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Ghost House

Se acabaron las vacaciones

Ghost House

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 1.5/5

Genérica y desprovista de interés, así es la vida cuando vuelves de vacaciones. La rutina; las caras grasientas de los compañeros; las voces hirientes de los clientes; la polla nervuda de tu jefe; los chillidos de los niños encogiéndote el alma… una picadora de sueños que en realidad mantiene nuestra mente en el lado cuerdo del caos, tras la barrera invisible que separa la anti vida del vacío orgánico. Por suerte, pequeños pececillos de un mar con olor a aftersun, el cine de terror también posee sus balsas de aceite, la congregación de unas pocas neuronas sanas como colchón salvavidas del verdadero peligro. Películas convencionales y desprovistas de alma no podrán arrastrar la vuestra hasta el Infierno, donde un filósofo vestido de negro augura el destino intrascendente de nuestros huesos. Ya sabéis, si queréis sentiros seguros, independientemente del destino al que os lleve el próximo vuelo low cost, pedir a vuestro conductor que “Ghost House” sea el acompañante para la siesta, única diversión válida si queréis viajar entre países globalizados y/o violados.

Ingenuos devoradores de carátulas señalaban la película de un tal Rich Ragsdale (perpetrador de “La Maldición del Charro” para más ínfulas) como una posible combinación de terror asiático con terror yanqui… intravenosa sobrenatural, por favor. En su lugar, un molde de acero para realizar figuras de resina plástica, todas iguales, con la cara arrugada y aureolada por una maraña de canas donde podría vivir una familia de jilgueros. Un cansino muestrario de tópicos y pasajes clónicos que resulta igual de eficaz que la prueba Voight-Kampff para separar a los vivos de los muertos. En otras palabras, un inductor a suicidios colectivos mucho más aburrido que “La Ballena Azul”; lo que podría pasar por un bar de temática homo erótica termina siendo una recetario de pruebas crueles donde la peor, la definitiva, sería aguantar “Ghost House” del tirón.

Os mostraré unas diapositivas de esta inolvidable travesía a Bangkok la ciudad donde residen los culitos más suaves del planeta:

Dos rubios y guapos norteamericanos hacen fotos a un pequeño templo de tributo a los muertos, según reza el budismo tailandés: Julie y Jim llegan a la ciudad de los “ladyboys” como novios dispuestos a vivir una aventura cómodamente devaluada por el cambio dólar – bath.

Chupitos, amigos británicos y lo profundo de la nada: Nuestros protagonistas entablan amistad con dos hijos de la Gran Bretaña, los cuales los engatusarán – prostitutas y licor mediante – para visitar una especie de ruinas donde se agrupan más de esas casitas en miniatura para espíritus, las cuales le encanta fotografiar a Julie.

Si el fantasma es feliz no se te meterá por la nariz: La chica es poseída por el viejo fantasma de una japonesa que murió abrasada debido al desamor, la culpa la tiene jugar con casas de muñecas. El dengue y la malaria adaptados a los terrenos del thriller sobrenatural para que Jim tenga que jugársela con marujas de la Tailandia profunda, fumaderos de opio aptos para los diálogos de segunda y sacerdotisas del Dios Laca Nelly.

Un plácido atardecer rebañando el perfil de una camioneta desde la que se oyen risas y música de los 40 tailandeses: El escenario ideal para la compra de suvenires paranormales, todo en nombre del amor imperecedero como arma mortal contra los fantasmas cabreados. Tras la muerte ni derecho a corromper mentes y cuerpos de buen ver.

Puede que este viaje no esté del todo mal fotografiado. Al fin y al cabo, una cámara réflex es más adecuada que los móviles con los que medio planeta captura sus poco importantes momentos de ocio. Se nota que los recursos norteamericanos permiten a sus ciudadanos viajar y consumir como la primera potencia mundial. Españolitos de a pie, conformaros con la posibilidad de un imán para la nevera de vuestra madre o siquiera disponer de roaming; el mundo exterior puede ser un lugar tenebroso. Es una realidad que Rich Ragsdale sabe sacar provecho de un presupuesto demasiado decente para el guión que había encima de la mesa, pero también es cierto que la coherencia formal no justifica esta historia falta de de originalidad o tensión alguna. Un viaje más de los tantos que se realizan al Más Allá con objeto de encontrar la mínima inspiración y rodar otro thriller sobrenatural cuya mayor baza sería el exotismo – al menos para ese puñado de catetos que vive en Estados unidos –.

Si este es el camino de la evolución turística, un servidor se queda el año que viene en la sección de refrigerados del primer supermercado a mano…

Lo mejor: No existirá segunda parte.

Lo peor: Genérica hasta el vómito.


Vuestros comentarios

1. 01 sep 2017, 19:30 | Draghann

Cada vez que pongo un cometario es para decir que tal o cuál película es un bodrio… esto parece el día de la marmota. En el caso de esta “Ghost House” no es diferente. Un truñaco tamaño Empire State. ¡¡Huid insensatos!!

Este 2017 es un festival de bodrios. Sólo falta que Belén Esteban haga la segunda parte de “El Orfanato”…

Un saludo!

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