, pero que se prodigan abundantemente. Por suerte, y he aquí el gran descubrimiento de “La Noche de los Demonios 2” antes que la famosa “Ángela” [otro icono en lo que a disfraces se refiere al otro lado del charco], contaremos con un ameno secundario llamado “Z Boy”, ¡el puto amo con su nuevo cuchillo mágico! Su intérprete está tan pasado de rosca que consigue dibujar lo que, para un servidor, es un anfetamínico personaje de culto. ¡Qué manera de poner caras de payaso! ¡Qué doblaje oligofrénico! “Airheads”, “Bill y Ted”, “Kevin y Perry”… ¿qué coño hace este tío en una película de “terror”? ¡Ah, qué no es de terror! Pero es que Halloween tampoco lo es: no sufráis, amigos “alpha males”, y echadle un vistazo a las tet… a los divertidos momentos que se esconden tras esta reina infernal de la caspa.

¡Pechos o trato!