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Festival de Sitges 2017 (Parte 3)

Días 8, 9 y 10

Jueves

El día festivo siempre suele estar regular de programación en Sitges. Este año la cosa pintaba negruzca, pero al final nos damos con un canto en los dientes con el resultado de un día que ha ido, desde luego, de más a menos.

Muchas ganas tenía yo de hincarle el diente a November, pero reconozco que parte de la culpa de la decepción es mía. Según tenía yo entendido se trataba de un terror rural de profundidad al estilo de La Bruja, pero más pasado de vueltas. Y desde luego pasada de vueltas está. Su secuencia inicial lo deja más que claro. El Auditori ha explotado en risas que denotaban más sorpresa que risa en sí misma. Al final resulta que la película es una comedia surrealista con subtexto político a partir del folklore estonio, cuyo descubrimiento es lo más gratificante de la experiencia. Tal vez, en otro estado mental, me hubiese agarrado mejor y no hubiese tenido que hacer tal esfuerzo para entrar en su juego; pero hoy no he sido capaz.

Aprovechamos el mediodía para bajarnos a las paradas de la playa, que siguen rebosando tanta tentación como de costumbre. Intentamos entrar a ver una sesión en el Samsung VR Cinema, pero la avalancha de gente por el puente ha dejado la taquilla en sold out. Así que subimos hasta el hotel Melía para asistir a la presentación del libro Adoptaunmonstruo.com de Manu Riquelme, en la cual se aprovecha para hacer un poco de coloquio sobre el cine de terror adolescente, haciendo especial énfasis en la nueva etapa milenial.

Por la tarde tenemos una de las pelis que más me apetecía del festival: Dave made a maze, que cumple con nota. Divertida, imaginativa, y con un discurso bastante naive sobre nuestra generación que se transmite de maravilla. Los niveles de inventiva son realmente altos. La película mezcla, no solo una dirección de arte que la convierte casi en dibujos animados, sino técnicas diversas, desde las marionetas al stop motion. Toda ella es encantadora. Lástima que el resultado se vea desmerecido por una comedia a medio gas y unos actores que parecen salidos de una sitcom de relleno. Eso desmerece mucho el resultado final.

Aterrorizado ya por el cansancio y el extra de sueño acumulado que al parecer llevaba hoy, entro a Blade of the Inmortal, la película número cien del maestro Miike. Las dos horas y media de samuráis que se me vienen encima me preocupan seriamente, pero… ¡sorpresa! El Miike reloj vuelve a estar aquí, y abre una película que es ejemplar en su totalidad con una secuencia en blanco y negro de tratamiento de color clásico japonés que nos deja a todos enamorados. A partir de ahí, la película es un festín de ultra violencia, personajes final boss a cada cual más extravagante e intensidad desbordante. No muestra signos de irregularidad entre sus tramos de acción desfasada y los momentos de pura trama, ya que esta engancha, además en gran parte por una química entre los dos personajes principales que traspasa la pantalla. Una joya para celebrar las tres cifras.

Viernes 13

Que guay que un viernes 13 caiga en Sitges, y más si el día pinta como pintaba este. Por la mañana conseguimos entrar a ver lo nuevo de Blumhouse: Happy Death Day. El día de la marmota en clave terror teen, y la verdad es que el resultado es bastante el esperado. Una de esas pelis que se disfrutan mucho en Sitges. Comedia pedorra especialmente inspirada, pero a la que le falta un poco más de mala baba gamberra durante la mayoría del metraje. De hecho, sus mejores momentos son aquellos en los que consigue pasarse un poco más de rosca. Lástima que el terror sea el apartado más flojo, ya que se deja completamente en segundo plano cuando la combinación podría haber funcionado de maravilla. De todas formas, una película que hemos disfrutado y agradecido mucho a estas alturas.

Nos metemos en Tramuntana a ver, sin saberlo, el sleeper del festival: Brigsby Bear. Si no la mejor, una de las mejores que hemos visto este año. Incluso de lo mejor fuera del festival. Un canto a la pasión y al arte como camino y no como resultado, Relata como la emoción que impregnamos en la devoción traspasa fronteras físicas y se transmite a todos aquellos que se han sentido apasionados por algo. Algo muy nuestro, de aquellos que asistimos al festival. Además, es totalmente recomendable verla como le ha pasado a un servidor: sin saber nada de ella, por que la sorpresa será mayor cuando nos cale a todos los niveles. Lo que transmite Kyle Mooney con una sonrisa rota es puro oro. Una maravilla.

