The Creature Below

Una joven científica descubre en las profundidades abisales una entidad malévola que la empuja a un sangriento descenso hacia las mandíbulas de la locura.

Ya comenté en la noticia donde presentábamos a ”The Creature Below” el estado actual del “universo Lovecraftiano” en diferentes vertientes artísticas, especialmente la cinematográfica. Que Cthulhu y el resto de la familia son las creaciones imaginarias más sobreexplotadas de la historia de la humanidad, sólo detrás de criaturas nacidas al albur de religiones reales, es una verdad tan grande como los templos que alberga R’lyeh. Otra triste verdad sería como estas figuras de ficción, este espíritu intangible, han sido machacadas en miles de cuentos, cortometrajes y comics… los cuales no han sabido estar a la altura de todo lo que representa el horror cósmico como revulsivo en el imaginario popular moderno. “Los Mitos” son un producto más a comercializar y rentabilizar que ha perdido su fuerza intrínseca: aquel punto de inflexión en la modernización de la literatura de terror que cien años después no creo que haya tenido parangón.
Bien, “The Creature Below”, inteligentemente no afiliada de forma directa al universo Lovecraftiano, es otra muestra de explotación realizada con más amor que talento o medios. De hecho, este parece ser el mal endémico de las obras que siguen el camino marcado por el maestro de Providence: salvo honrosas excepciones, el cariño hacia la obra original impide ver los flagrantes defectos en el homenaje de turno.

“The Creature Below”, antes conocida como “The Dark Below” con un artwork mucho más coherente y vistoso, no padece su principal pecado en la falta de recursos. Es un hecho que asumimos desde que la conocimos, y es una cuestión que ya tenemos superada los amantes de la famosa mitología ficticia. Tampoco la escasez de talento artístico supone un impedimento real a la hora de disfrutar de este largometraje británico. Sabemos lo difícil que es representar criaturas tentaculadas en pantalla sin rozar el ridículo, incluso para el caso se logra cierto equilibrio entre lo explícito y lo sugerido, tal y como tanto insistió Lovecraft en vida. También tenemos claro que el nivel de las actuaciones o los efectos especiales, mención especial para ciertas escenas animadas por ordenador que ya nos preparan para lo peor, no puede ser comparable al de una gran súper producción. ¿Qué más da? Siempre he disfrutado el sabor de serie B de obras maravillosas como “Re Animator”, “En la Boca del Miedo” o “The Resurrected”. Lo que resulta demoledor de cara al espectador, independientemente de su vinculación a los mitos, sería el pésimo guión y su todavía peor desarrollo: tan plano, tan soso, tan gratuitamente serio…

La doctora Crown, personaje principal muy mal desarrollado al que acompañaremos en todo momento tal que la narración estuviese dispuesta en primera persona, tendrá un encontronazo con una criatura marina durante su exploración de los fondos abisales. Que este ser podría ser el mismísimo Cthulhu queda claro incluso disfrazado tras unos efectos digitales que restan dignidad a una escena que debemos aplaudir por atrevida, que no por atractiva. Tras el encuentro, el apresurado salvamento y la consiguiente pérdida de memoria, Olive Crown es enviada a casa, no sin antes hacerse con un pequeño huevo que llevará a su encantador pueblecito británico. El embrión, un pulpo de una inteligencia sobrenatural, demuestra una increíble capacidad de crecimiento a la vez que un gusto inusitado por la sangre humana. Una pena que no sea ni tan simpático ni carismático como “Audrey II”. Obviamente las limitaciones económicas, representadas a la perfección en una irritante profusión de planos cerrados, afean el aspecto de esta criaturita, que pronto establece un vínculo mental con su rescatadora, la doctora Brown, graduada en Miskatonic. Ambas bien avenidas mientras comparten el reducido espacio de un sótano, bastante tristón, como telón de fondo para tres cuartos de la historia.

Encaprichada con el engendro aficionado a soltar chorros de tinta alucinógena, la científica pronto pierde interés ante los arrumacos de su novio, Matt, el cual termina ahogando sus penas bajo las atenciones de la hermana de Olive. Entre celos, recuerdos reprimidos tras una escafandra cutre, baños de tinta de calamar y la visita de colegas que terminan sirviendo de alpiste para la semilla de Cthulhu, “The Creature Below” cuenta muy poquita cosa hasta su final. El cual se presenta más a tono con la visión cósmica de Lovecraft, dándole una patada al antropocentrismo que todavía reina en el cine de horror. Pero no os emocionéis, aunque la patada utilice la locura como calzado, supone un revulsivo de alcance inofensivo gracias de nuevo a esa oxidación narrativa que deja a esta película en el triste terreno de la serie Z pura y dura. Los diálogos son mecánicos y aburridos; las apariciones de la criatura faltas de tensión o atmósfera; la música monótona predispone al sueño; y lo peor, una historia de sumisión que intenta seguir los pasos de “Posesión” (1981) de la forma más torpe al alcance de un cineasta.

A Stewart Sparke, director de estos grises ochenta minutos, debemos agradecerle su dedicación. Un declarado esfuerzo por convertir el sótano de una casita cualquiera en un escenario grotesco para los ecos sangrientos de producciones como “Re Animator”, a las que homenajea sin orden y concierto, casi obligado con tal de completar el metraje mediante secuencias de relleno. Desde luego el guión de Paul Butler no daba para un largometraje. Estas historias tan directas se merecen una concentración que ayude a disimular sus carencias, y no me cabe duda que en veinte minutos se hubiese podido contar lo mismo, pero ofreciendo mayor impacto al público.

Obviando unas actuaciones muy deficientes, acordes económicamente a la dimensión del proyecto, encontramos que la protagonista principal, Anna Dawson, carece de tablas y de química con el resto del elenco. Teniendo en cuenta que su rosto campa soberano durante el 90% del metraje, esta carencia se erige como un auténtico trauma para el espectador. Incluso viendo el póster, uno no puede estar preparado para tan infame interpretación.

Concluyendo, si he decidido verla hasta el final ha sido únicamente por dos motivos: mi declarado e incondicional amor a los “Mitos de Cthulhu” y el deseo de lanzar la advertencia de rigor con conocimiento de causa. ¡No os acerquéis a “The Creature Below”! Respeto el esfuerzo de sus responsables, y ese amor compartido con nuestro autor favorito, pero jamás me podrán compensar por estos ochenta minutos tan sosos y anodinos.