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Brawl in Cell Block 99

De injusticia y violencia

Brawl in Cell Block 99

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

S. Craig Zahler sorprendía a propios y extraños durante 2014 mediante un potente debut: “Bone Tomahawk”, western con las puestas miras en los estilos bastardos del cine setentero, en el mundo de la “exploitation”, donde los bajos instintos y la violencia se apoderaban de la pantalla mediante un ritmo muy particular, melaza rítmica que exige tanto como ofrece. Para la ocasión el chiste se pintaba de más de dos horas de duración, y eso le pasó factura, pero no evitó que la recuperación del Kurt Russell más estólido fuese un éxito menor entre los aficionados talluditos, preparados de algún modo para ese lenguaje cinematográfico pausado. El reconocimiento llegaba también en Sitges, donde se alzó con el premio al mejor director, uno de los gordos.

Tres años después, Zahler vuelve a la carga fiel a su estilo, ahondando de nuevo en la “exploitation” y el “grindhouse” más sobrio y rugoso, con gusto por el desarrollo moroso, esta vez centrándose en un thriller carcelario con muchas conexiones formales con ese western debut. El primero de estos puentes sería la decisión de ceder todo el protagonismo de la película a un único personaje, un hombre duro y carismático, parco en palabras y hábil con la violencia, aquí mostrada en una serie de explosiones gráficas que os harán rechinar los dientes. Aunque tanta contención y posteriores estallidos de dolor no serían nada si Zahler no hubiese sabido darles forma con una estupenda banda sonora, que señala sin tapujos la década favorita del cineasta, y una fotografía apagada por momentos. Entre azules descorazonadores y canciones soul hallamos una dirección discreta que se pone al servicio de la historia, nada especialmente profundo o sorprendente, con la obsesión clara de ahondar en una pregunta definitoria para nuestra especie: “¿Qué podría estar dispuesto a hacer un hombre por su familia?”

El hombre en cuestión, antihéroe estoico, es encarnado por un Vince Vaughn alejado de los papeles a los que nos tenía acostumbrados. A años luz de la comedia romántica o simplemente descerebrada, Vaughn se sumerge en la que podría ser la interpretación de su carrera, al menos de momento, apropiándose de los elementos característicos que hicieron de Robert Ginty o Charles Bronson iconos de la justicia al margen de la justicia. Cabe notar que en esta ocasión la ambientación es mucho más oscura y menos espuria; representada a través de una cárcel de máxima seguridad que cuesta ver aparecer en pantalla. Cuando lo hace se contonea con la crueldad y desidia de una diosa vikinga, pariendo un mundillo que a falta de subtextos argumentales, la simpleza a todos los niveles es un dogma, aterra por lo cercano que se nos pinta.

“Todo golpe o decisión mal planificada acaban teniendo sus consecuencias”, y Vaughn hace propia esta máxima para concretarla en un malditismo sabiamente diferenciador; en cuanto a separarse de los tópicos inherentes a los vengadores urbanos definidos por Eastwood o Bronson. Su personaje, Bradley, no es la mejor persona del mundo, un sureño que asume las cosas tal y como vienen, comprendiendo que reventar cabezas no es algo que aprobaría Dios, pero alguien tiene que mancharse los nudillos de sangre para llevar a cabo sus designios. Su imponente presencia física, perene durante todo el metraje, se equilibra con la tristeza de su mirada; casi parece pedir perdón cuando parte huesos ajenos.

Con semejante infierno dentro de su enorme pecho, Bradley capitaliza el amor por su mujer, reconquistado tras una crisis provocada por un aborto y la pérdida de su trabajo como conductor de grúa, aceptando trabajar para un narcotraficante. Un año y medio de encargos peligrosos después lo verán bien posicionado económicamente y con una embarazada a su cuidado. No era la forma que hubiese elegido para llegar a tan idílica situación, pero la vida es demasiado dura como para mostrarse escrupuloso. Aunque la vida también ofrece advertencias a las ovejas descarriadas.

Bradley quizás debería habérselo pensado dos veces antes de seguir por ese camino torcido, aceptando un trabajo que ya le olía a mal desde el principio. Así que tras un tiroteo y la recuperación fallida de unos fardos de heroína, Bradley se ve encerrado en prisión durante varios años. Pensando que las cosas serán duras para su familia, ignora que las consecuencias de sus actos, no exentos de dicha justicia poética, lo harán descender un infierno más y más peliagudo a medida que sus habilidades como ex boxeador sean puestas a prueba en la cárcel por otro vengativo narco.