Dos sesiones en Tramuntana en un día, esto para un servidor está siendo raro este año. Nos metemos, con muchísimas ganas, a ver How to talk to girls at parties y salimos más que satisfechos. La película es una marcianada punk envuelta en látex. Ciencia ficción estrafalaria y con muchísimo corazón. La comedia es orgánica y el punk se estereotipa hasta el extremo para apoyar esto sin perder el espíritu. Porque es este espíritu inconformista al final la que la hace tan especial más allá de lo loca que sea. Una delicia urbana y colorista y, por momentos, con un onirismo propio muy, muy fresco. Muchísimo disfrute.

Tras cenar, y Monster en mano, nos dirigimos al auditori para el único maratón al que asistiríamos este año: Downrage + Leatherface + Cult of chucky. Debo decir que yo no me veía, a estas alturas, sobreviviendo más allá de la primera, que además era a la que más ganas le tenía. Y la verdad es que fue una pequeña decepción. La película da, efectivamente, lo que promete. Hora y media de muertes cafres a base de neumáticos y balazos, pero lo absolutamente infrahumano del trabajo de los actores se carga toda la tensión posible. Es de esperar que una película con un argumento como este esté plagado de situaciones estúpidas y poco creíbles. Y así es. Pero es que lo anodino de las interpretaciones consigue potenciar negativamente estos bajones de guion, sumiendo a la película en un ridículo del que el Auditori se hizo eco a carcajadas. Unas más cómplices que otras.

Por su lado Leatherface nos hizo disfrutar un poco más. Tal vez era cosa de las expectativas absolutamente neutrales que llevábamos, pero el resultado fue complaciente. Maury y Bustillo vuelven a entregar una cinta bruta y en este caso muy festiva. De factura americana y menos personal, eso sí. Nos presentan un producto como tal, pero que funciona bien sin levantar tampoco pasiones. Lo más agradable de esta vuelta de tuerca al origen de cara de cuero es el intento de crear algo diferente y fuera de lo esperado, siendo la película una versión algo descafeinada de Los renegados del diablo que juega constantemente con las expectativas del espectador manteniendo el interés entre laceración y amputación.

A Cult of Chucky sí que ya no sobrevivimos, pero tenéis la opinión de Bob Rock en la misma web.

Sábado 14

El bajón. Anímico y físico. Esto se termina, y obviamente no queremos, aúnque somos conscientes de que nuestro cuerpo no aguantaría muchos días más. Tras asistir a la rueda de prensa de lectura del palmarés, que arqueó más de una ceja entre ausencias muy sonadas y ganadoras poco representativas del espíritu del festival, nos bajamos por última vez al retiro a por el último pase de Errementarí, que había cosechado buenas opiniones los días anteriores.

Y así es. La película está cargada de buenísimas intenciones que funcionan sorprendentemente bien en pantalla. Una nota de amor a lo práctico y tangible. Al monstruo clásico. A la ambientación casi pictórica. En resumidas cuentas: continente sobre contenido. Y es que al fin y al cabo la historia que nos cuenta es sencilla (que no simple), y ese envoltorio la convierte en algo bastante único y con carácter propio. Incluso pese a la presencia de Alex de la Iglesia, la película consigue crear un imaginario propio, acercándose al cine del maestro más en cuanto a la estética que en cuanto al estilo. Prometo repetir en cuanto se estrene para poderla disfrutar al 100% de mi capacidad, pues creo que es un trabajo que lo merece.

Y ahora si, por la noche y tras perdernos el pase de Psychopaths con todo el dolor de nuestro corazón, tocaba despedir el festival con la clásica maratón sorpresa, que un par de días antes había anunciado sus títulos: The Disaster Artist, You were never really here y Jeepers Creepers 3. Esta vez sí que no sobrevivimos más allá de la primera, pese a las ganas que le tenemos a la de Phoenix.

