Estás aquí: Página de inicio » Thriller » Solos en la Oscuridad

Solos en la Oscuridad

De locos y apagones

Solos en la Oscuridad

Ver ficha completa

DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

Cuando me atreví a alquilarla en VHS hará la tira de años, “Solos en la Oscuridad” era un producto menor que sólo conocían, y remotamente apreciaban, los connoisseurs más recalcitrantes de la serie B. Hablo de una época en que nombrar a Cthulhu en el instituto suponía lo más parecido a tirarse un eructo sin hacerlo, con la consabida lluvia de collejas, los mismos tiempos que vieron a un amigo recomendarme esta película como si de un slasher al uso se tratase. Nada más lejos de la realidad, inocentes que éramos antes de Internet…

El doctor Potter se muda a una pequeña localidad con su familia, ha sido contratado para trabajar en la clínica mental del doctor Bain, famoso por sus extravagantes terapias, diferentes en cuanto a la aproximación a la cura ortodoxa de la mente de sus pacientes. O como él prefiere llamarlos: “viajeros”.

Una vez en su puesto, el doctor Potter constata que los métodos de libertad y apoyo a los enfermos consiguen maravillas en estos… a excepción de los cuatro tipos de la planta 3: psicópatas violentos que deben estar bajo vigilancia constante y contenidos por un sistema de puertas y ventanas electrificadas. Estos hombres no aceptan de buen grado la presencia del nuevo médico, creyendo que ha sustituido mediante el asesinato a su anterior responsable. Por ello, y porque están como unas maracas, esperan un oportuno apagón para huir de la institución y atacar a la familia de Potter, cada vez más convencido el pobre de que la violencia es la única defensa ante estos perversos malhechores.

“Alone in the Dark” nacía en 1982 aparentemente a rebufo del boom que plagaba los videoclubes con copias baratas de “Viernes 13” o “Halloween” –nada que ver con la apestosa adaptación del legendario videojuego poligonal– sin embargo se aleja de esta corriente mezclando otros elementos dentro de un envoltorio sorprendentemente ambiental, a pesar de las limitaciones visuales de la época. Su director y guionista, Jack Sholder, debutaba con el atropello y la energía de la juventud. Lo hacía apelando a una home invasion, antes de que tal subgénero existiese, empaquetada como si fuese un thriller televisivo y añadiéndole cierta truculencia psicológica copiada, esta vez sí, de la influyente “Viernes 13”.

Esta obrita le abriría las puertas de una franquicia que prometía apoderarse de la década de los ochentas: “Pesadilla en Elm Street”, pariendo la más controvertida de la saga por esa aureola de homosexualidad reprimida que a día de hoy ha convertido a la segunda parte en un clásico cuasi casposo, una auténtica rareza. De hecho, el prólogo de “Solos en la Oscuridad” nos presenta una surrealista pesadilla, sufrida por uno de los internos de la planta 3, a la que únicamente falta la presencia de Freddy Krueger. Una escena digna de analizar con una buena copa y calabazas luciendo orgullosas sonrisas sobre el alfeizar de la ventana.
Luego, el bueno de Sholder dirigiría una de las grandes películas de ciencia ficción y horror de la década marcada por las hombreras y los cardados: “Hidden”, siendo su canto del cisne en lo que a calidad se refiere. Porque participar en “Wishmaster 2” no es un premio digno de buen cineasta.

Por si fuera poco, dispersas pinceladas de humor negro y una crítica nada velada contra las vertientes progres de la medicina mental hacen del consumo de “Solos en la Oscuridad” algo genuino, a pesar de que el tiempo la haya vapuleado a base de bien. Por ejemplo obsérvese la actuación de un grupo new wave de la época: ¿Seguro que cualquier tiempo pasado fue mejor? ¿Dónde quedan estos ridículos tan naturales en los homenajes actuales a los ochentas, esos que se prodigan como setas? ¿Todos las bandas ochenteras merecían editar un LP?

