Fear, Inc.

Joe está tan saturado de películas de terror que nada le da miedo. Hasta que contrata una experiencia interactiva con una misteriosa empresa.

Venía avalada con buenas críticas de la prensa especializada norteamericana… como suele ser habitual los estadounidenses barren para casa y nos intentan vender una sus películas independientes que, en otra época, no hubiese alcanzado distribución nacional. Presentada al público español en la pasada edición del festival de Sitges, “Fear, Inc.” intenta erigirse en la nueva comedia de horror de referencia para las generaciones actuales. Igual que se alabó “Tucked & Dale vs Evil”, un poco exageradamente, la película de Vincent Masciale juega con los tópicos, en este caso sobre la cinefilia terrorífica, para construir una base cómica que descoloque y divierta a los aficionados expertos. Claro que el principal problema es que no hace gracia alguna, buena culpa de ello la tienen sus personajes faltos de carisma, además interpretados sin mucha profesionalidad, lo que supone todo un reto visionar las desventuras de nuestros protagonistas.

Tal vez el perfil de estos caracteres sea odioso de forma premeditada, pero todavía no entiendo la obsesión de los cineasta por convertir a los protagonistas de sus historias en seres deleznables cuando se trata de añadir inofensivo humor al proyecto. ¡No son graciosos por ser simplemente gilipollas! Y equívocos de un tipo superado ya en las películas de Esteso y Pajares tampoco son la mejor herramienta para atraer espectadores. Para añadir más leña al fuego, la parte truculenta está diseñada a medida de los repetitivos giros a los que se somete el argumento: de manera inofensiva y con un exiguo presupuesto. Podéis añadir “Fear, Inc.” a la lista de películas cuyo tráiler es una auténtica estafa, si montaran tan bien los largometrajes como sus avances, la industria del cine sería la más rentable de todas.

Señalada la generalidad, muy negativa, nos adentramos en la historia de un tipo lamentable, llamado Joe, que se pasa la vida sin dar golpe a costa de su novia, que increíblemente le ríe las gracias. Bien, Joe resulta ser todo un experto en cine de terror. Al menos todo lo que una persona de a pie puede serlo en la era de la información excesiva, donde gilipollas como yo, sin estudio periodístico alguno, se pueden permitir el lujo de opinar sobre películas como si supieran algo del medio. Entonces, todo ese conocimiento del que hace gala nuestro protagonista lo ha convertido en un ser insensible al medio. Nada lo asusta y el destino, consciente de ello, parece querer cruzarle con una empresa ilegal, “Fear, Inc.”, especializada en realizar experiencias en vivo capaces de llevar a sus víctimas al límite del infarto. Llega Halloween y Joe, hastiado de las mismas conversaciones y disfraces, tiene la ocurrencia de contactar con la siniestra empresa. A partir de ahí, y aprovechando la visita de dos amigos a la mansión de su novia, se empiezan a desencadenar una serie de eventos que pondrán a todo el grupito, treintañeros resabidos, en peligro. Una “home invasion” se despliega ante un escéptico Joe, el cual se lo está pasando en grande hasta que se da cuenta de que “Fear, Inc.” podría estar llevando su trabajo a cotas de realismo inaceptable.

Este predecible giro, “que si es verdad, que si es mentira”, es repetido varias veces durante el metraje, haciendo dudar a Joe de la veracidad de los asesinatos y pruebas macabras a las que es sometido. Sin embargo, el espectador sensato puede ver fácilmente cada nuevo vaivén argumental, pues ni a giro llegan, antes de que se produzca, así hasta un desenlace que atenta contra la inteligencia del público y que, además, carece de la tensión y vileza que pretende. Más molesto si cabe cuando el material de partida prometía usar escenas icónicas del cine de terror en su propio beneficio. Sí, existen las referencias: unas superficiales, como el disfraz de Freddy que porta Joe, y otras más influyentes en la trama como la escena robada a SAW, que siendo uno de los puntos álgidos de este proyecto se demuestra muy pueril y obvio, incluso para un atolondrado Joe que no puede justificar, ni hasta el culo de coca y alcohol, la manipulación mental cutre a la que es sometido. ¿Un homenaje a “The Game”? Comparar esto con la película de Fincher debería estar penado por la ley, que lo hayan hecho sus productores y benefactores anónimos con tanto ahínco demuestra la falta de argumentos propios.

Dada su ambientación me pareció la opción ideal para comenzar la tarde de Halloween con algo muy temático. Me daba igual que fuese intrascendente siempre que animase el cotarro antes de la fiesta. ¿Pero qué puedo decir? Está ambientada en la famosa noche del 31 de Octubre como mero reclamo comercial para una mayor penetración en el mercado doméstico. La verdad es que el marco temporal podría haber sido cualquiera. Mejor todavía: debería haber sido ninguno. Total, sólo representa una decoración cutre por aquí, una niña pidiendo caramelos por allá y nada más. Curiosamente emana un tufillo muy noventero, en toda la dimensión de esa afirmación. Es decir, a tomar por culo los género a causa de la corrección política.

No me malinterpretéis, la película no es un desastre completo, está rodada de forma directa pero con el mínimo talento para verla entera sin sufrir taquicardias. Por ejemplo, la dirección trabaja bien los planos cortos cual emulo de James Wan o la fotografía nocturna es pura profesionalidad… lo que falla son los intérpretes delante de la cámara. Detallaría sus nombres y carreras pero me han puesto de mal humor, utilizan la sobreactuación como base para la comicidad y no son, por decirlo suavemente, unos Jim Carreys modernos. Si la trama ya camina por el filo de la credibilidad, los actores terminan por destruir cualquier atisbo de atmósfera que, cual espejismo, creíamos detectar en este u otro fotograma. Básicamente tendremos que aguantar a los cuatro actores principales todo el metraje; mas adelante, cuando se une el equipo de “Fear, Inc.”, la cosa todavía decae más gracias a esos extras contratados por una lata de cerveza.

¿Dónde estás el cinismo, el humor negro, la ironía, la acidez? Quizás no haya sabido pillarle el punto a esta comedia de terror, quizás sea sólo una pérdida de tiempo. Pero yo no os lo haré perder más a vosotros: olvidad “Fear, Inc.” y dedicad hora y media a cualquier otra actividad.