Paranormal Demons

Un grupo estudiante de cine, provenientes de diferentes puntos del globo, encuentra un clip de vídeo perturbador en un sitio prohibido de internet: el vídeo parece contener fenómenos poltergeist reales. Todos de acuerdo en que es justo lo que necesitan para su proyecto documental de fin de curso, el grupo viaja al sanatorio mostrado en la grabación. Una vez allí montan su equipo de cámaras y comienzan a explorar las actividades fantasmales, hasta que el verdadero horror comienza.

Los hechos juzgados son tentativa de mockumentary estándar y deficiencia creativa en primer grado.
A saber: el acusado, David Brückner, escribe, dirige y protagoniza otro película sobrenatural rodada en un sanatorio abandonado, y convenientemente embrujado. La coartada se escuda en la típica necesidad absurda de un grupo de jóvenes por penetrar el citado lugar y rodar hasta las ventosidades que puedan emitir. Sin embargo, la acusación señala como móvil del crimen el ansía de fama del acusado. Recalcamos que es imposible pensar lo contrario cuando su carrera está trufada de infumables series Z que señalan una evidente falta de talento. Consideramos que si el señor Brückner no tiene una historia que contar, debería trabajar más sus ínfulas cinematográficas: no basta con plagiar “Grave Encounters” y volver a pisar terrenos tan trillados como el de los sanatorios malditos.
Que la nacionalidad del acusado sea alemana no lo exime de culpa alguna, la agrava teniendo en cuenta el paupérrimo estado del fantástico europeo, sin duda lastrado por una influencia anglosajona a la que se deberían imponer severos aranceles. Como pruebas se aporta un tráiler más cercano a la parodia que al terror; una lista de cómplices compuesta por actores amateurs y un póster que constituye una falta penal grave por sí mismo. El fiscal del séptimo arte solicita a este tribunal una pena de veinte años de inhabilitación para el señor Brückner, así como el bloqueo del estreno de “Paranormal Demons” antes de este otoño. Añadimos, por cierto, que el título es otro alarde de originalidad.

¿Cómo se declara el acusado? “Inocenteeeeee”, dijo el teutón con un hilillo de voz.

Este tribunal declara culpable al acusado y le condena a una multa de diez mil maravedíes, por falta de estilo profesional, así como al internamiento en un sanatorio embrujado hasta nueva orden. Queda cerrada la sesión.