Anna and the Apocalypse

La vida de la adolescente Anna es bastante típica: enfrentada a los estrechos horizontes de su pequeña ciudad, sueña con cosas más grandes. Tan típico. Tan predecible. Hasta quue todo se va a la mierda.
La noche del concierto de Navidad en la escuela secundaria marca la llegada de los no-muertos a la pequeña ciudad de Anna. Y así su lucha para sobrevivir da comienzo entre bailes, canciones y mucha sangre.

¿Comedia musical adolescente, con un aire a ciertos bodrios propios del canal Disney, mezclada con zombies, ubicada en Navidad, regada con mucho gore y un marcado toque “scotish”? Se dice que el propio Romero, que en paz descanse, estuvo preparando durante un tiempo un musical con los muertos vivientes como principales protagonistas. La verdad que “Anna and the Apocalypse” es cuando menos, ejem, un proyecto arriesgado. Difícil caminar sobre el alambre con semejante mejunje, aunque también es cierto que las pretensiones de una película de este tipo sólo pueden caer simpáticas. Es decir, apelotonar al mayor número de veinteañeros y darles algo de risa facilona pero con honestidad dentro del género del que se aprovecha. Ninguna pega.

Además resulta complicado resistirse a los encantos de su principal protagonista, maldito viejo verde. No conozco mucho a Ella Hunt, pero su carita de arrobo mientras canta, baila y aniquila zombies ha vuelto a inyectar sangre en este miembro podrido y venoso que cuelga de entre mis patas. Delirios de un empacho navideño aparte, “Anna and the Apocalypse” supone el segundo trabajo de John McPhail, escocés que tantea en el subgénero zombie quizás con la intención de recabar atención para proyectos de más empaque antes que por un amor concreto hacia el terror. Sea como sea, el guión de Ryan McHenry, terminado por Alan McDonald ante el triste fallecimiento del primero, tendrá que dar la cara cuando se trate de hacer reír al respetable. El cual, por cierto, podrá verla en Sitges antes de su estreno oficial en navidades de este año.