It

Ardua tarea la de reseñar la película de terror más grande del año. Pues guste más o guste menos, el espectro discordante del público siempre será mayor por pura estadística. Mucho más ardua fue la que le tocó desempeñar a Andrés Muschetti a la hora de enfrentarse, no solo a un proyecto de tamaña envergadura, si no a adaptar la que sea posiblemente la novela más querida de Stephen King, que además cuenta ya con una adaptación muy querida pese a que en lo referente a calidad se haya inflado de más en los últimos años. Ahí es nada.

Sin embargo, y por suficiente que cueste de creer teniendo en cuenta todo el jaleo de producción que la película ha supuesto (La caída de Cary Fukunaga como guionista nos hizo temer lo peor. Al fin y al cabo, es Warner también quien lleva el universo DC) el proyecto ha llegado a muy buen puerto y contentará a la gran mayoría de espectadores. Fans o casuales. Realmente complicado, y si bien es cierto que el resultado final está lejos de ser redondo, se ha entregado un producto (con una consciencia muy adecuada de si mismo) de una calidad por encima de la media.

Todos conocemos (y detestamos) los tics y manías del cine de terror de grandes masas. Jumpscares, acentuación de la tensión por sonido y un exceso de fugacidad de cámara herencia de la acción también de nuestro tiempo. De todo esto peca IT. Se echa en falta sobre todo una construcción de la tensión en los momentos de terror a partir de un enfoque más visual.

Pero a cambio, amigos. El imaginario que entrega Muschetti vale más que de sobras el peaje. Por que durante el visionado uno se da cuenta de que más allá de buscar hacerte saltar en la butaca, Muschetti juega a envolvernos en un imaginario visual riquísimo. Y ahí es donde la película de verdad triunfa. Cuando las apariciones y transformaciones de Pennywise se graban a fuego en la retina por su componente visual. Cierto es que a veces peca de exceso de GCI, pero a la vez también hay más efectos prácticos que de costumbre en superproducciones. Buen ejemplo es la más que conocida secuencia de Beverly Marsh en el lavabo, que se reinventa combinando justamente ambas dos vertientes. Por cierto, una de las secuencias que más me descuadraron en el tráiler, y posiblemente sea de mis favoritas del metraje.

Pero donde de verdad reside el poder de la nueva IT es, al igual que lo era en el libro, en el club de los perdedores. Cada uno de los personajes tiene alma más allá de secuencias propias, yendo entonces más allá de la simple interpretación a un trabajo casi de caracterización. Posiblemente el personaje que más termina destacando al final sea la Beverly Marsh de Sophia Lillis, que ejerce de centro gravitatorio de grupo por encima incluso de Bill Denbrough, líder indiscutible en todas las versiones de la historia. Pero todos están de traca. El Richie Tozier de Finn Wolfhard (indiscutible favorito para mí en el libro) se encarga de aportar la nota de humor, que fluye natural pese a lo intenso gracias a una interacción perfecta con sus compañeros. De lo único que podríamos quejarnos de cara al grupo es que el tema de los miedos personales, para algunos quedan algo desdibujados, y esta falta de profundidad en algo tan básico para la historia, termina por simplificar algo al propio Pennywise, que parece que tire e camino fácil. Parte de la culpa de esto la tiene, imagino, la falta de tiempo a la hora de desarrollar tantos personajes. Raro es que la película dure ya dos horas y cuarto.

Y, de todos modos, de cara al espectador base. El más casual. El mensaje llegará claro y entero. Tal vez estemos equivocándonos de producto a la hora de ponernos tan puntillosos. No es excusa, es más bien realismo. Y el peaje.

Sin embargo, la película también es capaz de hacer lo contrario, y economizar muy bien en detalles que podrían haberse seguido quedando en el tintero, y que a los lectores del libro les arrancará una sonrisa cómplice. Temas como la mención del Black spot, o la disimulada presencia de la tortuga juegan un papel pequeño a la hora de construir una base sólida para la historia (en este caso más el primer ejemplo que el segundo) para darle forma a un Derry con una consistencia mucho mayor a la que tuvo en la adaptación de los 90. La fusión de Pennywise y el propio pueblo en un solo ente en esta ocasión si se hace patente, y funciona a la perfección a través, por ejemplo, del ya icónico globo. Hay, de hecho, un plano concreto que, escondido en mero susto grotesco, resume a la perfección este trabajo de fusión. Y es que la síntesis conseguida es realmente orgánica, y uno de los principales aciertos de la película.

Habrá, eso si, algunos que se sentirán decepcionados en cuanto a lo que es en si la adaptación. Pues queda más que claro que del libro se toma la esencia como excusa de expandir el ya mentado imaginario de Muschetti. De hecho, la película se acerca más al libro cuando se trata de momentos que no aparecían en la miniserie. Dejando claro en su discurso que hubiese sido tontería volver a buscar la literalidad cuando ya era justamente la principal baza de la anterior entrega. De esta manera esta funciona como una segunda adaptación mucho más libre, y a la vez como remake de una versión de la que si que se podría justificar una actualización. Todos pasámos miedo con ella, pero el tiempo le ha terminado pesando pese a sus grandes aciertos, que los tiene y muy destacables.

Al final disfrutar más o menos de la nueva IT terminará siendo una cuestión de prioridades. Si somos capaces de perdonar sus errores para centrarnos en sus aciertos, nos lo pasaremos teta con el salvaje torrente visual (por que la peli no se corta un pelo, por cierto) que nos ofrece la película. Y tenéis toda la razón de que para ello no deberíamos tener que hacer un esfuerzo. Pero a mí personalmente me sale a cuenta.