Dead Awake

Abro los ojos y contemplo un paisaje familiar: los oropeles de mi lujoso salón, decorado con bustos de mármol que me devuelven unas facciones perfectas, las de un servidor, desde sus pedestales adornados con cenefas de platino. Sin embargo, pronto me embarga una inquietante aprensión, mis miembros parecen haberse mimetizado con los rostros pétreos observándome en silencio. No puedo moverme, únicamente contemplar impotente mi entorno, donde la opulencia y el exceso alrededor del sofá adquiere unas connotaciones siniestras. Pasados unos angustiosos segundos noto una presencia cerca de mí. Aun esforzándome por rechazarla, mi cuerpo se niega a moverse un ápice, hipnotizado por las molduras doradas decorando cada esquina de, antaño acogedora habitación, mi horrenda prisión. Reptando desde la posición de mis piernas noto el peso sobrecogedor de “eso”, un monstruo que desea aplastarme con su peso, robarme el aliento mientras duermo. ¿O no estoy dormido? Y aunque pago el coste de un esfuerzo sobrehumano, consigo dirigir la mirada hacia abajo, ¡viéndolo por fin! ¿Pero qué cojo…

El negro de WhatsApp me lanza una aviesa sonrisa por debajo de su gorrito mientras desliza su bien aceitada piel entre los cojines del sofá. Mi corazón se desboca, el sudor arde cuando cubre mis mejillas recién afeitadas, demostrando así que no se trata de un sueño, ¿o estoy dormido? A él, ese torvo mancebo, no parece importarle… se mueve lento, lento, lento… pero no tarda en mirarme frente a frente, portando su estaca de ébano como estandarte, mostrando los dientes en una mueca burlona que promete una sesión continua de dolor y sufrimiento. Ruego a mis párpados que se cierren, ¡por favor ahorradme el suplicio de ver esa serpiente venosa profanando mi intimidad! Sí, lo sé, he escrito muchas mierdas de reseñas y este es el castigo que merezco, ¡pero no todavía, aun soy muy joven e inocente! Entonces, cuando el leve canesú que porto es desgarrado por unas manazas simiescas…

Vuelvo a la realidad, a la comodidad de mi sofá y los cantos de odaliscas que rebotan de cuadro a cuadro, costosas obras de arte que alegran mi vista durante los largos paseos que doy por la mansión Rock. Voy a desperezarme, intentando librarme de las hebras de la horrible pesadilla que he sufrido, cuando de nuevo soy consciente de una horrible parálisis. ¿Se trata de un mal sueño recursivo, un “loop” sin un “while”? Me centro en mi respiración agitada esperando de nuevo la profanación, el empalamiento… pero alcanzo cierto estado de relajación, a pesar de seguir inmóvil, cuando noto la soledad protegiéndome. Intentando centrarme de nuevo en mis músculos agarrotados, mandándoles señales nerviosas de auxilio, percibo nuevos sonidos. Sin nada que ver con esos cánticos mal intuidos… son voces en inglés que provienen de un cuadrado luminoso. De nuevo, tras un esfuerzo sobrehumano, me centro en el espectáculo que ofrece la pantalla, tampoco puedo hacer otra cosa. Allí da comienzo una película…

Curiosamente el largometraje versa sobre la parálisis del sueño, ¡si hasta se llama “Dead Awake”! Justo por el trance que estaba a punto de pasar. Sintiendo por fin verdadero placer desde que empezase esta extraña cadena de acontecimientos oníricos, observo aparecer a una temblorosa Jocelin Donahue… ese cervatillo de grandes ojos que supuso un festín para los lobos en “House of the Devil”. Vaya, la cosa no pinta mal. Pero… no… un momento… ¡un momento! ¿¡Qué mierda de actuaciones son estas?! ¡Si hasta tiene aspecto de película porno de lo mal que actúan! Ojalá lo fuese de verdad, vaya iluso. ¿¡Por qué esta muchacha interpreta a unas gemelas?! Plano, contraplano, plano, contraplano, plano, contraplano… ¿y qué aporta a la historia? Si juraría que entre sus títulos de crédito he leído el nombre de Jeffrey Reddick, el creador de “Destino Final”. Bueno, pues seguro que luego argumentalmente la película queda hasta resultona…

¡Ay, dios mío! Qué la verdadera pesadilla es esta… Van pasando los minutos y antes preferiría que alguien me arrancase los globos oculares, y el negro de WhatsApp me penetrase por las cuencas, que seguir clavado delante de este bodrio. No puedo soportar unas actuaciones que hacen buenas las de José Luis Moreno. Hasta sus muñecos tienen más vida en los ojos, ¡más “fire”! Además, ¿quién les ha escrito los diálogos? ¿Patricio la estrella de mar? Si no se enteran de que están atrapados en una película llena de clichés fantasmales sobre una bruja que… que… ¿de dónde coño ha salido la bruja piruja? ¿Por qué quiere matar a la gente que sabe de su existencia? ¿Por qué lo hace mientras duermen? Desde luego es fea y genérica la hija de puta, preferiría un beso con lengua hasta de Freddy Krueger.

Sigo intentando moverme, evitar el pavor… no el provocado por la película – al fin y al cabo creo que se quiere vender como una de miedo – si no el de tener que vérmela entera. ¡Joder, pero si no puedo ni cerrar el ojo del culo! Así que me trago entera esta verga con regusto a semen corrupto… preferiría la de mi amigo el del gorro, al menos parecía un tipo aseado. No como los apestosos actores que están llevándome lentamente al acantilado del infarto. ¿Un tío que lleva un año sin dormir? ¿Un investigador que no tiene ducha en su casa? ¡Aghhhhh! No puedo ni solazarme con Jocelin, está tan perdida que parece interpretar una parodia de cualquier mujer con un mínimo de inteligencia. Ya sé el puñetero final de la película desde que ha empezado, ¿por qué alargarlo? ¿!uién es el cabrón que ha sellado esta mi condena?, ¿algún pacto entre los “amigos” de Almas Oscuras? ¡Tetsuoooooo! ¡Kanedaaaaa! Tengo el alma rota…

Y por fin, cuando creo que ya ha terminado mi suplicio… vuelta a empezar, por el horizonte asoma otra puta mierda de película en este ciclo de pesadillas que, por mucho que lo niegue y también lo exagere, se ha convertido mi labor en esta página. Pues al final, casi prefiero al negro de WhatsApp…