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O Diabo Mora Aqui

Con la miel en los labios

O Diabo Mora Aqui

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

“O Diabo Mora Aquí” – conocida también como “The Fostering”, pero finalmente distribuida en Estados unidos con el título de “The Devil Lives Here” – es una modesta producción brasileña de terror sobrenatural que se sobrepone a sus limitaciones económicas apostando por algo de folclore local, menos del deseado, y una puesta en escena bastante enfermiza. Diluida injustamente en un saturado panorama internacional, su punto fuerte radica en la ambientación, recordando casi milagrosamente a la suciedad claustrofóbica de clásicos como “La Matanza de Texas”. Esto gracias a una fotografía amarillenta y arenosa sustentada a su vez sobre una narrativa no lineal del todo. Una primera capa que se demuestra digna heredera del terror “pesadillesco” de Fulci, especialmente acertada a la hora de distribuir la tensión y el mal rollo mediante efectos de sonido ominosos y la atmósfera incoherente propia de los malos sueños. El efecto, desorientador y tenebroso a la par, surge de una mezcla de talento e inutilidad naturales, y vaya si funciona durante su primera mitad.

Sin embargo, rascando un poco la superficie, encontramos los mismos elementos que ya instaurase “Posesión Infernal” como canónicos dentro del cine de terror sobrenatural de bajo presupuesto. Tanto estructural, los jóvenes que van a una casa aislada a darse de bruces con “el mal” surgido del pasado, como visualmente, unas localizaciones baratas y muchos tiempos muertos entre diálogos para maquillar las deficiencias interpretativas; aquí muy aguzadas si la comparamos a la obra maestra de Raimi. Algo que, desde luego, le resta impacto en lo tocante a originalidad, una pena cuando su procedencia auguraba una marcada personalidad. Véanse las raíces cinematográficas del género que nos ofrece esta bella tierra latina en la pérfida figura de Zé do Caixão (o José Mojica Marins hablando de su faceta mundana). Si no queremos remontarnos tanto al pasado, bien podemos revisar As Fábulas Negras, donde encontraremos una interesante visión a vuela pluma de la situación actual del fantástico en Brasil, además de mucho gore y mala baba; del cual se hace pálido reflejo “O Diabo Mora Aquí”.

Dos parejas, típicos “blanquitos” de ciudad, terminan pasando una noche en la casa deshabitada perteneciente a uno de ellos. Pero no es una noche cualquiera: cada nueve meses ha de cumplirse el ritual que mantiene ligado y condenado a un gran mal en el sótano de esa casa. Un oxidado clavo metálico fue testigo y protagonista, hace varias décadas, de un terrible parricidio dando lugar a una maldición cuyos tentáculos atan también a los descendientes de Bento, el héroe que liberó a un grupo de esclavos del cruel “Barón de la Miel”. En concreto a un ser nonato difícil de clasificar, por lo poco que sabemos de él, y al propio Bento en formato redivivo.
Inicialmente como una broma, los cuatro jóvenes se verán envueltos en la realización de ese ritual, interfiriendo y desvelando motivaciones ocultas así como la terrible influencia de los poderes de ultratumba en las chicas con principios de esquizofrenia, propicias para la “posesión infernal” cuanto más atractivas son.

Apetitoso, ¿verdad? Pero para adentraros en el tuétano, expuesto más arriba, antes tendréis que atravesar los paisajes comunes de los que hablaba. Afortunadamente la historia se dosifica con una narrativa ligeramente alejada del estilo norteamericana, apostando por la interpretación personal del espectador, maquillaje para los aspectos más trillados de la producción. No obstante, la narración da bastantes saltos en el tiempo de manera revuelta, liándose en última instancia de tal forma que oscurece la fuerza primigenia de la historia de base, cuya simplicidad requería de tramos más directos. Culpa también de una edición que peca de novata, pues las intenciones son buenas pero el resultado, a medida que nos acercamos a la conclusión de la cinta, ciertamente molesto y forzado.