Se me hace extraño terminar con una película tan poco de género como es The Disaster Artist. Y más que esta termine siendo mi favorita del festival. De haberse tratado de un pase de The Room, la cosa hubiese sido distinta, porque eso sí que es género puro. Pero es que lo que consigue James Franco en esta película espero que sea recompensado en su inminente carrera a los Oscar. La película cumple las expectativas, que mira que las teníamos todos altas, y nos entrega una oda a los soñadores. De nuevo a creer en la fuerza de una idea y en como esta puede cambiar y pasar a ser posesión del receptor una vez finalizado el viaje. Y es que la adaptación del libro de Greg Sestero podría haber caído fácilmente en la parodia y el cachondeo cruel, pero nada más lejos de la realidad. Franco consigue transformar el ridículo en orgullo, y el orgullo en risas, sobre todo gracias a como es capaz de mimetizarse a la perfección en el personaje de Tommy Wisseau. Interpretación por la que, por mi parte, podría hacérsele ya entrega de la estatuilla. Además, la película puede disfrutarse sin necesidad de haber visto previamente The Room, pero, de todos modos, mi recomendación es que lo hagáis. Por qué disfrutaréis de detalles que son absolutamente antológicos.

Y con tamaño subidón abandonamos por última vez el auditori este año. Ha sido una edición espectacular. Cargada de títulos que tal vez no conocíamos pero que ha sido un gustazo descubrir en el festival. Un año de nivel de calidad alto, que nos deja una cosecha digna de estudio. Un cincuenta aniversario digno de haber sido celebrado por todo lo alto, como lo ha sido. Y es que Sitges nos ha regalado el cine que nos gusta, y ha acertado de pleno.

Lo duro ha sido volver a casa, des de casa. Felices 50 Sitges. Que pase el año rápido.


Vuestros comentarios

1. 17 oct 2017, 18:33 | Kaotic

Hola,

De las que has nombrado coincido bastante contigo :

- Blade of Inmortal : podía o molar mucho o hacerse repetitiva y aburrida, pero es tan salvaje como entretenida.
- Downrage : fue genial cuando había acción y gore y amateur y estúpida cuando los protas se ponen a hablar.
- Leatherface : solo se muestra como slasher puro y duro hasta su parte final pero por el camino deja unas cuantas escenas potentes.
- Cult of chucky : muy loca pero muy divertida.
- Disaster Artist : una maravilla. Homenaje al cine muy tierno y con un James Franco que lo clava.

Que larga se va a hacer la espera hasta Sitges 2018.

2. 17 oct 2017, 18:58 | Martín GArrido Ramis

diario de una película con paul naschy:
https://cuandopaulnaschymordiolavida.blogspot.com.es/

3. 20 oct 2017, 22:00 | charlybrewster

Sinceramente, para mí el 50ª aniversario del Festival de Sitges ha sido un pelín descafeinado para lo que esperaba.Llevo 18 años ininterrumpidos (que se dice pronto) cubriendo el Festival de Festivales (como le llaman algunos) y he visto mejores ediciones, sin duda.Tenía muchas esperanzas puestas en el homenaje a Drácula, del que soy un gran aficionado (quizá algo más…) y apenas lo he visto por ningún lado.Unas cuantas películas en el Prado, un campus sobre Drácula y el cine de vampiros que no se pudo realizar por falta de gente y poco más…
A nivel de películas, si que es verdad que ha habido grandes films como los reseñados La forma del agua, The killing of a sacred deer, The ritual, Wind river, Brawl in the block cell 99, La piel fría, My friend Dahmer, Thelma… y algunos fiascos como The Endless (tomadura de pelo en forma de bucle temporal), Sólo se vive una vez (infumable), The Maus u Hostile, entre otras.
En el apartado de estrellas que acudieron al Festival, brillaron con luz propia Susan Sarandon, William Friedkin, Vince Vaughn, Robert Englund, Alexandre Aja etc…y, además, tuve la gran fortuna de acudir a sus ruedas de prensa y a sus encuentros.
De todos modos, el nivel del Festival se mantiene entre los mejores del mundo de género, si no el mejor, y espero que sigan por esa senda maravillosa y fantástica.¡¡¡A por el 51!!!

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