Maléfique

Formando parte marginal de ese breve boom llamado Nouvelle Horror Vague, y que tanto traía de cabeza a nuestro buen Joan Lafulla durante los inicios de Almas Oscuras, “Maléfique” es la prima fea de la familia, pero no por ello tentará menos a los jóvenes varones en edad de procrear. Una mezcla de comedia francesa chusca, elementos lovecraftianos muy directos y drama carcelario tendente a la caspa. Rodada con un millón de euros, a veces aparenta ser incluso más barata, el debut de Eric Valette merece un vistazo carnívoro de cara al próximo 31 de Octubre. ¿Quién se resiste a la magia negra practicada dentro de la cárcel, a la invocación de deidades del espacio exterior, a ver a un hombre amantando a otro hombre?

Cuatro desechos de la humanidad se hallan atrapados en una prisión dejada de la mano de Dios. Soñando con su libertad, un día encuentran el diario de un preso que pasó sus días en la misma celda, exactamente en los años veinte. Examinando las páginas apergaminadas encuentran extrañas anotaciones sobre la eterna juventud, bocadillo de placenta mediante, y las habilidades mágicas del escriba tras semejantes estamentos. Poco a poco, sumergiéndose en el estudio del diario para aislarse de las infectas relaciones que mantiene el cuarteto su particular trocito de cielo, nuestros protagonistas descubren un hechizo que quizás pueda sacarles de allí, dejando cucarachas y suciedad al otro lado de la realidad.

Actualmente hundido tras varias producciones desastrosas, por ejemplo “Super Hybrid” y el remake de “Llamada Perdida”, Valette llevaba a la pantalla un confuso guión de los francesísimos Alexandre Charlot y Franck Magnier, que la verdad se destapan con situaciones lo suficiente surrealistas como para romper la frágil atmósfera de terror extraída de un viejo tebeo de los años cuarenta, la cual asoma la nariz tímidamente durante los noventa minutos de duración. Protagonizada por cuatro personajes odiosos de forma tanto voluntaria como involuntaria, “Maléfique” está rodada en un reducido espacio sin mucho estilo ni concierto, pero la confusión da paso a momentos numinosos la mar de divertidos. Merced a los efectos de un pegajoso diario de conjuros, diseñado en claro homenaje a los Mitos de Cthulhu.
Estos conjuros se desgranan alrededor del absurdo que supone ver “relacionarse” a un retrasado mental que se come todo lo que está al alcance de su mano con un irascible travesti con tetas injertadas y afición por el culturismo, un librero psicótico con especial gusto por la sodomía y un empresario sin escrúpulos venido a menos… Eso sí, estas cuatro patas aguantan frágilmente una historia muy jugosa. El argumento, apreciación puramente personal, se sitúa en algún punto intermedio de un par de relatos imprescindibles: “En Persona”, de Clive Barker, y “Horror en Oakdeene”, de Brian Lumley. Desgraciadamente, la historia anda inicialmente sometida a las tensiones desgarradoras de esos diálogos espantosamente reiterativos que tanto se prodigan por la comedia francesa, siendo duro entrar en materia.

El surrealismo que comentaba fue quizás uno de los grandes hándicaps que sufrió esta cinta durante su estreno, criticada no muy positivamente aunque haya incluso ganado con el tiempo. Una buena muestra de ello es la introducción de un personaje que bien podría pasar por avatar de una de las más divertidas invenciones de Lovecraft: Nyarlathotep. Esta es una apreciación puramente personal de la que supongo que alguien saldrá decepcionado, como muchos cuando vimos los elementos lovecraftianos saltar por los aires debido a ese estilo narrativo tan opuesto al del autor de Providence. Supongo que de ahí el ensañamiento del público: Yo mismo compré mi flamante DVD, del que se expurgó misteriosamente un cortometraje previo de Valette, y quedé horrorizado de forma negativa ante algo que no era lo que me habían vendido.
Pasados los años, con algo de perspectiva, sería injusto no apreciar el perfil más atractivo de “Maléfique”, toda prima es apetecible si la miras desde el ángulo adecuado. Hablamos de una puta locura con tintes muy originales. Además de poseer algunas escenas sórdidas en el plano material, bien equilibradas con secuencias grotescas en el plano sobrenatural. Digamos que su tramo final va mejorando ese prólogo tan afrancesado –sí, para un servidor es un adjetivo peyorativo–.

También en lo técnico se aprecia esa locura que os comento, con planos cuidadosos y chapuceros revueltos alegremente, únicamente cohesionados mediante una banda sonora que ocasionalmente hace de las muertes y aberraciones de la película algo ominoso cuando el factor del ridículo levanta un poco el pie del acelerador. No lo hace tanto en lo artístico, pues si bien la puesta en escena de las diferentes conjuraciones y sus consecuencias no está mal del todo, con un algún efecto especial práctico muy retorcido, el resto señala pasión antes que talento. Encabezando esta aura de miseria encontramos unos actores de los que no conozco la carrera ni me han quedado ganas de analizarla. Ahí están, tan distanciados de sus personajes como la vis anti cómica francesa les permite, claro que el guión los deja con el culo al aire en más de una ocasión.

Sin embargo, las virtudes de “Maléfique” se descubren mejor en la época otoñal, cuando el frío empieza a inmunizarnos contra las tonterías. Abres la castaña y dentro observas ideas bien estructuradas, como la obsesiva claustrofobia de cuatro metros cuadrados contra la libertad a la que invita la magia negra. Pruebas la masa blanquecina, tan fea como arrugada, y su sabor es agradable. Al principio un poco amargo, esas conversaciones inconexas, pero con un fondo dulce que termina imponiéndose siempre que afuera caigan las hojas y las calabazas sonrían.

Mejor véanla, no necesitarán tantos rodeos como un servidor para disfrutarla…