La punta del iceberg, que viene sintetizada en el último párrafo, cuesta casi una hora en desarrollarse, lo que os dará una idea de la cadencia que “Brawl in Cell Block 99” despliega en cada una de sus partes. Tomároslo como una advertencia si queréis, pero no será hasta los últimos quince minutos que, como buen homenaje al cine setentero, las cosas se salgan de madre, además en una dirección que el bueno de Riki-Oh aprobaría dentro de su historia.
¿Es este tiempo pausado un problema real para disfrutar de la película? Todo depende del gusto del comensal. Es difícil afrontar ciento treinta minutos con el ánimo suficiente para consumir una película deliberada y extremadamente parsimoniosa, pero también es cierto que, una vez superados los primeros minutos, el ritmo es como una trituradora que te va centrifugando las ideas, empujándote a seguir viendo las desventuras de Bradley, un tipo que se come la pantalla. Sin embargo, la primera hora bien podría estar expurgada de algo de paja, no existe tanto background por ofrecer de los personajes, tan faltos de dimensión que casi sobran presentaciones.

Este desequilibrio en el nivel de protagonismo de tal o cual personaje, repito que todos ejercen de satélites para el gran sol Vaughn, remite ligeramente gracias a la breve presencia de grandes secundarios. Don Johnson, ejerciendo de alcaide de la prisión donde termina Bradley da un punto entre sardónico e inhumano que termina por redondear el ambiente de ese tramo final tan visceral. A su vez el gran Udo Kier es reservado para un par de pequeñas intervenciones que ponen unas gotitas de inquietud en nuestro visionado, su frialdad teutona sigue a prueba de la vejez. Para terminar, como la única fémina de esta historia tan masculina, Jennifer Carpenter luce bastante creíble como la esposa de Bradley, una pena que no haya más espacio en el argumento para su presencia.

Concluyendo, “Brawl in Cell Block 99” es una muy buena película, una que certifica a su director y guionista como un fiel amante de la “exploitation” setentera, creo que bastante más auténtico de lo que otros directores más famosos siempre han presumido ser. Otro de los aciertos sería cerrar tan bien una historia igual de reducida que los recursos componiéndola, pues su realización es artesanal en cualquier detalle que se os ocurra. Por encima de todo prima la presencia de un Vince Vaughn al que es fácil mirar con admiración y cariño, que además reparte bocadillos de puñetazos a diestro y siniestro; aunque ese ritmo-rodillo caracterizado por su morosidad casi podría ser el segundo protagonista de la película, para bien o para mal. Afinando más la edición, es cierto que algunos tramos deberían haber sido más directos, estaríamos hablando de una cinta sobresaliente. Estoy convencido de que Zahler va a darnos muchas alegrías en los próximos años.

Lo mejor: Vince Vaughn repartiendo.

Lo peor: Aunque sea premeditada, la duración del metraje, 130 minutos, es un hueso duro de roer.


Vuestros comentarios

1. 21 oct 2017, 22:02 | Hastur Jr.

¿210 minutos?

No me asustes… eso son tres horas y media.

Según otras fuentes, la duración es de 2 horas, 12 minutos. ¿O es que circula alguna versión recortada?

2. 21 oct 2017, 22:08 | Bob Rock

Hastur Jr..- Cagadote mío. No, no existe otra versión más larga. Dura ciento treinta minutos aprox… perdón… no sé en que coño estaba pensando. ¡Gracias por avisar!

3. 21 oct 2017, 23:44 | Godsdog

7/10 Un descenso en picado al infierno de la violencia. Dura y sin concesiones. Muy bestia. Vince Vaughn y Jennifer Carpenter se salen.

4. 22 oct 2017, 05:13 | Capricornio1963

7/10. Me gustó bastante. Realmente sorprende Vince Vaughn, saliéndose de sus personajes simplones y acartonados. Buena dosis de violencia y mal rollo, donde acabamos identificándonos con este antihéroe que sacrifica todo por su familia, en un verdadero Tour de Force de golpes secos y duros.
Lo único que me parece dudoso y hasta cómico es que los golpes no le hacen ninguna mella al personaje de Vince, siendo prácticamente invencible e indestructible, sin embargo los que el reparte son demoledores, máxime si tomamos en cuenta que quienes los reciben son “test dummies”. Quizás un poquito de CGI se hubiera agradecido, Peli entretenida, disfrutable que se ve fácil e igualmente se olvida.

5. 17 nov 2017, 19:21 | TiXolO

Q Pasada!!

La primera peli de Vaughn que me gusta, aún tengo el mal sabor de True Detective II.

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