Red Eye

“Ojo rojo” es una leyenda que Gage Barker solía escuchar de niño. Cuando descubrió que había algo de verdad tras ello, reunió a un grupo de amigos para adentrarse en los bosques de Black Creek, Virginia Occidental, y rodar su primer proyecto cinematográfico. ¿Hasta qué punto van a hacer realidad este proyecto? ¿Concretizarán su pasión o cruzarán la línea del terror? [risas malévolas]

“Slasher”, chabacano, “mockumentary”, digital, gore, barato… vaya, parece que las cosas no van a salir como esperaban a estos muchachos, los cuales tan sólo buscan descubrir la realidad de una leyenda macabra en el medio del bosque, uno bien misterioso y alejado de la civilización. ¿Qué podría pasarles mientras se parapetan tras sus cámaras? ¿Por qué hacer caso de las amenazantes palabras de una señora rubia y pechugona? ¿No os parece tierno que uno de sus protagonistas lleve una camiseta de “Headless”? El terror de campaña, parecido en sabor al paté homónimo, se fagocita a sí mismo, y mientras morcillas de este calibre son las que alimentan el fondo de catálogo del género, nos ensañamos con lo poco medianamente visible que aparece delante de nosotros. Soy el primero en atacar cual perro de presa, pero rebuscando por las noticia relativas al horror que se salen de lo más inmediato, y reconozcamos que este año tampoco puede presumir de un ámbito comercial potente, este tipo de obras proliferan cual setas. Y se me quitan las ganas de seguir soplando velas de la tarta.

Pero, seamos honestos, ¿qué coño esperamos los que nos zampamos una buena parte de la vasta producción terrorífica actual? Por mi parte soy consciente de que sólo tres o cuatro al año serán memorables, números poco sorprendentes si echamos la vista atrás, el resto pasarán sin pena ni gloria o provocarán extremo lagrimeo, dejándonos los ojos rojos. O quizás se trate de ese fragante humo que, siendo más joven, ayudaba a masticar entre amigos este tipo de cine. Al final, igual no está tan mal ver a un tío con un saco en la cabeza mientras sacude machetazos a gente joven. La evasión misántropa y carroza de un cuarentón.