Los Parecidos

La tormenta reclama México en la noche del dos de Octubre de 1968. Aislados y sin transporte, ocho personas permanecen atrapadas en una estación de autobuses también incomunicada por teléfono. Pero lo peor no es estar alejados de sus familias, si no descubrir que sus recuerdos están manipulados y sus rostros están cambiando, pareciéndose finalmente todos a Ulises, una de las primeras personas en refugiarse dentro de la estación. ¿Será algún extraño componente de la lluvia? ¿Un experimento del gobierno? ¿Una conspiración alienígena? La paranoia y el caos empiezan a hacer mella en el ánimo de nuestros protagonistas.

“Los Parecidos”: producción mexicana que ha conseguido cierta repercusión internacional gracias al genuino amor declarado a la serie “La Zona Desconocida”, la cual es su principal influencia además del cine de terror y ciencia ficción que prolifero tanto en la década de los cincuenta como de los sesenta. Su director y guionista, Isaac Ezban, traslada el formato de la citada serie, tanto a nivel visual como argumental y narrativo, al México de 1968. Tras dirigir “El Incidente” y su participación en la antología “México Bárbaro”, con uno de los cortos más gamberros en mi opinión, Ezban nos regala un segundo largometraje mucho más maduro y con una rara inventiva dado su limitado presupuesto. Donde destaca sin duda una puesta en escena que nos traslada, desde el primer minuto, a uno de esos relatos breves, propios de Richard Matheson o incluso Ray Bradbury, donde todo puede suceder al mejor estilo pulp. Haciendo de lo extraño, en esta ocasión la transformación del rostro de todos los personajes en el del mismo hombre, la principal baza sobre la que gira un argumento cuando menos simpático. Aunque quizás bastante trillado en lo que respecta a su resolución.

Otro de los problemas que presenta esta obrita, insisto que digna de alabanza teniendo en cuenta sus humildes orígenes, sería la duración. Si algo funcionaba en la serie de Rod Stearling era su estructura: sesenta minutos que proporcionaban el marco ideal para desarrollar una trama sorprendente sin momento para aburrir al espectador. “Los Parecidos” llega a la hora y media para presentar una historia que, desde su misma concepción, debería haber tenido media hora menos de exposición en pantalla. Precisamente es su último tramo donde el deseo de Ezban por explicar al espectador lo que está ocurriendo, con unos ecos argumentales que casi podrían ser considerados plagio de una famosa historia de “La Zona Desconocida”, hace que la película se adelante a sí misma, traicionando el supuesto impacto que su vuelta de tuerca tendría que ofrecer. Convirtiéndose de este modo en un batiburrillo confuso. Peor aún, alargando el argumento hasta al cansancio debido a un desequilibrio de ritmo a la que su propia duración obliga.
Es decir, los increíbles hechos a los que asistimos desvelan su origen a media hora de la conclusión de la historia. As en la manga que Stearling siempre supo guardarse hasta el último momento. INICIO SPOILER Y que sean los poderes psíquicos de un niño juguetón detrás de esta especie de apocalipsis, algo que ya sabéis donde se puede ver también, resulta un ”deus ex machina” un tanto pobre. FIN SPOILER

Pese a este escollo, del que sólo puede uno darse cuenta cuando llega el final de “Los Parecidos”, la película entra fácilmente por la retina gracias a esa ambientación directamente extraída de la serie norteamericana y su diseño de producción. Destaca una ambientación musical acorde a la época representada, así como una fotografía de gran cualidad plástica, tratada con colores apagados, como una vieja fotografía de los sesenta. A veces casi rozando el blanco y negro, Ezban demuestra una gran habilidad para generar atmósfera, y es tanto debido a una magnífica planificación de cámara, con planos dignos de ese cine paranoico de la guerra fría, como a la ubicación física de la trama: Una estación de autobuses donde los personajes se hayan encerrados en contra de su voluntad debido a una tormenta de efectos misteriosos. La opresiva ausencia de color y una humedad constante capaz de romper la cuarta pared, son el mejor ingrediente para atraer nuestra atención, siempre y cuando nos consideremos amantes de lo extraño.

No se olvida tampoco el director mexicano de sus raíces; hablo del terror chingón y cafre del que, por ejemplo, hacía gala en “La cosa más preciada” (“México Bárbaro”). Y por ello algún ramalazo sangriento y gore, no exento de humor, que resulta mera anécdota dentro del estilo que termina prevaleciendo: esa elegancia extrapolada de la década a la que perfectamente podría pertenecer, desde su magnífico diseño de carátula hasta detalles tan nimios como los recortes o anuncios que decoran la estación de autobuses.
Otro de los elementos que destaca sería la inclusión de una atmósfera social muy marcada dentro de “Los Parecidos”. Donde la convulsa situación del país durante 1968, con las revueltas del movimiento estudiantil a la orden del día, tiene una importante influencia ambiental. Esto es una sabía interpretación de la paranoia política embebida dentro de muchos de los capítulos de “La Zona Desconocida”, hija de una época de tensión nuclear entre Estados Unidos y la desaparecida URSS. Aunque en cuanto al desarrollo de la historia se trate tan sólo de un elemento decorativo, ubicar la narración dentro de un marco tan concreto le da un sabor especial que pocas cintas modernas poseen. Disociadas éstas en extremo con respecto una realidad histórica siempre interesante para explotar desde cualquier prisma fantástico. Por supuesto, cuando esta explotación realiza con un mínimo de calidad… no estamos hablando de Uwe Boll y sus arrebatos “histórico vampíricos” de la saga “Bloodrayne”.

En cuanto a los actores me queda cierto poso agridulce. Arrancan con fuerza pero sus interpretaciones van de más a menos, probablemente obligados por una historia que se desintegra pasados los minutos. Y es que cuando se nos presentan los motivos de la situación de encierro que viven nuestros protagonistas, “Los Parecidos” adquiere hasta tintes cómicos. Principalmente por ser demasiado auto consciente del homenaje que está realizando a “La Zona Desconocida”. Así el histerismo del que hacen gala los intérpretes me ha parecido un poco descontrolado y, a la vez, encorsetado dentro de unos diálogos nulamente creativos. Si estamos hablando de una película que debe gestionar la tensión y la duda acerca de las motivaciones de sus caracteres, veremos que no existe el tan necesario equilibrio entre paranoia desatada y sospechas en segundo plano. Todo es lo suficientemente obvio y directo como para componer un recetario de gritos y gestos exagerados donde ninguna reacción atiende o razones efectivas.

Pese a tratarse de un producto menor que falla tanto como acierta, cualquier amante de la citada serie de televisión (1959 – 1964), o incluso su versión cinematográfica de 1983, se sentirá como en casa con esta obrita que, precisamente, no pretende más que ser un homenaje personal a la mágica aura, casi infantil, que rodeaba al cine de terror y ciencia ficción de los años sesenta. Conseguido en parte, otra cosa es que se haga larga por momentos o que salga por una tangente argumental que peca de “homenajear en demasía”, robándonos de este modo la sensación de originalidad, relativa a los tiempos que vivimos, de la que hace gala “Los Parecidos” durante su misteriosa introducción.
También hay que ser honesto y alabar a Ezban su valor al plasmar un tipo de cine que en su país, así como en España, no resulta nada fácil llevar adelante debido a la falta de apoyo, tanto por parte del aficionado como por de las productoras o distribuidoras.