Pet

Un thriller psicológico sobre un hombre que se encuentra con un viejo enamoramiento y posteriormente se obsesiona con ella, llevándolo a mantenerla cautiva debajo del refugio de animales donde trabaja. Pero ¿qué va a tener la víctima para su captor?

“Pet” representa el segundo largometraje de Carles Torrens tras “Emergo”, un found footage sobre posesiones que, sin ser la novena maravilla, era bastante entretenido gracias a su falta de compromiso así como a su capacidad para no tomarse del todo en serio. Siguiendo dicha estela, la película que hoy nos ocupa pasó ligeramente desapercibida en Sitges, festival donde este director consiguió el premio “Cine365”, muy bien reinvertido en esta obrita, co producción entre Estados Unidos y España. El director catalán afincado en Estados Unidos, país convertido ciertamente en la tierra de las oportunidades que aquí se le negarían constantemente, mereció mejor suerte en el famoso festival barcelonés, provincia natal de Torrens. Quizás no goce de la espectacularidad visual de otras producciones más reconocidas, como “Train to Busan”, pero me ha parecido que este ejercicio de serie B sale muy bien parado, empujado por una adecuada dosis de mala uva capaces de transformar un thriller psicológicos, con remanentes de “torture porn”, en una cinta de terror festivalera muy dinámica y agradable de ver.

Hablando de “torture porn”, el set principal de rodaje de “Pet” es la misma habitación donde arrancaba “SAW”. Pero que esta anécdota no os lleve a engaño: lejos de torturas y juegos macabros, el film de Torrens expone un combate psicológico regado con sangre y humor negro en los momentos precisos. Menos eficaz que, por ejemplo, “The Loved Ones”, estamos ante una historia destacable siempre que asumamos lo irreal de las situaciones que plantea, especialmente en el lado femenino de los intérpretes, así como cierta previsibilidad. Cuestión que tampoco afea el resultado final, si compartís el humor sardónico con que, en última instancia, se resuelve la ecuación del amor.

Porque “Pet” es una película que habla básicamente sobre al amor y lo que estaríamos dispuesto a hacer por él. La insatisfacción sentimental frente a los secuestros emocionales en un cuento donde la crueldad ejerce, en cierta manera, de elemento fantástico. Lo hace desde una perspectiva perturbada, solitaria y alienada. Ofreciéndonos dos protagonistas que, claramente, se aferran a estos tres adjetivos como lapas. Destinados a encontrarse, Seth y Holly, interpretados respectivamente por unos esforzados Dominic Monaghan y Ksenia Solo, se enzarzan en una partida donde cada uno intenta llevar al otro a su terreno, y de paso poniendo a prueba durante el proceso sus propios límites. Definidos estos mediante el descaro de una novela gráfica de Neil Gaiman, pero sin la magia del guionista británico.
El espectador se irá posicionando con uno u otro personaje hasta que lo incongruente de la situación y la forma de actuar de sus protagonistas, disfuncionales en todos los sentidos, convierta “Pet” en una especie de comedia donde la lógica se subvierte en pro de la diversión directa. Algo que evidentemente también resta profundidad.

Llegados a este punto merece la pena destacar que cuanta menos información tengáis sobre la trama mejor. El guión se la juega a un puñado de giros de tuerca, siendo la sorpresa su mejor aliada. Aunque los distribuidores han sido los primeros en tenderse su propia trampa, habida cuenta de la gran cantidad de spoilers contenidos en su tráiler. Y es que estamos ante uno de esos proyectos cuyo propio título cobra sentido sólo al final del metraje y, sin embargo, se establece como uno de los múltiples engaños a los que intenta llevarnos durante su fase promocional.