Con todo, es cierto que hablamos de una experiencia que posee el verdadero encanto de su época, sabiendo asimilar sus luces y sombras, que son muchas en ambos casos. En concreto la dirección es cuando menos irregular, destacando para bien durante las secuencias escabrosas y de forma confusa cuando la acción hace acto de presencia, sesgada por una de esas iluminaciones deficientes que deja al espectador perplejo: ¿cómo podían esos fotogramas llegar al montaje final si no se ve absolutamente nada? Pero evidentemente, la escasez de presupuesto y las prisas no propiciaron una edición elegante, siendo las transacciones entre escena y escena bastante chapuceras.

Pero que lo técnico no nuble lo artístico. Tanto la atmósfera enfermiza como la virulenta actividad de los psicópatas escapados, aunque sin mucha sangre, aseguran una buena sesión de idas y venidas por parte de los diferentes personajes, los cuales van proliferando como setas y en situaciones tan variopintas como una protesta antinuclear o un polvete rápido por parte de la canguro de turno, justo donde “Solos en la Oscuridad” se vuelve un remedo de “Viernes 13 III”, máscara incluida. Sabiendo que sólo separan los respectivos estrenos unos pocos meses, la duda sobre la guasa se vuelve un poco menos clara, dejando espacio para las conspiraciones reptilianas de turno.

No obstante, si algo destaca por encima de cualquier otro plano sería el elenco del que hace gala la peliculita. Donald Pleasence ejerciendo de psicólogo enrollado; Martin Landau como un inquietante chiflado cuyo pasado como predicador envuelve sus apariciones en una perversidad palpable; Jack Palance escupiendo maldad a través de un rictus torcido que casi obliga a apartar la mirada de la pantalla; un Dwight Schultz que ni pudo superar la fama de interpretar a Murdock en el “Equipo A” ni aquí sostiene el protagonismo con suficiente seriedad. Un grupo de actores tan curtidos ejerciendo papeles tan dementes, acompañados además por un nutrido grupo de pintorescos secundarios, con especial cariño hacia la típica niña repelente de la época, es una oportunidad que ningún amante del séptimo arte puede perderse. Ya inscritas en la serie B de textura cochambrosa, estas interpretaciones adquieren un matiz de locura que justifica el contexto argumental de la dichosa película.

Es decir, “Solos en la Oscuridad” no es una buena película si tomamos como canon el cine comercial tanto de la época como el actual, carne de video club. La reacción de los habitantes de la tranquila(¿?) ciudad ante el apagón, sólo unos minutos después de producirse, ejemplifica muy correctamente el cúmulo de situaciones absurdas a las que se suman diferentes agujeros argumentales del tamaño de una explotación petrolífera. Pero estos “fallos” son los que hacen del largometraje en cuestión, los noventa minutos de rigor, un naif divertimento ideal para el 31 de Octubre, sin pretensiones que echar a la bolsa de caramelos. Luego cada uno puede realizarse sus propias composiciones de lugar con respecto a ese final tan absurdo donde algún tipo de mensaje queda en el aire. ¿La versión grumosa y cateta de “Alguien voló sobre el nido del cuco”? ¡Ni de coña!

Lo mejor: Es muy variada y llena de acción. Además siempre es agradable disfrutar de actores tan simpáticos como Palance, Pleasence y Landau.

Lo peor: Iluminación deficiente para las escenas más críticas.


Vuestros comentarios

1. 24 oct 2017, 00:31 | Elchinodepelocrespo

El tema de los psicopatas fugados tiene una cierta recurrencia. Recuerdo The thrill killers de los 60 y otra britanica de los 70 de tematica muy similar cuyo nombre se me escapa. Esta no la conocia.

2. 26 oct 2017, 20:26 | Klaatu

Hola ‘Elchinodepelocrespo’. La pelicula se te escapa puede ser “Terror Ciego” de 1971 ?
Por cierto, Alone in the Dark es un clasicazo. Saludos !

3. 07 mar 2021, 00:46 | Chupasangre

Tiene sus “momentillos”, pero no me ha gustado.

Saludos.

Escribe tu comentario:

¡ATENCIÓN! El formulario de comentarios utiliza un sistema de previsualización con el objetivo luchar contra el spam. Por lo tanto, tras pulsar el botón PREVISUALIZAR no olvides pulsar el botón ENVIAR para dar de alta definitivamente el comentario.


Si desea incluir un spoiler indique use las etiquetas [spoiler] y [/spoiler] para enmarmar el texto que se ocultará.