Gracias a los dioses oscuros, lo directores Rodrigo Gasparini y Dante Vescio, prácticamente unos desconocidos más allá del intento de participar en “ABCs of Death 2“ llamado “M is for Mailbox”, ejecutan una interesante interpretación de esos tópicos que convierten a la combinación “jóvenes + cabañas + invocar demonios” en una losa difícil de superar en cada nueva sinopsis que nos ofrece el cine de terror actual. Aquí los protagonistas no se encuentran de golpe con unos demonios sedientos de sangre, si no con un enfrentamiento entre dos fuerzas sobrenaturales opuestas cuya posición dentro de la dupla “bien/mal” se va difuminando durante el transcurso de su ajustado metraje, unos bienvenidos setenta minutos. A la manera de Clive Barker, en más de una manera como ya deja entrever la mezcla de abejas y esclavitud en su argumento, las posiciones moralistas son derribadas a dos niveles:

El primero sería la lucha de clases y los abusos de poder: Una contienda que al final de la película se constata muy inteligentemente como la mera supervivencia del más fuerte, rápido y/o listo. Un reflejo de la absoluta falta de matices en el caótico mundo donde vivimos, ¿no son los maniqueísmos mero fruto del hombre? Me gusta que la crítica social, ciertamente presente, se torne más cínica que de costumbre, siempre en un adecuado segundo plano.

El segundo nivel es una muestra del pasado racista que arrastra Brasil, el cual, durante la colonización dividió al país en “negros” y “blancos”: Una segregación que a día de hoy sigue afectando a las calles, predominando ricos de tonos pálidos y en favelas oscuras. Sin embargo, apasionados y llenos de ira como cualquier caucásico, los negros no se erigen en los héroes de la película, como durante un tramo creeremos hasta de sus palabras literales. En realidad el bien y el mal se difumina cuando se pone encima de la mesa la crueldad y el miedo, así todos los personajes acaban enmarañados en unos afilados juegos sobrenaturales donde los jugadores son el estatus quo y el caos, tan peligroso para la integridad humana el uno como el otro.

Sin embargo, como vengo insinuando durante toda la reseña, para acceder a este submundo hay que poner mucho de nuestra parte. Lo que al principio entra suavemente, con un rimo pausado marcado por la inquietante presencia del “Barón de la Miel” y su traje de apicultor, luego se torna en un desmadre que gusta en primera instancia – mucha tensión en el despliegue de los primeros efectos sobrenaturales dentro de la casa encantada – para tornarse cansino. Dada la falta de dirección y claridad en unos personajes cuyas acciones y motivaciones pierden el rumbo, dada la rémora de un guion también novel, obra de un tal Rafael Baliú. Unamos a esta falta de coherencia generalizada, de nuevo planea la sombra de Fulci sin su autenticidad, intérpretes superados por escenas que requerían hilar fino y un manejo de cámara caracterizado por la búsqueda de planos aterradores sin el acompañamiento de una escenografía acorde. El villano, o villanos según se mire, pierde cualquier aureola amenazante una vez empieza con los discursos carentes de sentido. Eso sí, Ivo Müller, el actor que interpreta al malvado Barón, destaca por encima de la media, desbordando sadismo a través de su gestualidad.

En definitiva, hablamos de una producción pequeña pero sólida en su declaración de amor por el terror sobrenatural, algo loable y que se deja notar en mis impresiones – por mucho que le duela a los dogmáticos de las puntuaciones –. Hay que valorar los esfuerzos genuinos y la capacidad para generar atmósferas creíbles de terror mediante recursos de guerrilla. Otra cosa es que su tramo final derive hacia los derroteros que marcan el presente panorama del fantástico: falta de concreción y prisas por concluir como sea una historia que si flojea sobre el papel, en su realización muestra unos agujeros del tamaño de edificios. ¡Viva la samba!

Lo mejor: Su enrarecida atmósfera, una casa sometida a una enfermiza fuerza con gusto clásico.

Lo peor: Su historia se ve forzada y confusa en su tramo final, dejando una sensación agridulce.


Vuestros comentarios

1. 15 mar 2017, 20:11 | djariel

esperaba mas,y eso que la vi predispuesto con la mejor,pocos sustos,poca sangre,nada de gore,solo unas lentillas ,algunas voces distorsionadas y la musica violinesca de evil dead hacia el final ,muchos dialogos tratando de explicar el drama familiar de la maldicion,parece mas una telenovela brazuca que una peli de terror,vi una copia ripeada del cable de brasil,no recomendada para menores de 14 dice al principio,eso me dio mala espina,que se cumplio,poco terror….

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