Una vez realizada esta advertencia, y aviso que puedo ir cometiendo ciertos destripes, cabe destacar que el gran giro, ubicado en la parte central de la historia, depende mucho de la implicación de los actores. Gran pega, porque imaginar a Ksenia Solo capaz de lo que nos plantea “Pet” es tarea imposible, y eso que Monaghan destaca como algo más que un simple “hobbbit”. El libreto de Jeremy Slater – siguiendo la línea de levedad marcada por sus dos anteriores trabajos: “El Efecto Lázaro” y “Los Cuatro Fantásticos” – contiene la típica premisa del cazador cazado o víctima convertida en verdugo. Secuencias dedicada a manipular las apariencias con la misma superficialidad que estas poseen. Por ejemplo, se atreve a definir un psicópata capaz de matar a cualquiera sin motivo, pero extrañamente atrapado en una relación tóxica donde su pareja lo engaña constantemente. Una visión muy cerrada del típico mito, o no tan mito, donde los “malotes” ejercen un injustificable atracción sobre las mujeres; mientras que el refrán “de bueno, tonto”, aquí adopta la crueldad del gore, unas gotitas, para la satisfacción de la platea más gamberra.

Seth está enamorado de Holly, un amor poco creíble que parte de una obsesión construida con endebles mimbres. A partir de su primer encuentro, él intentará por todos los medios llamar la atención de ella. Un hombre sin amigos, atrapado en un trabajo de mala muerte para una perrera, tosco para las relaciones sociales aunque con destellos de buen corazón… Vemos como este tipo, común hasta cierto punto, adopta una posición más beligerante con su amada hasta verse obligado a encerrarla en una jaula como si de una mascota se tratase.
Holly es la típica belleza que mantiene su entorno siempre controlado, manteniendo la distancia exacta con sus semejantes, de tal forma que rechaza crudamente los intentos de acercamiento de Seth. Sin embargo, ella guarda un secreto que convierte la torpeza social de su “amigo” en un pecado venial. Y en base a esta relación, forzada hasta límites imposibles, avanza la historia salpicada de tensión entre ambos. Si esta tensión es sexual, emocional o mental queda siempre en entredicho, y tampoco creo que sustente hora y media de película. Hasta llegados al meollo del asunto, cuando Holly descubre su verdadera forma de ver la vida, a “Pet” le cuesta adoptar un buen ritmo, preparando demasiado el terreno y advirtiendo de forma implícita al espectador de que no se crea todo lo que está viendo. Una vez metidos en faena, cuando pensamos que estamos ante una réplica de “Very Bad Things”, la película adopta una dirección muy interesante donde las cotas de manipulación alcanzadas por Holly se convierten en una versión psicológica de las macabras trampas de “Jigsaw”.

Al apartado formal no podemos achacarle ninguna pega siempre que entendamos hallarnos frente a un producto de presupuesto limitado. Bien dirigida, mejor ambientada; “Pet” no deslumbra en ninguno de sus apartados, incluso echándose en falta una banda sonora más presente, pero a su vez no deja elementos visuales al azar. Eso sí, el estado físico de Holly, bellísima a pesar de su cautiverio, demuestra la falta de seriedad que subyace tras todo el proyecto. Cine de entretenimiento en el que tenemos que asumir que los actores tienen carta blanca para sobreactuar; siendo en el caso de Ksenia Solo, y otros secundarios, un error habida cuenta de la falsedad de la que hacen gala.

Fácilmente digerible, igualmente inverosímil; “Pet” no intenta convertirse en cine de culto ni reinventar la forma de narrar una historia. Sin embargo, dentro de su propuesta, se queda a medio gas por no tomar riesgos y reducir su acción erróneamente; a este último respecto os recomiendo la simpática “Julia X”. La peliculita de Torrens sólo busca un hueco, a través de una vuelta de tuerca marcada por el humor negro, en el saturado panorama de thriller actual. De esta forma nos encontramos con un producto que se va olvidando de lo psicológico – tensión o miedo no es algo que abunde aquí dentro – a medida que progresa. Terminando por dar una lección de amor donde el ecosistema del corazón sigue igual que durante el último siglo: los perdedores lo serán siempre. Aunque cuidado, las chicas guapas no tienen porque reducir su actividad en el cine de género a la de últimas supervivientes o víctimas propiciatorias del ritual de turno; también pueden estar como una puta regadera.